Cultura y
Sabores: un viaje entre ciencia y placer
Es domingo último mes del 2012, estamos
reunidos Oscar, Miguel y yo en el café de Marta y
surgió la inquietud de cómo podemos hacer para desarrollarnos
culturalmente. Para Miguel es
fundamental compartir con amigos cultos, Oscar desde la misma óptica dice que
es importante capacitarnos socialmente.
Me pareció interesante recurrir a J. Lehrer quien, en su libro, ¨Proust y la
Neurociencia¨, afirma cómo algunos
artistas se adelantaron a los descubrimientos científicos, y lo expresa
diciendo:
¨Al igual que ocurre con una obra de arte,
también nosotros superamos nuestros materiales. La ciencia necesita del arte para enmarcar el misterio, pero el
arte necesita de la ciencia para que no todo sea misterio. Ninguna de las dos
verdades es la solución, pues la nuestra es una realidad plural¨.
Tome dos personajes que incidieron fuertemente en nuestra ¨cultura cotidiana¨, que,
Con su arte y su ciencia, Auguste Escofier y Kikunae Ikeda,
contribuyeron a hacer la vida más
placentera.
Augusto
Escofier revoluciono ¨la
cocina¨, estableciendo un cambio
paradigmático al utilizar aquello que
los demás descartaban; el caldo de ternera. Los que saben de cocina, deberían
averiguar el porqué.
Kikunae
Ikeda en los primeros años del siglo XX trataba de revelar porque el
¨dhasi¨, un caldo de algas kombu, agradaba tanto a los japoneses. Aristóteles
si bien tuvo sus errores, nos aportó una innegable muestra de su genialidad,
asegurando que existían solo cuatro sabores; dulce, amargo, ácido y
salado. Los receptores están distribuidos en toda la lengua, cuando estudiaba fisiología nadie se encargó de
desmentir el legado del estagirita. Para
Escofier e Ikeda la búsqueda del sabor no había terminado, cada uno por su parte saldrían a buscar aquello desconocido que resaltaba el sabor,
aquello que hacía que la cocina a la francesa propuesta por Escofier y a la
japonesa según Ikeda, fueran tan sabrosas, cada una en su estilo. La respuesta se concretaría con el
descubrimiento de un receptor del sabor, conocido por un nombre que hace
justicia a los japoneses, ¨el umami¨.
Existen comidas con alto
contenido natural de ¨umami¨, o que se produce por desnaturalización del ácido
glutámico en L glutamato, lo cual tiene
íntima relación con qué y cómo se cocina. Entre las
sustancias que tienen un alto contenido en umami, solo para citar algunas de
las más conocidas, tenemos el queso roquefort, el parmesano, la salsa de soja,
las anchoas, la leche materna, etc. El sabor, ¨umami¨ , se comercializa con el
nombre de Ají-no-Moto, (en japonés; la esencia del sabor).
El primer encuentro con el sabor umami.
Las comidas deben preparase
siempre respetando determinados tiempos y
modos, con lo cual además se
realza el ¨sabor¨. Ahora podemos responder con más de fundamentos por qué hay
ciertas cosas que nos gustan y que
gustan de manera casi universal.
El otro protagonista
importante de esta historia es, el olfato, ligado
indisolublemente a los receptores del gusto.
El olfato se lleva el 3 % de nuestro ADN y junto al
gusto siguen modificándose permanentemente con la experiencia.
Los estudios experimentales
demuestran una gran capacidad de retroalimentación neuroplástica de las células
del gusto y el olfato, esto pareciera dar sustento científico a aquellos que
dicen que aprendemos a degustar, lo que, en lenguaje popular, se expresa
diciendo; ´¨ahora yo sé comer y tomar¨
o lo que se lamentaba en referencia al champagne el gran Alberto O.
al decir; *tarde te conocí hermano*. Cacho nos decía a mí no
me a causa placer el vino. ¡Cacho tienes que aprender!
Como vemos la ciencia nos permite avanzar sumando datos y
bibliografía abierta al disenso, pero
siempre nos queda un detalle no menor, nuestra propiedad universal con identidad personal intransferible,
influida favorablemente o no por el contexto. Esto nos invita, o mejor nos
obliga agregar siempre una pizca de solipsismo, mi yo y mis circunstancias hacemos y somos lo que degustamos, el mal
gusto es el de los demás.
Mini glosario
Alimentos ricos en umami:
salsas de pescado fermentado (garum), el dashi (caldo) de kombu, hongos, queso parmesano,
salsas de tomate, champiñones, espinaca, té verde, carnes curadas, pescados,
salsa de soya, etc. Existe un efecto sinérgico entre los ribonucleótidos y el glutamato
lo cual explica la razón de varias combinaciones clásicas de alimentos.
Champagne: vino espumoso con método especial de
elaboración, se hace a partir de muchos tipos de uva, aunque tres de
ellos llevan la mayor parte de la producción; chardonnay uva blanca , pinot noir uva tinta
pulpa sin pigmentación, pinot meunier uva tinta de
pulpa blanca. Los champanes Blanc de
blanc (blanco de blanco) son 100% chardonnay. Posiblemente el más exquisito de ellos, y
seguro el más caro. Cacho tu amigo francés, te hizo degustar lo mejor de lo
mejor.
Enólogo: estudia el cultivo de la vid y la elaboración de vinos
(enología). Es el responsable de todos los procesos que se realizan en la
bodega desde que entra la uva hasta que sale el vino.Sumiller (del francés sommelier)
experto en vinos , es el que sugiere el vino apropiado para la ocasión, sin ninguna relación con los productores.
Umami: sabor del L-glutamato, y 5’-ribonucleótidos como
el monofosfato de guanosina (GMP) y el monofosfato de inosina (IMP). El glutamato en su forma ácida (ácido glutámico)
tiene una sabor a umami suave; mientras que las sales
del ácido glutámico, conocidos como glutamatos se ionizan fácilmente con lo que proporcionan el característico sabor a umami.
El GMP y el IMP amplifican la intensidad del
sabor del glutamato. Por sí mismo el umami no es sabroso,
sino que realza el sabor agradable de una gran cantidad de alimentos
dentro de un margen relativamente estrecho de concentración, su [el e óptimo depende también de la cantidad de
sal. Sus receptores como los otros están ampliamente distribuidos en la boca.
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