GPS
y Mapas
Recordar es ubicarse en el tiempo.
Orientarse es recordar en el espacio.
Antes, cuando necesitábamos movernos por la
ciudad, las estaciones de servicio nos proporcionaban mapas. Hoy usamos GPS en
nuestros teléfonos, y, sin embargo, rara vez nos detenemos a pensar que somos
cartógrafos innatos: constantemente mapeamos nuestra realidad. Esta actividad,
que nos parece trivial, es en realidad la más fundamental de nuestra vida
mental.
John O’Keefe, junto a May-Britt y Edvard
Moser, obtuvieron el Nobel de Medicina y Fisiología en 2014 por descubrir cómo
nuestro cerebro crea estos mapas. O’Keefe, experimentando con ratas, identificó
en los años 70 las células de lugar en el hipocampo: neuronas que se
activan cuando el animal se encuentra en un punto específico del espacio y se
ajustan cuando cambia de ubicación. Décadas después, los Moser descubrieron en
la misma zona las células de cuadrícula, que generan una especie de
“rejilla” interna, permitiendo a los animales ubicarse con precisión en el
entorno.
En 2005, Rodrigo Quian Quiroga añadió otra
pieza al rompecabezas: las células de concepto, que se activan ante
ideas abstractas, identidades o lugares significativos, sin importar la
ubicación física. Juntas, estas tres clases de neuronas forman un GPS
biológico: un sistema de posicionamiento interno que nos guía en el espacio nos
permite recordar y nos ayuda a conceptualizar.
Esto tiene implicaciones prácticas y
clínicas. Cuando un médico pregunta “¿sabe qué día es?” o “¿dónde está?”, en
realidad está evaluando el estado de la zona entorrinal. La orientación se
convierte así en diagnóstico, memoria y conciencia.
Un ejemplo extremo de la plasticidad de este
GPS interno lo dieron los taxistas londinenses. Para obtener la licencia, deben
memorizar unas 25.000 calles y miles de lugares en un proceso de 3 a 4 años,
con solo la mitad de los aspirantes logrando aprobar. Eleonor Maguire, en el
año 2000, demostró mediante resonancia magnética que los taxistas exitosos
desarrollaban un hipocampo posterior significativamente mayor, mientras
que al inicio del aprendizaje no había diferencias con la población general.
El hipocampo, en efecto, es el gran
cartógrafo del cerebro. No es casual que uno de los primeros síntomas del
Alzheimer sea la desorientación. El caso del paciente HM, quien perdió ambos
hipocampos para tratar su epilepsia, mostró que sin esta estructura la memoria
episódica y la orientación se ven gravemente comprometidas. Como observa
Maguire, funciones aparentemente distintas —ubicarse en el espacio y recordar
lo vivido— comparten el mismo territorio cerebral. Recordar y orientarse son
variaciones de la misma operación: el saber dónde estamos y quiénes somos se
articula con la capacidad de movernos y navegar en nuestro mundo.
Conceptos relacionados
- Conectoma: el mapa completo de
nuestras neuronas y sus conexiones, equivalente al genoma del cerebro. Su
estudio abre nuevas vías en enfermedades neurológicas, las llamadas
conectopatías.
- Sinaptoma: el mapa
ultraestructural de las conexiones sinápticas, que permite identificar
“autopistas” neuronales y sus destinos, incluso hasta niveles muy finos de
localización funcional.
Epílogo: orientarse en el
mundo y en uno mismo
Nuestro cerebro combina memoria, orientación
y conceptualización en un solo sistema. Al evocar un recuerdo o pensar en
alguien, nos movemos en un mapa interno de la misma manera que lo haríamos
físicamente. En esencia, nuestro pensamiento, nuestra memoria y nuestra
identidad son mapas del espacio, ya sea real o conceptual. La ciencia
confirma lo que la experiencia cotidiana ya nos sugería: para entender dónde
estamos, primero debemos saber quiénes somos.
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