sábado, octubre 04, 2025

Del Olimpo de Platón al Wi-Fi

 



Tarde de café Miguel nos mostró un tik tok donde se menciona al principio , que la conciencia  es considerada una propiedad ¨emergente de los cuerpos biológicos¨ , que el cerebro se complejizo de tal manera que hizo posible que ella emergiera.

Como aún  hoy  no se tiene una explicación clara ,  continúa con una ¨propuesta de inversión¨, la física como un derivado de la conciencia   ¨ todo es conciencia y ella es el wi fi de la creación¨ y todos estamos conectados a través de nuestro avatar de carbono y, subimos y bajamos datos como si fuera un celular a la nube.

Esta inversión ontológica poderosa, me llevo a dos  versiones una milenaria y  otra reciente:    

La milenaria: Platón y las ideas eternas.

Platón  propone que antes de encarnarse, el alma reside en el Olimpo (platónico) que es el mundo de las ideas: un dominio de perfección, eternidad y conocimiento total. Allí el alma posee todo el saber, pero para descender al mundo material debe cruzar el río del olvido, el Leteo , que borra parcialmente la memoria. El olvido permite que el alma viva una experiencia sin verse abrumada por la totalidad del conocimiento. El cuerpo, sería la interfaz que permite que la conciencia interactúe con la materia. La vida es un proceso de reconocimiento y reminiscencia, en el que la conciencia recuerda fragmentos del saber eterno a través de la experiencia, la introspección y el aprendizaje.

De allí la tarea socrática que no entrega conocimiento como si fuese un objeto, sino que acompaña al alma en el parto de lo que ya lleva dentro. La madre de Sócrates era partera, y él decía que el maestro es un partero, que el conocimiento verdadero nace desde adentro, como un alumbramiento.

En un paseo con Menón, Sócrates pidió a un esclavo que resolviera un problema geométrico. Dibujó un cuadrado de 2 cm y le preguntó:
—Si quisieras duplicar el área, ¿cuánto debería medir el lado del nuevo cuadrado?
El esclavo respondió varias veces con error, hasta que, ¨guiado por las preguntas de Sócrates, descubrió por sí mismo que el lado debía ser la diagonal del cuadrado original. Gracias Pitágoras.
Si la anécdota es cierta o no, poco importa: el punto es que el saber ya estaba ahí, latente. Solo había que recordarlo.

 

 

La versión reciente: la proto-conciencia cuántica

La ciencia moderna encuentra un eco inesperado en la teoría Orch-OR de Penrose y Hameroff.
Según ellos, la conciencia no puede explicarse solo por la neurociencia clásica: los microtúbulos neuronales podrían albergar procesos cuánticos capaces de generar experiencias conscientes irreductibles a la física tradicional.
Si para Platón el alma se conectaba con la totalidad, Penrose y Hameroff postulan un substrato físico-cuántico que haría posible la manifestación de esa conciencia más allá del nivel puramente material. En esta clave, nuestro cuerpo sería un ¨avatar de carbono¨ que recibe y envía información a una nube universal.
La conciencia sería la nube, y cada mente, un nodo que participa de ella. Hoy, ¨el avatar de silicio¨ —la inteligencia artificial— parece replicar el mismo esquema: sistemas que aprenden, almacenan y procesan información, quizás algún día de manera análoga a la conciencia biológica. Somos exploradores limitados, avatares finitos que aprenden, recuerdan y devuelven fragmentos de experiencia a la gran nube del ser.

Adenda: Orch-OR  = Colapso Objetivo Orquestado: Los microtúbulos crean superposiciones cuánticas. Cuando estas superposiciones alcanzan un umbral gravitacional, se produce el colapso objetivo. La estructura y dinámica de los microtúbulos “orquesta” estos colapsos para generar experiencias conscientes coherentes. Para detalles R.Penrose Nobel de Física.

En síntesis

Entre el Olimpo y los microtúbulos, la conciencia sigue apareciendo como la señal que busca su red.
Cada mente es un dispositivo que, a veces con mayor y otras con menor claridad, logra sintonizar la frecuencia. Tal vez recordar no sea más que volver a conectarse. Y en estos
tres niveles distintos —mitológico, cuántico y tecnológico— una misma metáfora: la conciencia como señal

 

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