domingo, noviembre 30, 2025

 

La bicicleta como la vida misma


Mi hermano y su Raleigh

Mi primera bicicleta a los 4 años fue un regalo de mi querido tío Miguel, un libanes muy trabajador  ,ella ,la bici , siempre fue mi vehículo de primer grado y primer orden. Compartí muchos recuerdos con mi hermano y con amigos. Pasarían décadas para enterarme acerca ¨algo¨ de su complejidad. A lo máximo que llegue era a saber acerca de centrar las ruedas y a veces a colocar algún parche, nada acerca del interior del piñón.

 

Diagrama, Esquemático

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Pero paradójicamente su uso metafórico en cibernética ,que suele explicarse con diagramas, señales y circuitos, nos permite entender y situarnos  dentro de la vida diaria. No se trata sólo de cómo regulan su temperatura los organismos o cómo funcionan los termostatos, sino de cómo los seres vivos —y en especial los seres humanos— se sostienen, se transforman y se comprenden a sí mismos mientras actúan.

Para empezar, conviene separar dos conceptos que suelen confundirse:

Órdenes y grados de la cibernética. Y aunque parezcan abstracciones, pueden volverse perfectamente nítidos si los pensamos desde la experiencia sencilla y universal de andar en bicicleta  que más que un ejemplo; es la vida en escena real¨.

Orden y Grado: dos formas de nombrar lo mismo

Órdenes (von Foerster, Maturana, Varela):

  • Primer orden: el observador queda afuera del sistema.
  • Segundo orden: el observador está incluido; lo que observa lo cambia.

Grados (Wiener, Pask, sistemas adaptativos):

  • Grado cero: sin retroalimentación.
  • Grado uno: retroalimentación simple.
  • Grado dos: retroalimentación reflexiva, capaz de modificar las reglas internas.

Cuando se traducen uno al otro:

  • Primer orden ≈ Grado uno
  • Segundo orden ≈ Grado dos

Y, en la práctica, el salto importante es uno solo: el que va desde “corregir errores” a “modificar la manera de corregir errores”. Ese salto es el nacimiento del aprendizaje, del juicio y de la subjetividad.

Primer orden / primer nivel de organización La bicicleta y la vida diaria:

Diagrama

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Cuando ando en bicicleta por un terreno llano, casi no pienso; simplemente corrijo: si se inclina, compenso, sí frena, empujo, sí acelera, equilibrio. Es un conjunto de ajustes automáticos, gobernados por retroalimentación negativa que mantiene la estabilidad.

La vida diariamente tiene miles de regulaciones de primer orden: regular la temperatura del cuerpo, mantenerte erguido, leer mientras se ajusta el enfoque ocular, caminar sin caer, responder a estímulos inmediatos sin deliberación. Todo eso ocurre sin reflexión. Es el nivel básico de la vida: mantenerse vivo.

Maturana y Varela llamaron a esto autopoiesis: la capacidad de un organismo de producir y mantener su propia organización. La autopoiesis es el corazón del primer orden: la vida se sostiene recreando lo que la hace posible.

¨Pero vivir no es sólo sostenerse; es también encontrarse con lo inesperado¨

Segundo orden / grado dos: cuando la vida nos obliga a aprender

Diagrama

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Ahora cambiemos la escena: Voy  en bicicleta por un camino desconocido, con curvas, autos, viento, ruidos nuevos, decisiones rápidas y pedidos ya. Ya no alcanza sólo con “mantener el equilibrio”, tengo que: anticipar, interpretar el terreno, ajustar, aprender del error, transformar el estilo de pedalear, modificar  reglas internas.

Ahí aparece la verdadera cibernética de segundo orden / grado dos: la que implica retroalimentación recursiva. Ya no sólo se equilibra  la bicicleta: equilibrio mis maneras de equilibrarme.

 

La vida diaria está llena de estos momentos: conversar con alguien difícil y aprender a modular tu reacción, modificar tu forma de trabajar cuando el contexto cambia, ajustar expectativas cuando la realidad contradice tu modelo, reinterpretar lo que sentís, cambiar la manera de cambiar.

 

Esto es exactamente lo que Foerster quería decir ¨cuando hablaba del observador incluido¨. La vida no es un trayecto donde aplicamos reglas fijas. Es un proceso donde revisamos nuestras reglas a cada paso. no sólo sostener la vida, sino sostener la coherencia de nuestra manera de vivir en un mundo que cambia. Es un hacer que se hace a sí mismo mientras se hace y el andar en bicicleta es apenas una versión física de este principio.

