― ¡Asthor!
Miguel me pidió que "recordara cinco
libros" que me produjeron un cambio importante. Mi "yo que
recuerda" todavía lo está pensando, porque, por diferentes motivos, son
muchos los libros que siempre te producen un cambio importante, aun cuando
estos no sean tan evidentes en primera instancia. Dejo para más adelante
repreguntarle cuáles son los cinco libros que él recuerda. Hace más de cien
años, Gustave Flaubert, en una carta a su amante, le decía:
"Que sabios seríamos si solo conociéramos bien cinco o seis libros."
Durante las últimas décadas, las cosas han cambiado y mucho. Aprovechando que tomábamos un café, le repregunté a mi amigo el Dr. Pedro Pablo (Cacho) Perrotti cuáles cinco libros recordaba como marcadores importantes. Empezó citando El Quijote, pero el resto todavía lo espero, porque en ese momento un conocido suyo interrumpió la conversación, y luego esta siguió por otros rumbos. Yo decidí tomarme un tiempo para responder a Miguel. Mientras tanto, me dedico a recordar algunos libros que me impactaron por diversos motivos y en distintas épocas, que van desde mi niñez hasta la actualidad.
Los primeros libros que recuerdo se me aparecieron en
nuestra casa de Sáenz Peña. Tendría 4 años, y me parece que lo hicieron todos
al mismo tiempo. Me refiero a El Tesoro de la Juventud, de 20 tomos que aún
poseo; la Enciclopedia Espasa Calpe, de 6 tomos; Historia de la República
Argentina, de Vicente Fidel López, de 9 tomos; y El Mundo Pintoresco de la
Editorial Jackson, que es la misma editorial del Tesoro. Supongo que eso se
debía a que mis padres eran autodidactas, algo común en esa época. Mis primeras
lecturas fueron cuentos leídos por mi madre; de ellos, los que recuerdo siempre
son El Patito Feo y El traje Nuevo del Emperador, ambos de Hans C. Andersen.
Hoy me parecen no "tan" infantiles.
Alice's Adventures
in Wonderland ("Alicia en el País de las Maravillas") de Charles
Lutwidge Dodgson, que escribía bajo el seudónimo de Lewis Carroll, me parecía
más entendible antes que ahora. El libro se menciona frecuentemente en mecánica
cuántica; parece que la noción íntima de la cuántica es patrimonio de la niñez,
una edad en que todo se nos hace posible, como en los sueños, que también
tienen algo de cuánticos. En la primaria, en mi condición de medio pupilo del
Salesiano, antes del almuerzo nos leían durante unos minutos los capítulos de
libros de aventuras, casi siempre los de Emilio Salgari o Julio Verne.
El primer libro que recuerdo haber comprado, previo pedido
a mi padre de dinero fue Un drama en el Océano Pacífico, de Emilio Salgari,
tendría 8 años. Julio Verne fue para más adelante, Salgari era más
"real". Como ya creía haber aprendido a leer, El Tesoro de la
Juventud se transformó en mi libro de cabecera, sobre todo algunas de sus
secciones, tales como: "El libro de los por qué", "El libro de
las narraciones interesantes" y "Juegos y pasatiempos". Al
terminar la primaria, el libro que teníamos que estudiar para rendir el examen
de ingreso fue intimidante por su contenido, y además porque representaba una
primera e impensada barrera para continuar estudiando.
Ya en la secundaria, en Rosario, un día, sin que supiera
cómo ni de dónde, apareció uno de los libros prohibidos, solo mencionado
íntimamente en charlas con amigos de mi edad. Me refiero a Memorias de una
princesa rusa, tan misteriosamente como apareció, desapareció. Nunca supe quién
lo trajo ni quién se lo llevó. De más está decir que el libro era de una
pornografía cuasi ridícula. De esa época, la del secundario, el único libro que
tengo y releo con cariño en muchas oportunidades es: Lógica y Teoría del Conocimiento
de Vicente Fatone. Un hecho inesperado, un año atrás, en octubre de 2019, en un
pulguero encontré y compré Memorias de una princesa rusa, un recuerdo de mi
secundaria que debía recuperar.
Como universitario, los que me impactaron fueron la
colección de Semiología en tercer año. Con eso me sentí un detective;
recordemos que Arthur Conan Doyle fue médico. Ya como residente de cardiología,
mis lecturas favoritas fueron los libros de Electrocardiografía Deductiva de
Sodi Pallares y Fonomecanocardiografía de Bernardo Fislehder, Los Hemibloqueos
de M. Rosembaum; era el comienzo de una nueva cardiología con las
coronariografías, los by pass, la ecografía, el doppler. Luego los títulos y
los avances posteriores fueron numerosos. Un libro que deberíamos recomendar a
todos los estudiantes, cualquiera sea su disciplina, es Cazadores de Microbios
del Dr. Paul de Kruiff. Muchos científicos notables, entre ellos Konrad Lorentz
(Nobel de Medicina), aseguran que su lectura fue muy importante para su
formación científica.
