domingo, agosto 31, 2025

¡AHORA A LEER CON LAS LOCALIDADES COMPLETAS!

 

¡AHORA A LEER CON LAS LOCALIDADES COMPLETAS!

“Antes de la aparición del sistema nervioso todo el proceso cósmico era un espectáculo ante localidades vacías. Después de su aparición los colores, los olores y las emociones dieron animación a un Universo hasta entonces silencioso”.
                                                                                                                       — R. W. Sperry

Las líneas más importantes de investigación del ser humano como unidad —cuerpo, mente, espíritu y cerebro— están hoy intercambiando activamente ideas, con resultados fascinantes. Me refiero a las neurociencias, las ciencias cognitivas y la inteligencia artificial. Algunos inventos han logrado entreabrir nuestra “caja negra” y convertirla en objeto de estudio.

Hoy sabemos cada vez más sobre los cómos y los porqués de nuestro funcionamiento, aunque aún se nos escapa la gran pregunta del para qué: ¿Para qué fuimos habilitados con esas “localidades” de la función cósmica de las que habla Sperry?

Ante los avances del conocimiento surge inevitablemente otra pregunta: ¿cuál ha sido el invento más grande de la humanidad? Para muchos, la agricultura; para otros, la escritura cuneiforme inventada por los sumerios, por su poder democratizador del conocimiento. Stanislas Dehaene nos recuerda que las letras no son simples figuras, sino el “prodigioso invento de traducir lo abstracto en concreto —y viceversa—, convirtiéndose así en la fuente de nuevas abstracciones”. Hace seis mil años, los sumerios, con un cerebro humano ya de 200.000 años de antigüedad, necesitados de contabilizar sus bienes, nos legaron la escritura como prolongación de la memoria personal y colectiva.

Aquí se abre un dilema fascinante: ¿el cerebro se adaptó a esa nueva forma cultural, o la cultura se fue adaptando al cerebro? Una posición muy clara sostiene: “Si el cerebro no evolucionó para la lectura, lo opuesto debe ser verdad: la escritura evolucionó en el marco de nuestras limitaciones cerebrales. Nuestra corteza no evolucionó específicamente para la lectura: no hubo tiempo ni presión evolutiva suficiente para que esto ocurriera. Al contrario, la escritura evolucionó para ajustarse a la corteza”. Fue la cultura la que se adaptó, retroalimentándose en un ciclo mutuo.

Aquí entra en escena un hallazgo decisivo: Rita Levi-Montalcini, Premio Nobel de Medicina, descubrió la neuroplasticidad neuronal, esa capacidad del sistema nervioso de establecer puentes entre genes, biología, cultura y sociedad. Gracias a ella, no solo aprendemos a leer y a escribir, sino que el universo entero recobra movimiento en nuestra experiencia. Lo que Sperry describía como un cosmos silencioso encuentra, en nuestras redes neuronales plásticas, la posibilidad de convertirse en música, palabra, ciencia, emoción.

Einstein decía: “Pienso en imágenes, no en palabras”. Esa frase ilumina que la imagen es el núcleo de todo pensamiento, incluso del más abstracto. Antes que la gramática, antes que la letra, está el destello de una forma mental, una constelación visual que organiza el mundo. La mente primero dibuja, después nombra.

Desde esta posición, todo comienza con un estímulo: una huella luminosa, un contorno, una vibración. El ojo lo capta, la piel lo reconoce, el oído lo insinúa... La percepción organiza ese flujo en una imagen, y la imagen se convierte en el núcleo de toda experiencia significativa. De allí nace el pictograma: la primera fijación de una imagen en un soporte, intento de apresar en un trazo lo que se ve y se siente. El pictograma pertenece al mundo de lo concreto; es reflejo y espejo.

Con el ideograma, la imagen se vuelve más abstracta: ya no representa solo lo visible, sino lo pensado. La imagen deja de ser espejo y se convierte en símbolo. La letra es el siguiente paso: un trazo despojado de figura concreta, forma repetible y combinable. En ese despojamiento, la imagen parece perder potencia, pero en realidad la multiplica: la letra, mínima e inerte por sí sola, al enlazarse con otras se convierte en palabra, en frase, en texto. El poder ya no reside en la figura aislada, sino en la red que conforma.

La escritura es, entonces, el viaje de ida y vuelta entre lo abstracto y lo concreto: de la percepción inmediata al signo visible, del signo al significado, y del significado nuevamente a una percepción interna compartida. Cada lectura revive este trayecto; cada escritura lo reinventa. Incluso la letra más mínima conserva la memoria de una figura, un eco visual que el ojo reconoce antes de que la mente traduzca. Todo el universo de palabras, frases y textos se sostiene sobre esta arquitectura invisible: un linaje de imágenes que se fueron haciendo cada vez más abstractas, hasta llegar a la letra, que es a la vez lo más pobre y lo más fértil del lenguaje escrito.