La retroalimentación: el puente entre la mente, el cuerpo y el mundo , es la forma en que la vida conversa consigo misma y aprende en tres pasos:

1:-Retroalimentación negativa: mantiene el equilibrio, evita la caída, corrige desviaciones.

2.-Retroalimentación positiva: amplifica una decisión, genera impulso, crea novedad (acelerar, tomar coraje, innovar).

3.-Retroalimentación recursiva: transforma la manera en que interpretamos lo que vivimos, modifica nuestras reglas de percepción, crea nuevas formas de ser y estar.

 

Diagrama, Escala de tiempo

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Andar en bicicleta te enseña los tres niveles:

1.      Te mantenés estable (negativa),

2.      Ganás velocidad y confianza (positiva),

3.      Aprendés a leer el mundo y a leerte a vos mismo (recursiva). Esto no es una técnica; es vida vivida.

La  autopoiesis: la vida como bicicleta en movimiento

Diagrama

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La autopoiesis no significa que el organismo se encierre sobre sí mismo; significa que construye sentido en un acoplamiento dinámico con su entorno. Lo mismo ocurre en el cotidiano: Nos transformamos al hablar con otros. Nos ajustamos a entornos imprevisibles. Creamos estabilidad en medio del ruido. Nos reinventamos sin dejar de ser nosotros mismos. Somos sistemas vivos que se producen a sí mismos mientras interpretamos el mundo.

Para mí la bicicleta, paso de un ejemplo mecánico: a una metáfora del vivir. Vivimos como pedaleamos: reencontrando equilibrio mientras avanzamos.

Epilogo

 

 

 

La cibernética  explica la vida** La distinción entre primer y segundo orden, o entre grados uno y dos, no es filosófica: es existencial.

  • Primer orden / grado uno mantiene la vida.
  • Segundo orden / grado dos la vuelve capaz de aprender.
  • La autopoiesis sostiene ambas dimensiones: el ser que se conserva y el ser que se transforma.

 

La vida es un continuo de estos tres ciclos.

 


No somos máquinas que reaccionan; somos observadores que se recrean mientras avanzan.  La cibernética no nos enseña a andar en bicicleta. Nos enseña algo mucho más profundo:

 

Diagrama

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Toda vida es un equilibrio móvil que se reconstruye a cada instante.

 

 

 

 

 

 

sábado, noviembre 29, 2025

 

SEMIOSIS, CONCIENCIA Y MÁQUINAS:

de Gödel a la Habitación China y el Cuarto de María



Cursando Semiología , muchos descubrimos algo decisivo: que antes que protocolos, algoritmos diagnósticos o manuales, existe una forma distinta de ver. No es casual que Hipócrates fuera recordado tanto por su medicina como por su capacidad de interpretar signos.

Semiología no era solo una asignatura: era la puerta de entrada a un tipo de inteligencia, perceptiva, fenomenológica. Me sentía detective porque diagnosticar implicaba descifrar un mundo de signos que jamás se presentaba en forma de datos puros.

Creía que semiología era una materia propia de la medicina , al profundizar en su intimidad me llamo la atención de que esta materia no fuera nuclear en otras carreras especialmente en Derecho y otras tantas donde la interpretación profunda de signos –lenguaje, gestos, intenciones, contextos, silencios– debería ocupar un lugar central.

Mucho tiempo después logre saber el porqué de esta ausencia , nos revela algo esencial: Hay saberes que operan bajo un paradigma sintáctico, como si todo  fuera una colección ordenada de reglas explícitas. Y hay otros que solo pueden existir si incorporan semántica, pragmática y sensibilidad. La vida misma y la medicina  pertenecen al segundo grupo.

…y en ese contraste –entre sintaxis y sentido– se realiza  el gran debate contemporáneo sobre la conciencia, la inteligencia artificial y la posibilidad real de una “IA fuerte”.

¨ Nunca ha estado en mi poder estudiar nada –matemática, metafísica, gravitación, termodinámica, óptica, química, anatomía comparada, astronomía, psicología, fonética, economía, historia de la ciencia, hombres y mujeres, vinos, meteorología, astrología-que no fuera considerado como un estudio semiótico.¨

Esto que pertenece a C.S. Peirce cuando lo leí por primera vez me pareció que su  ¨todo es signo¨ era una exageración , según su visión no existe experiencia sin signos. Ver, tocar, recordar, inferir: todo es un proceso triádico en el que algo (representamen) remite a un objeto mediante un interpretante. No hay pensamiento sin semiosis, no hay conocimiento que no esté encarnado en un acto interpretativo. No hay dato que no sea significado por alguien.

