martes, octubre 14, 2025

GPS y Mapas

 

GPS y Mapas

Recordar es ubicarse en el tiempo.
    Orientarse es recordar en el espacio.

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Antes, cuando necesitábamos movernos por la ciudad, las estaciones de servicio nos proporcionaban mapas. Hoy usamos GPS en nuestros teléfonos, y, sin embargo, rara vez nos detenemos a pensar que somos cartógrafos innatos: constantemente mapeamos nuestra realidad. Esta actividad, que nos parece trivial, es en realidad la más fundamental de nuestra vida mental.

Corteza entorrinal, el área donde se consolida la memoria

John O’Keefe, junto a May-Britt y Edvard Moser, obtuvieron el Nobel de Medicina y Fisiología en 2014 por descubrir cómo nuestro cerebro crea estos mapas. O’Keefe, experimentando con ratas, identificó en los años 70 las células de lugar en el hipocampo: neuronas que se activan cuando el animal se encuentra en un punto específico del espacio y se ajustan cuando cambia de ubicación. Décadas después, los Moser descubrieron en la misma zona las células de cuadrícula, que generan una especie de “rejilla” interna, permitiendo a los animales ubicarse con precisión en el entorno.

En 2005, Rodrigo Quian Quiroga añadió otra pieza al rompecabezas: las células de concepto, que se activan ante ideas abstractas, identidades o lugares significativos, sin importar la ubicación física. Juntas, estas tres clases de neuronas forman un GPS biológico: un sistema de posicionamiento interno que nos guía en el espacio nos permite recordar y nos ayuda a conceptualizar.

Esto tiene implicaciones prácticas y clínicas. Cuando un médico pregunta “¿sabe qué día es?” o “¿dónde está?”, en realidad está evaluando el estado de la zona entorrinal. La orientación se convierte así en diagnóstico, memoria y conciencia.

Un ejemplo extremo de la plasticidad de este GPS interno lo dieron los taxistas londinenses. Para obtener la licencia, deben memorizar unas 25.000 calles y miles de lugares en un proceso de 3 a 4 años, con solo la mitad de los aspirantes logrando aprobar. Eleonor Maguire, en el año 2000, demostró mediante resonancia magnética que los taxistas exitosos desarrollaban un hipocampo posterior significativamente mayor, mientras que al inicio del aprendizaje no había diferencias con la población general.

El hipocampo, en efecto, es el gran cartógrafo del cerebro. No es casual que uno de los primeros síntomas del Alzheimer sea la desorientación. El caso del paciente HM, quien perdió ambos hipocampos para tratar su epilepsia, mostró que sin esta estructura la memoria episódica y la orientación se ven gravemente comprometidas. Como observa Maguire, funciones aparentemente distintas —ubicarse en el espacio y recordar lo vivido— comparten el mismo territorio cerebral. Recordar y orientarse son variaciones de la misma operación: el saber dónde estamos y quiénes somos se articula con la capacidad de movernos y navegar en nuestro mundo.

Conceptos relacionados

  • Conectoma: el mapa completo de nuestras neuronas y sus conexiones, equivalente al genoma del cerebro. Su estudio abre nuevas vías en enfermedades neurológicas, las llamadas conectopatías.
  • Sinaptoma: el mapa ultraestructural de las conexiones sinápticas, que permite identificar “autopistas” neuronales y sus destinos, incluso hasta niveles muy finos de localización funcional.

Epílogo: orientarse en el mundo y en uno mismo

Nuestro cerebro combina memoria, orientación y conceptualización en un solo sistema. Al evocar un recuerdo o pensar en alguien, nos movemos en un mapa interno de la misma manera que lo haríamos físicamente. En esencia, nuestro pensamiento, nuestra memoria y nuestra identidad son mapas del espacio, ya sea real o conceptual. La ciencia confirma lo que la experiencia cotidiana ya nos sugería: para entender dónde estamos, primero debemos saber quiénes somos.

 

 

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