Cada imagen gráfica —sea letra, símbolo o pictograma— es un átomo del sentido, una partícula que alcanza su verdadero poder al enlazarse con otras, formando moléculas de palabras, frases y finalmente tejidos más vastos: los textos. El universo de la escritura se construye como una química del sentido, donde lo más pequeño resuena en lo más grande y donde cada trazo porta en potencia una memoria colectiva.

El universo ya no es un espectáculo vacío: se despliega en nosotros y a través de nosotros, en la continua reinvención de la cultura y de la mente. Cada letra escrita es un pequeño acto cósmico: una chispa que transforma el silencio en sonido detenido, en huella visible, en conciencia compartida. Somos, al mismo tiempo, espectadores de esa proliferación simbólica y creadores del sentido que ella inaugura, fruto de la alianza entre plasticidad cerebral y cultura acumulada.

Epílogo: del silencio al diálogo

El universo ya no es un espectáculo vacío: se despliega en nosotros y a través de nosotros, en la continua reinvención de la mente y de la cultura. Cada letra escrita es una chispa cósmica: transforma el silencio en huella visible, en conciencia compartida. Allí se esconde, quizá, el verdadero “para qué” de esas misteriosas localidades cósmicas: convertir la soledad del pensamiento en diálogo infinito, y el silencio del universo en memoria común.

sábado, agosto 30, 2025

Números infinitos : en viaje con amigos.


 

Números infinitos : en viaje con amigos.


 

 

 

 

 


Las matemáticas siempre son un desafío, pero viajamos con su ayuda.  Un numero irracional y de incognito nos acompaña desde siempre; es el número π. Con nuestros queridos amigos los Cacace  haciendo una parada llevando  nuestras valijas en un pequeño tramo, únicamente lo podíamos hacer mediante la ayuda de las rueditas ,el invento milenario de los sumerios que además nos legaron la escritura ,el arado y otras nimiedades , seguramente sin pensar  lo que harían con sus inventos otros iluminados siglos después.

Si bien los sumerios inventaron la rueda,  los mayas también la conocían, pero la usaban solo como adorno ritual. Una diferencia  decisiva: no basta con saber que algo existe, importa cómo lo integramos a la vida práctica. Con todos los números irracionales sucede algo parecido, se conocieron hace siglos, pero recién con las matemáticas modernas se volvieron herramientas de cálculo, ingeniería y arte. El conocimiento, como la rueda, solo transforma cuando se hace parte del camino.

Números irracionales más conocidos además del π (pi), √2, e y φ (phi, el número áureo) todos ellos  no pueden escribirse como fracción exacta y, al expandir sus decimales, jamás terminan ni se repiten. Son, de algún modo, ¨infinitos atrapados en un símbolo finito¨.

  • π gobierna los círculos, las ondas, la resonancia, hasta los algoritmos de compresión de música…
  • √2, descubierto en la antigua Grecia, rompe la fe pitagórica en que “todo era número entero o fracción”. A su descubridor Hiposo al parecer no le fue bien.
  • e (2,718…) aparece en el crecimiento de poblaciones, en los intereses bancarios y en la expansión viral de un meme es el número natural del crecimiento continuo, el que aparece siempre que el cambio se retroalimenta a cada instante.
  • φ, la proporción áurea, parece tejer un puente entre lo estético y lo biológico, desde el Partenón hasta la disposición de las hojas en una rama.

¿Qué es la Proporción ÁUREA?

Todos ellos habitan nuestro mundo concreto: infinitos que actúan en realidades finitas.

No se puede atribuir el descubrimiento del número pi a una sola persona, sin embargo,  Arquímedes de Siracusa (siglo III a. C.) es reconocido por haber realizado la primera aproximación precisa de su valor. Utilizando un método geométrico de polígonos inscritos y circunscritos en un círculo, logró acotar el valor de pi entre 3.1408 y 3.1428. El nombre "pi" fue popularizado por el matemático suizo Leonhard Euler en el siglo XVIII.

El descubrimiento de raíz cuadrada de 2 , se cree que un miembro de los pitagóricos, llamado Hipaso de Metaponto, demostró que no puede expresarse como fracción de enteros. Fue una gran sorpresa para la fe pitagórica. Se cuenta que  Hipaso no le fue nada bien por revelar este secreto.