C. Morris en base a las relaciones triádicas que conforman el proceso semiótico , propone dividirlo en; semántica es decir la relación de los signos con la cosas utilizando reglas de designación y de verdad , la sintáctica es decir la relación de los signos con otros signos, con sus reglas de formación y transformación y la pragmática la cual implica la relación de los signos con la acción del que los interpreta y los usan.

La semántica presupone la sintaxis porque si las oraciones no están bien estructuradas nos dan otros significados y la pragmática presupone la semántica ya que solo podemos interpretar los signos si sabemos su significado

Todos los signos tienen necesariamente designado, es decir contenido y designar es precisamente expresar ese contenido y no necesariamente a su referente, pero el designar no es un proceso neutro, invariablemente le agregamos nuestras con-notaciones.

 


Creo que como estudiantes de medicina la semiología más que una materia .lo que se nos ofreció fue una forma privilegiada de acceso al modo mismo en que funciona la mente humana. Aun así, para no pocos era una materia a ¨pasar¨. El médico observa, infiere, anticipa, corrige y reinterpreta en un bucle continuo de signos donde la comprensión es, literalmente, un proceso semiótico vivido.

Hay semiólogos muy destacados que merecen mucho espacio. Me limitare a  lo dicho ,porque  necesita una aclaración acorde con su  importancia y frecuencia me refiero a la ilusión sintáctica , gran parte de la educación y el pensamiento moderno  tratan la realidad como una colección de reglas explícitas y ordenadas. Esto crea el espejismo de que copiar reglas equivale a entender.

Cuando decimos que “comprender es integrar cualidades sensibles que ningún protocolo puede convertir en semántica”, porque copiar reglas no equivale a entender, procesar información no equivale a interpretar sentido y calcular no equivale a tener experiencia. Los protocolos son necesarios pero insuficientes: estandarizan, ordenan, minimizan errores, pero no ven. La diferencia fundamental esta entre sentido y sintaxis.

Me pareció que  los Denken Experiment son  formas muy clara de entender diferencias muy importantes. Tomo en primer lugar   la Habitación China y luego el Cuarto de María

La habitación China que imagino John Searle para mostrar que un sistema puede manipular símbolos sin entenderlos. La habitación produce respuestas correctas en chino sin saber chino. Es competente, no consciente.
Opera reglas, no significados. Esto es exactamente lo que sucede con protocolos puramente sintácticos –en Medicina o en cualquier disciplina– cuando se los toma como sustituto de la comprensión.

Un estudiante que aprende normas sin comprender el tejido simbólico es, en cierto modo, un operador de una Habitación China. La enseñanza universitaria moderna está llena de ¨habitaciones chinas¨ silenciosas.

El Cuarto de María  creada por Frank Jackson describe a María, la neurocientífica que sabe todo sobre el color, pero nunca lo ha visto, su cuarto era en blanco y negro. Cuando por fin sale y ve el rojo, aprende algo nuevo que no estaba en la descripción científica. Ese “algo” no es un dato: es un qualia, una vivencia, la rojes del rojo es irreductible a la descripción científica No es información: es experiencia directa.

La semiología clínica vive exactamente de eso: del tono de voz del olor característico de una cetosis de la asimetría apenas perceptible de un rostro del ritmo emocional con el que un paciente narra su dolor María, encerrada en el cuarto, podría memorizar manuales enteros de Semiología, pero no sabría diagnosticar hasta tocar un pulso, oler un aliento, escuchar un silencio.  La experiencia sensible es irreducible a sintaxis.

Roger Penrose utiliza el teorema de Gödel para argumentar que el pensamiento humano no puede reducirse a un sistema formal completamente computable. Siempre podemos ver la verdad de proposiciones que ningún algoritmo puede demostrar desde dentro del propio sistema. Si la mente fuera una máquina sintáctica, estaría encerrada en sus propias reglas.

Pero comprender implica ver más allá: captar significados, reconocer patrones no codificados, intuir hipótesis, saltar fuera del sistema. Eso es exactamente lo que hace el médico ante un caso ambiguo: ve lo que el protocolo no previó. capta la excepción. infiere más allá de lo explícito. La semiosis es siempre interpretación creativa– rompe el cerco de la sintaxis.

Buena parte del sistema educativo moderno sigue atrapado en el paradigma sintáctico: reglas, procedimientos, normativas, algoritmos, protocolos…Pero la realidad social es semiótica. Los conflictos humanos son tejidos vivos de palabras, gestos, emociones, intenciones, contextos.