Un hito importantísimo para la vida profesional fue
Epidemiología Clínica: Ciencia Básica para la Medicina Clínica, de D. Sackett y
colaboradores, porque este libro complementaba de alguna manera la visión
propuesta en Cazadores de Microbios, por supuesto desde otra óptica. En un acto
de desprendimiento y generosidad, les regalé el libro de Sackett a Miguel y
Juan Fernando en 1995, cuando recién salía a la venta. La escuela de Medicina
de McMaster de Ontario, Canadá, venía trabajando en el tema desde la década del
60. Con el libro de D. Sackett, los médicos teníamos a nuestra disposición una
llave para reevaluar nuestra profesión con un enfoque más científico.
Esto fue un cambio importante en nuestra profesión,
permitiéndonos una visión más enriquecida hacia la búsqueda de la verdad, con
un valor agregado: la filosofía y epistemología podían trasladarse fuera de los
límites de nuestra disciplina. Tal vez sea más fácil citar pensadores
importantes, desde los antiguos griegos hasta personajes muy conocidos como
Cervantes, Dante, Descartes, Kant, Hegel, Bergson, y otros clásicos, que uno
siempre de alguna manera relee y que sin dudas son motivadores de cambios importantes.
Pero de los más actuales, me gustó El Tao de la Física, de
F. Capra, tanto que luego busqué y compré varios libros de este autor. Todos
los de este pensador, como La Trama de la Vida, son de los que marcan en
profundidad. Es interesante que en su prólogo agradezca a un conocido de los
correntinos, Douglas Tomkins, por haberlo introducido en ecología profunda; sin
embargo, muchos en nuestra provincia lo denostaron, no creo que haya sido solo
por ignorancia. Otros libros que me impactaron son la Biografía de Kepler y
Sonámbulos de A. Koestler, Ficciones de J.L. Borges.
Debo destacar que, en ocasiones, los amigos me sugirieron
libros, y también, como creo que les ocurre a ellos, un punto, un nodo
cualquiera, que uno encuentra interesante, permite seguir la búsqueda que une
lo aparentemente diverso, y solo por algún motivo extraño lo está. La lista
supera con creces lo que Miguel me pidió, pero sigo adelante, tal vez haya
tiempo para podar.
El Cisne Negro: El Impacto de lo Altamente Improbable, de
N. N. Taleb, es uno de los que no puede faltar en una biblioteca que se precie
de tal. Su autor es N. N. Taleb.
Pensar Rápido, Pensar Despacio, de D. Kahneman, es un libro de lectura y aprendizaje obligatorio, que conforma una buena dupla con El Cisne Negro y con ellos se pone en línea El Arte de Pensar: 52 Errores de Lógica que es Mejor Dejar que Cometan Otros, de R. Dobelli. Pero, si tuviera más modestia, dejaría de nombrar Excursión al Pensamiento y la Educación, La Vieja y la Nueva Mochila y Agora y Otros, que releo de vez en cuando.
Entre otros libros que me impactaron están: Viaje
Extraordinario al Centro del Cerebro, de J.D. Vincent, En busca de la Memoria,
de E.R. Kandel, Introducción al Pensamiento Complejo, de E. Morin, Cómo
Funciona la Mente, de S. Pinker, El Cerebro Lector, de S. Dehaene, Civilización
Empática, de J. Rifkin, Qué nos Hace Humanos, de M. Gazzaniga, En Búsqueda de
la Realidad, de B. Stroud, Conversaciones sobre la Conciencia, de Susan
Blackmore, Paranoia y La Muerte del Próximo, de L. Zoja, En Defensa de la Ilustración,
de S. Pinker, Filosofía para Médicos, de Mario Bunge, Repensar la Sociedad, de
F. Dubet, Estado de Crisis, de Z. Bauman y C. Bordoni, De Animales a Dioses,
Homo Deus y 21 Lecciones para el Siglo XXI, todos estos de N.Y. Harari,
Portarse Mal y Un Pequeño Empujón, de R. Thaler, La Quinta Disciplina, de P.
Senge, Lo Inevitable, de K. Kelley, Ontología del Lenguaje, de R. Echeverría,
El Principio 80/20, de R. Koch, Epistemología, de J. Samaja... Como una vez
comentara el célebre semiólogo U. Eco, lo importante realmente es lo que
todavía no leí.
¡Miguel, tu
pregunta es muy difícil de contestar! Sigo la búsqueda.
1 comentario:
Jajaja muy bueno !!!
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