El número e ≈ 2,718e approx es como la “constante del cambio continuo”.
Lo descubrió Jacob Bernoulli a fines del siglo XVII, al estudiar el interés compuesto, y luego Leonhard Euler lo desarrolló a fondo. Si algo
crece o decae sin pausas (dinero, bacterias, radiactividad, epidemias), aparece e.

El número áureo tampoco  fue descubierto por una sola persona. Su estudio se remonta a la antigua Grecia, donde los pitagóricos y Euclides lo describieron en términos de una "división de una línea en extrema y media razón" en su obra Elementos.

La asociación del número áureo con la sucesión de Fibonacci fue establecida por el matemático italiano Leonardo Fibonacci en el siglo XII, aunque el nombre de la serie se popularizó posteriormente. Los primeros términos de la secuencia son: 0,1,1,2,3,5,8,13,21,34,... A medida que la secuencia avanza, el cociente entre un término y el anterior se aproxima al número áureo, que es aproximadamente 1.6180339887...

El nombre "phi" (Φ) en honor al escultor griego Fidias fue adoptado en el siglo XX por el matemático estadounidense Mark Barr, debido al uso de esta proporción en las esculturas de Fidias, como las del Partenón.

Los irracionales son un recordatorio de que la realidad siempre desborda cualquier medida exacta. Están presentes en cada onda, cada espiral, cada proporción, como un eco permanente de lo ilimitado en lo limitado.

Epílogo:

Los números son aliados invisibles, a veces incómodos, a los que no todos sienten simpatía. Los números irracionales, en particular, dan “razón”: son los menos comprendidos, pero sin duda los más utilizados. Su presencia es ineludible. Los recurrimos para organizar lo cotidiano: medir distancias, calcular presupuestos, capturar una foto digital, asegurarnos de que nuestra casa no tenga falsa escuadra, elegir la diagonal al cruzar una plaza, descifrar patrones o cortar una pizza en partes iguales. En síntesis, para entender la naturaleza misma. Nos acompañan en cada decisión, en cada uso de la tecnología, aunque no siempre los comprendamos o los amemos.

Su utilidad supera cualquier disgusto; su silencio es firme y constante. Son la prueba de que incluso aquello que nos resulta incómodo puede ser un recurso esencial para vivir, orientarnos y hallar armonía en el mundo. Invisibles pero omnipresentes, nos recuerdan que lo esencial a menudo pasa desapercibido, y que, sin ellos, nuestro camino sería más incierto, menos medido, menos sentido.

 

 

viernes, agosto 29, 2025

MEMORIA Y OLVIDO


 

 

 

MEMORIA Y OLVIDO

                                        

Paciente H.M.(Henry Molaison)

En el laboratorio de café , recordábamos que en todo aprendizaje existen una serie de claves. Una de ellas es la  de ¨cambiar nuestra manera de procesar el pensamiento, por eso más que oportuna es la propuesta de Howard Gardner en su libro ¨Mentes flexibles El arte y la ciencia de saber cambiar nuestra opinión y la de los demás.¨ 

Para H. Gardner existen unas palancas que favorecen el cambio mental, cuando logramos que ellas operen en armonía, y estas son: La razón. La investigación. La resonancia. Los recursos y recompensas, Los sucesos del mundo real. Las redescripciones representacionales. Reconoce que siempre existen resistencias al cambio, tales como el arraigo y el poder de nuestras primeras teorías basadas en intuiciones sobre la materia, sobre la vida, sobre la mente o sobre las relaciones humanas. 

En una charla entre pacientes, Miguel me pregunto: ¿Para qué estudiamos si nos olvidamos?  La respuesta seria recordar el tormento de Funes, que su  incapacidad física y de olvidar lo hizo un doble prisionero. Olvidar es necesario en su justa medida y en su debido tiempo.

Pero como mi cumpleaños me había regalado el libro ``Que es la Memoria`` de Rodrigo Quian Quiroga, voy a mencionar algunos fragmentos del capítulo: `` Como representamos conceptos`` porque  tienen relación con su pregunta.

A partir de estímulos exteriores ¨generamos imágenes¨  las que dan lugar a las unidades del pensamiento;  que son los conceptos. Estos tienen una base neuronal compleja, que comienza en la retina (solo por mencionar la vía más estudiada), David Hubel y Torsen Wiesel (Nobeles de medicina 1981) descubrieron que hay neuronas en la zona de la visión que responden a líneas con distinta orientación. Desde allí la información llega a la corteza, previo pasó por el tálamo, camino que se está conociendo en base a estudios experimentales en distintas especies.