Un juez, un abogado, un mediador, un docente, un psicólogo, un programador, un funcionario público… todos trabajan sobre signos, no sobre datos. todo pensamiento es interpretación. Y sin semiología, no se enseña a interpretar. Por eso, sorprendentemente, Medicina es una de las pocas carreras donde la interpretación es curricularmente explícita. En la mayoría de las disciplinas, permanece implícita, subestimada o negada.

 

 IA fuerte: por qué aprender sintaxis no genera comprensión

Una IA que calcula, predice o clasifica no es, por eso, consciente. Puede ser una Habitación China perfeccionada, una María hiperenciclopédica o una máquina formal sin brechas gödelianas. Pero mientras solo manipule señales sin vivencia corporal, sin sentido pragmático y sin semiosis encarnada, seguirá siendo competente, pero no consciente predictiva, pero no interpretante eficiente, pero no comprensiva. La comprensión requiere signos vividos, no códigos procesados. Requiere un cuerpo, un mundo, una historia. Requiere semiosis.

Adenda

La de Padilla y Cossío fue una de las primeras colecciones organizadas de semiología médica en Argentina y quizá en el mundo hispano, y que ejerció una enorme influencia sobre la enseñanza médica.  Luego apacieron otras muy importantes como la de Esper y Mazzei. Cuando estudiaba medicina tuve la suerte de ser alumno  del profesor E. Mazzei , cuándo fui residente del italiano nos daba catedra el Profesor P. Cossio y compartíamos muchas clases con su hijo , al Profesor Esper tuve la oportunidad de invitarlo a que nos diera clases en Corrientes durante el Decanato de Emilio Bluvstein un gran profesional excelente persona y el Decano que posibilito la apertura a la comunidad de la Facultad de Medicina



Conclusión:

El regreso de la interpretación

El núcleo de propuesto puede resumirse así: Comprender es un acto semiótico que ninguna sintaxis puede replicar. Semiología no debería ser exclusiva de Medicina porque la vida misma es una práctica de interpretación. La Habitación China nos recuerda que operar símbolos no es entender. El Cuarto de María nos muestra que la experiencia cualitativa es insustituible.

Peirce nos enseña que todo es signo y que pensar es interpretar. Penrose y Gödel sugieren que la mente trasciende los sistemas puramente formales. La comprensión humana es una ciencia y un arte de los signos. Por eso, si alguna disciplina merece volver al centro de la educación universal, esa es la semiología: la llave que abre la puerta entre lo sensible, lo inteligible y lo humano.

viernes, noviembre 28, 2025

 

La emergencia desde la vida, la mente y la conciencia

LOS SISTEMAS Y SUS PROPIEDADES EMERGENTES - Mapa Mental | PDF

Autoorganización, complejidad y sentido

Somos una combinación precisa de los mismos elementos que conforman las estrellas, los metales de la corteza terrestre y el polvo cósmico. Nada en nuestra constitución material escapa a la tabla periódica de Mendeleiev. Desde este punto de vista, no existe un “ingrediente” que nos distinga esencialmente del resto de la materia inanimada del universo. Y, sin embargo, de esa misma materia emergen la vida, la mente, la conciencia y la espiritualidad: propiedades nuevas, inesperadas e irreductibles a los componentes que las originan.

¿Cómo es posible que combinaciones de carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y algunos minerales den lugar al fenómeno más asombroso conocido: la experiencia subjetiva del ser? ¿Qué leyes o principios gobiernan esta emergencia biológica y cognitiva? ¿Somos resultado del azar, de una necesidad sistémica o de un designio?

Estas preguntas, lejos de ser meramente especulativas, se inscriben en un campo donde convergen la termodinámica, la biología, la teoría de sistemas complejos, la filosofía de la mente y la espiritualidad humana.

La vida como fenómeno emergente

La noción de emergencia, central en el pensamiento contemporáneo, refiere a la aparición de propiedades que no se encuentran en las partes aisladas de un sistema, sino sólo en la organización de esas partes. Fritjof Capra ha descripto la vida como un patrón de autoorganización, caracterizado por redes no lineales, retroalimentación continua y comportamiento lejos del equilibrio termodinámico.

La vida no se explica por la suma de moléculas, sino por la dinámica relacional entre ellas.

Desde este enfoque, la tríada mente–conciencia–espíritu puede entenderse como un continuo emergente que surge cuando el sistema nervioso alcanza un grado suficiente de complejidad. La mente implica procesamiento simbólico; la conciencia, la integración experiencial; y el espíritu, la búsqueda de sentido y finalidad. No son tres entidades separadas, sino distintos niveles de organización dentro del mismo proceso biológico.

