miércoles, agosto 27, 2025

Vaso medio lleno, vaso medio vacío: percepción, referencia y sensación

 

Vaso medio lleno, vaso medio vacío: percepción, referencia y sensación

El 31 de julio de 2016, Cacho nos lanzó una pregunta sencilla pero profunda: ¿Qué piensan de la metáfora del vaso medio lleno o medio vacío?

A primera vista, puede parecer solo un juego de optimismo o pesimismo. Sin embargo, esta metáfora revela procesos complejos de percepción, emoción y juicio. Las metáforas trasladan ideas de un dominio a otro, eluden la literalidad y, al mismo tiempo, nos permiten explicar, enseñar y reflexionar sobre fenómenos abstractos.

La satisfacción que sentimos al mirar un vaso depende de nuestro punto de referencia. No es lo mismo ganar 100 ml de agua si el vaso estaba vacío que perder 100 ml si estaba lleno. Esta idea central se encuentra en la teoría de las perspectivas, desarrollada por Kahneman y Tversky. Según esta teoría:

1.      Evaluación relativa al punto de referencia: Percibimos ganancias y pérdidas en comparación con un nivel neutro o esperado. Perder 10 pesos duele mucho más si nuestro punto de referencia es tener solo 50 que si es tener 1.000.

2.      Disminución de la sensibilidad: A medida que los valores aumentan, los cambios absolutos importan menos. La diferencia entre 100 y 200 parece más significativa que entre 900 y 1.000, aunque la variación sea la misma.

3.      Aversión a la pérdida: Evolutivamente, responder con urgencia ante una pérdida ofrecía ventajas de supervivencia. Por eso perder 100 dólares duele más que la alegría de ganarlos; nuestra curva emocional es más inclinada frente a las pérdidas que frente a las ganancias.

                                                 

Estos principios se complementan con los descubrimientos de Weber y Fechner en psicofísica. Weber observó que nuestra percepción de un cambio depende de su proporción respecto al estímulo inicial, no de su valor absoluto. Fechner formalizó esta relación en una ecuación logarítmica, mostrando cómo la sensación crece más lentamente a medida que aumenta el estímulo.

Es importante aclarar que nuestras percepciones no siempre son estrictamente logarítmicas. La relación logarítmica funciona bien para muchos estímulos sensoriales, pero la experiencia emocional y cognitiva puede modificar esta relación. Por ejemplo, la aversión a la pérdida genera una percepción asimétrica: un evento negativo se siente mucho más intenso que uno positivo equivalente. Así, la percepción combina la sensación física proporcional con la evaluación subjetiva, y el punto de referencia y el contexto alteran radicalmente cómo vivimos un mismo estímulo.

Para ilustrarlo con una experiencia cotidiana: me regalaron una botella de champagne, y al recibirla sentí alegría; era un “ganar” que aumentó mi bienestar. Pero en un descuido, se me cayó y se rompió. La pérdida me dolió mucho más que la alegría inicial: un ejemplo perfecto de aversión a la pérdida y de cómo la percepción emocional no es lineal. La sensación de pérdida fue desproporcionada respecto al tamaño del regalo, porque mi punto de referencia ya estaba elevado por la anticipación y la alegría inicial.

De manera similar, la psicofísica explica que la intensidad de nuestra sensación depende de la proporción del cambio. Si la botella se hubiese roto mientras apenas esperaba un simple brindis, la percepción del daño habría sido menor; al estar en un estado de alta expectativa, el impacto subjetivo fue mucho mayor.

Al final, la metáfora del vaso nos recuerda algo simple y profundo: nuestra interpretación de la realidad depende de perspectiva, contexto y experiencia previa. La solución, como dice Cacho con humor y sabiduría, no siempre es llenar el vaso; a veces basta con un vaso más grande y aprender a apreciar su contenido… y a cuidar las botellas de champagne.

 

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