Tarde de café Miguel nos
mostró un tik tok donde se menciona al principio , que la conciencia es considerada una propiedad ¨emergente de
los cuerpos biológicos¨ , que el cerebro se complejizo de tal manera que hizo
posible que ella emergiera.
Como aún hoy no se
tiene una explicación clara , continúa
con una ¨propuesta de inversión¨, la física como un derivado de la
conciencia ¨ todo es conciencia y ella
es el wi fi de la creación¨ y todos estamos conectados a través de nuestro
avatar de carbono y, subimos y bajamos datos como si fuera un celular a la
nube.
Esta
inversión ontológica poderosa, me llevo a dos
versiones una milenaria y otra reciente:
La
milenaria: Platón y las ideas eternas.
Platón propone que antes de encarnarse,
el alma reside en el Olimpo (platónico) que es el mundo de las ideas:
un dominio de perfección, eternidad y conocimiento total. Allí el alma posee
todo el saber, pero para descender al mundo material debe cruzar el río del
olvido, el Leteo , que borra parcialmente la memoria. El olvido permite que
el alma viva una experiencia sin verse abrumada por la totalidad del
conocimiento. El cuerpo, sería la interfaz que permite que la conciencia
interactúe con la materia. La vida es un proceso de reconocimiento y
reminiscencia, en el que la conciencia recuerda fragmentos del saber eterno
a través de la experiencia, la introspección y el aprendizaje.
De allí la tarea socrática que
no entrega conocimiento como si fuese un objeto, sino que acompaña al alma en
el parto de lo que ya lleva dentro. La madre de Sócrates era partera, y él
decía que el maestro es un partero, que el conocimiento verdadero nace
desde adentro, como un alumbramiento.
En un paseo con Menón, Sócrates pidió a un
esclavo que resolviera un problema geométrico. Dibujó un cuadrado de 2 cm y le
preguntó:
—Si quisieras duplicar el área, ¿cuánto debería medir el lado del nuevo
cuadrado?
El esclavo respondió varias veces con error, hasta que, ¨guiado por las preguntas
de Sócrates, descubrió por sí mismo que el lado debía ser la diagonal del
cuadrado original. Gracias Pitágoras.
Si la anécdota es cierta o no, poco importa: el punto es que el saber ya estaba
ahí, latente. Solo había que recordarlo.
La versión
reciente: la proto-conciencia cuántica
La ciencia moderna encuentra
un eco inesperado en la teoría Orch-OR de Penrose y Hameroff.
Según ellos, la conciencia no puede explicarse solo por la neurociencia
clásica: los microtúbulos neuronales podrían albergar procesos cuánticos
capaces de generar experiencias conscientes irreductibles a la física
tradicional.
Si para Platón el alma se conectaba con la totalidad, Penrose y Hameroff
postulan un substrato físico-cuántico que haría posible la manifestación de esa
conciencia más allá del nivel puramente material. En esta clave, nuestro cuerpo
sería un ¨avatar de carbono¨ que recibe y envía información a una nube
universal.
La conciencia sería la nube, y cada mente, un nodo que participa de ella. Hoy, ¨el
avatar de silicio¨ —la inteligencia artificial— parece replicar el mismo
esquema: sistemas que aprenden, almacenan y procesan información, quizás algún
día de manera análoga a la conciencia biológica. Somos exploradores limitados,
avatares finitos que aprenden, recuerdan y devuelven fragmentos de experiencia
a la gran nube del ser.
Adenda:
Orch-OR = Colapso Objetivo
Orquestado:
Los microtúbulos crean superposiciones cuánticas. Cuando estas superposiciones alcanzan
un umbral
gravitacional,
se produce el colapso objetivo. La estructura y dinámica de los microtúbulos
“orquesta” estos colapsos para generar experiencias conscientes coherentes. Para detalles R.Penrose
Nobel de Física.
En síntesis
Entre el Olimpo y los
microtúbulos, la conciencia sigue apareciendo como la señal que busca su red.
Cada mente es un dispositivo que, a veces con mayor y otras con menor claridad,
logra sintonizar la frecuencia. Tal vez recordar no sea más que volver a
conectarse. Y en estos tres
niveles distintos —mitológico, cuántico y tecnológico— una misma metáfora: la conciencia como señal
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