Esa profunda continuidad permite una lectura no reduccionista de lo humano sin recurrir necesariamente a explicaciones sobrenaturales. Pero al mismo tiempo deja abierto un espacio para las intuiciones metafísicas que han acompañado a la humanidad desde siempre: la sensación de propósito, de dirección, de estar “aquí por algo”.

 ¿Necesidad sistémica o designio? La pregunta por el significado

Esto abre una cuestión tan antigua como renovada:
¿es la vida una consecuencia inevitable de la complejidad de la materia o el reflejo de un propósito inscrito en el universo?

Algunos sostienen que la emergencia biológica obedece a leyes aún no del todo comprendidas: la tendencia del cosmos a generar orden local, estructuras disipativas y sistemas estables que retardan el incremento de entropía. Otros encuentran allí la huella de una inteligencia superior. Lo notable es que ambas lecturas buscan explicar la misma regularidad fenomenológica: el surgimiento del orden en un universo que, según la termodinámica, debería tender al desorden.

Julián Huxley sintetizó esta intuición en una frase célebre:

“A consecuencia de mil millones de años de evolución, el universo empieza a tener conciencia de sí mismo”.

La idea puede interpretarse metafóricamente, pero también literalmente: la conciencia humana, como forma de organización biológica, constituye un modo singular en el que el cosmos se vuelve capaz de observarse, narrarse y cuestionarse.

Orden, desorden, caos y no-orden

Un aporte interesante es la diferenciación entre cuatro conceptos que suelen confundirse:

  • Orden: estructura organizada, regularidad reconocible.
  • Desorden: pérdida de una organización previa.
  • No-orden: estado previo a cualquier estructura, potencialidad sin forma.
  • Azar: comportamiento aleatorio sin patrones previsibles.

El caos, desde la perspectiva científica, no es desorden, sino determinismo sensible a condiciones iniciales. Es decir, sistemas donde reglas simples producen comportamientos impredecibles. En ese sentido, el caos se ubica entre el orden y el azar, funcionando como cuna generativa de nuevas formas.

Los procesos prebióticos, la turbulencia atmosférica y ciertos procesos neurales operan dentro de esta frontera fecunda. Allí reside gran parte del poder creativo de la naturaleza.

Entropía, información y la condición antientrópica de la vida

La vida es, esencialmente, un fenómeno antientrópico: crea orden a partir de flujos constantes de energía e información. En términos de Schneider y Sagan, los organismos funcionan como combustiones controladas, disipando energía mientras generan estructuras cada vez más complejas.

La información —entendida como reducción de incertidumbre— actúa como un agente que guía la organización del sistema. Tal como señala Ben-Naim, puede comprenderse la entropía como información faltante. La pérdida de información, o su distorsión, incrementa la entropía.

Sin embargo, aquí aparece un matiz profundo que señalás con precisión:
la información, si supera un umbral crítico, puede transformarse en agente entrópico.
Lo vemos en sistemas sociales saturados, en redes colapsadas y en cerebros sobre exigidos. La vida, entonces, no sólo es lucha contra la entropía, sino también gestión equilibrada de la información.

Conversación, divergencias y creatividad emergente

Una frase de Karl Popper nos recuerda que nada es más fructífero que una discusión entre personas formadas en marcos conceptuales distintos. Ese principio —la fertilidad del desacuerdo— es otro fenómeno emergente. Así como las neuronas producen mente al interactuar, las mentes producen conocimiento al dialogar. Las conversaciones con amigos se transforman así en laboratorios epistemológicos donde la curiosidad y el humor provocan nuevas preguntas. La vida es flujo, un movimiento continuo de energía y significado. Pero ese flujo no es obvio ni evidente: requiere interpretación, sorpresa, ruptura de expectativas.

Conclusión:

La vida como pregunta abierta: La vida, la mente y la conciencia emergen de la materia, pero no se reducen a ella. Somos sistemas complejos, autoorganizados, antientrópicos, capaces de producir símbolos, metáforas, ciencia y sentido. La pregunta por el propósito —¿estamos aquí por algo?— no desaparece con la ciencia; simplemente adquiere nuevas formas y nuevos lenguajes.

Entre el orden y el caos, entre la información y la entropía, entre la materia y el espíritu, somos el punto donde el universo se interroga a sí mismo y surge la pregunta clave que los creyentes conocen muy bien: ¿El para qué?

 

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