ERROR Y
EQUIVOCACION
El domingo de café 04 12 16, 
Miguel nos preguntó: ¿El error es lo mismo que la equivocación? ,
le  dije que para mí había algunas
diferencias, pero como no sabía concretamente en que consistían, asumí el
compromiso de  buscarlas. En 5to año, en
filosofía nos habían planteado interrogantes acerca de la verdad, el error, la
ignorancia y sus diferencias, pero no recuerdo específicamente que se tratara
algo acerca de las equivocaciones. Parecían asuntos menores,
tropiezos pasajeros. Sin embargo, con los años uno descubre que en esas
pequeñas desviaciones se esconden claves profundas sobre cómo aprendemos y
pensamos
Encontré algo que me
gusto,  las equivocaciones pueden deberse a muchos factores como ansiedad,
apuro, falta de atención etc., pero no a una deficiencia en el contenido
de verdad y es por lo tanto subsanable 
mejorando nuestra aplicación.  La
equivocación pertenece al terreno de la acción; el error, al del pensamiento.
En el error hay una grieta en la estructura de la
idea. No basta con repetir el procedimiento con más cuidado: hay que revisar
el mapa, es decir, el marco conceptual desde el cual pensamos.
Imaginemos que viajamos a una ciudad desconocida con un mapa en la mano .
Si doblamos por la calle equivocada porque nos distrajimos o malinterpretamos
un cartel, eso es una equivocación. El mapa está bien; falló la
atención. Basta con retroceder y volver a mirar. Pero si el mapa mismo está mal
trazado —si las calles que marca no existen, o el norte está invertido—
entonces no importa cuán atentos estemos: seguiremos perdidos. Eso ya no
es una equivocación, sino un error de conocimiento.
La
metáfora del mapa resume bien nuestras vidas cognitivas. Las equivocaciones
son desvíos momentáneos del camino, ajustes de marcha, recordatorios de que la
atención también forma parte del conocimiento. Los errores, en cambio,
nos obligan a rehacer el mapa completo: a repensar nuestras creencias, nuestros
supuestos, nuestro modo de representar el mundo.
Ambos son necesarios. Sin equivocaciones, nos volveríamos rígidos y
confiados; sin errores, jamás revisaríamos los límites de nuestra comprensión.
Las equivocaciones nos permiten afinar lo que  hacen, los errores pueden ser motores que expanden
el pensar.
Karl Popper decía que el conocimiento progresa por ensayo y error,
no por acumulación de certezas. Y Charles Peirce nos recordaba que las
“creencias fijadas” solo se modifican cuando la realidad las contradice. En
ambos casos, el error es el motor del descubrimiento.  Podríamos decirlo así: Las equivocaciones son
los baches del camino; los errores, los desvíos del mapa. En los primeros
tropezamos; en los segundos, nos transformamos. Ver los peligros de los errores.
A veces confundimos ambas cosas: llamamos “equivocación” a un error
profundo, para no aceptar que debemos repensar algo esencial. O creemos haber
errado gravemente cuando en realidad solo nos apuramos al doblar la esquina.
Distinguir entre ambos es parte del arte de pensar sin miedo. El error nos
enseña a mirar distinto. La equivocación, a mirar mejor. Uno
amplía el horizonte; la otra afina el foco.
Quizás el
verdadero aprendizaje consista en ese ir y venir: tropezar, detenerse, revisar
el mapa, volver a avanzar… cada vez un poco más lúcido.
Hay que tener en
cuenta que cuando se pide opiniones en reuniones de expertos, no se debe
dejar de pensar en la importancia de la 
independencia del error, ya que el intercambio de información
reduce el valor de las observaciones o de las opiniones. Esto en oportunidades
es un  punto en contra de la tormenta de
ideas clásica, donde las opiniones son compartidas y en favor de la forma
hibrida donde primero cada uno aporta privadamente lo suyo y luego  informa al equipo.
Las
ideas básicas; importancia de la independencia del error, el
valor de la diversidad, el volumen de la muestra, de las circunstancias
adecuadas y un método que las unifique, elementos para
lograr el saber colectivo. Así, se nos hace más claro porque juntos,
independiente de los niveles intelectuales podemos llegar a saber más. Deberíamos
tener presente que  todo pensar puede comenzar
con un paso en falso, y que a veces el único modo de encontrar el camino es
perderse con inteligencia.
Adenda
Sí,
Francis Bacon no solo  consideró a los
errores como peligrosos, sino que creía que eran el principal obstáculo
para el avance del conocimiento y la ciencia. Su obra principal, el Novum
Organum, es esencialmente un manual para identificar y eliminar estos
errores antes de que se pueda iniciar cualquier investigación seria. 
Bacon los
llama "ídolos" (del griego eidolon, imagen falsa o fantasma).
| 
    ÍDOLO  | 
   
    ORIGEN DEL ERROR  | 
   
    PELIGRO PRINCIPAL   | 
  
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   1. Ídolos de la Tribu (Idola Tribus)  | 
  
   La naturaleza inherente del género
  humano.  | 
  
   Corrompen la experiencia: Llevan al sesgo de
  confirmación y a proyectar orden o finalidad donde no existen, distorsionando
  la realidad desde el inicio.  | 
 
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   2. Ídolos de la Caverna (Idola Specus)  | 
  
   La naturaleza y la experiencia
  del individuo.  | 
  
   Generan subjetivismo: Encierran a la persona en sus
  prejuicios y hábitos, impidiendo la objetividad y la comunicación de la
  verdad.  | 
 
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   3. Ídolos del Foro (Idola Fori)  | 
  
   El lenguaje y la
  comunicación social.  | 
  
   Causan disputas estériles: La ambigüedad de las palabras
  y los conceptos mal definidos controlan y confunden el entendimiento,
  llevando a interminables debates sin sentido.  | 
 
| 
   4. Ídolos del Teatro (Idola Theatri)  | 
  
   Las doctrinas y sistemas
  filosóficos antiguos.  | 
  
   Perpetúan el error por
  autoridad: La
  sumisión acrítica a las teorías del pasado (como el aristotelismo) y a los
  sistemas dogmáticos impide la renovación del conocimiento a través de la
  experiencia.  | 
 
Conclusión:
Como
vimos los errores pueden ser motores de cambio  importantes se diferencian claramente de las
equivocaciones  y  Bacon los considera  solo desde una óptica acotada ,como  un cuádruple azote que mantenía a la
humanidad en la ignorancia, atendible para su época. Para él, eran más que
simples equivocaciones; eran prejuicios profundamente arraigados que
debían ser activamente "exorcizados" de la mente para liberar el
intelecto y permitir el progreso científico, cuyo objetivo era "dominar la
naturaleza" a través del conocimiento.
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