R.Q. Quiroga  con su equipo de trabajo mostrando imágenes en una  lap top a un paciente descubrió  que una neurona respondía a un concepto, y ese concepto era Jennifer Aniston.  Fue solo el comienzo, luego se demostró que respondía al concepto no solo como imagen, sino también si estaba escrito o también auditivamente, además J. Aniston no era el único ejemplo.

La memoria está distribuida en distintas partes del cerebro, no hay una geografía específica que ejerza de "baúl de los recuerdos", pero sí hay un área específica involucrada en su formación: el hipocampo, allí se forman los conceptos. Si no tenemos esa área no podemos generar nuevas memorias``

Algunas neuronas pueden responder a distintos personajes, con esto demostró que las neuronas responden a conceptos relacionados, codificando asociaciones que guardamos en la memoria. Los detalles dependen de la corteza y muchos ellos ¨pasan¨ al olvido.  Que las neuronas codifiquen asociaciones es lo lógico, porque en eso reside  la memoria basada en la plasticidad neuronal. 

Estas asociaciones se codifican en relación con solapamientos parciales de las neuronas de concepto, si el solapamiento fuera total se confundiría y no serían distinguibles.  Se demostró además que existe la posibilidad de que distintos estímulos pueden generar un concepto. Si bien esto no explicaría todo, es un importante comienzo para generar futuros estudios y bajarlos a la práctica, sea para mejorar o solucionar nuestros problemas de conocimiento que revelan una misma verdad: recordar y olvidar son procesos complementarios e indispensables.

En síntesis, la neurociencia actual muestra que el olvido no es un accidente, sino un proceso activo, dependiente de neurotransmisores, que cumple una función adaptativa. Olvidar nos libera de detalles irrelevantes, permite generalizar, abre espacio para nuevas conexiones. Es el precio —y el regalo— de aprender. Podríamos decir, entonces, que no estudiamos para recordarlo todo, sino para transformarnos, que lo esencial es que de lo aprendido no queda como dato literal, sino como huella como engramas, huellas físicas inscritas en nuestras redes neuronales, que reconfiguran nuestra mente, modelan nuestra manera de pensar, decidir y comprender, y nos convierten, en personas diferentes a medida que pensamos  aprendemos, comprendemos y decidimos.

H.M. nos recuerda que sin memoria no hay identidad, Funes que sin olvido no hay vida y,
la ciencia  que aprender es, sobre todo, cambiar, reorganizar nuestras asociaciones para dar nuevo sentido a lo vivido.

…Quizá la verdadera competencia cognitiva no sea recordar más, sino saber qué olvidar, cómo transformar lo que recordamos y cómo dar sentido a lo que permanece…

 

Adenda:

El paciente H.M. fue una versión real y opuesta a Funes. Su verdadero nombre se dio a conocer cuando se murió. Por haber sufrido epilepsia postraumática se le reseco las dos  terceras partes de su hipocampogiro hipocampal y amígdala. Su hipocampo parecía haber quedado completamente sin función, los 2 cm restantes estaban atrofiados, y además, el principal centro de comunicación con el hipocampo había sido destruido, quedo con amnesia anterógrada,  pero podía aprender actividades motoras. En él  se basó la película ¨Memento¨.

Mini Glosario Tentativo:

  • Estudiar: esfuerzo aplicado para entender algo, una cosa o un trabajo de cualquier tipo.
  • Aprender: acción que genera cambios estables en nuestra estructura cognitiva, logrando modificaciones de significados y experiencias.
  • Aprender a aprender: tomar conciencia de cómo aprendemos, reconocer mecanismos y estrategias para elegir los más eficaces.
  • Aprendizaje: proceso de construcción de conocimiento.
  • Comunicar: transmitir significados.
  • Competencias: desempeños integrales de capacidades cognitivas, actitudinales y aptitudes en situaciones diversas.
  • Competencias básicas: aprender a aprender, comunicación lingüística, matemáticas, interacción con el mundo, tratamiento de la información y competencia digital, social y ciudadana, artística y cultural, autonomía personal.
  • Concepto: abstracción de los rasgos fundamentales de un objeto, real o ficticio.
  • Conocer: resultado del aprendizaje.
  • Conocimiento: capacidad proposicional positiva o negativa.
  • Dato: unidad de conocimiento con estructura invariable, objeto de la estadística.
  • Educación: proceso por el cual intentamos cambiar activa y globalmente el sentido de la experiencia.
  • Enseñanza: guía formal o informal que favorece la construcción de conocimientos.
  • Olvido: proceso activo dependiente de neurotransmisores, con importancia adaptativa si respeta límites.
  • Poder: saber qué obviar.
  • Saber: poseer conocimientos.

 

 

jueves, agosto 28, 2025

Formas, fractales y la rebelión de la incertidumbre

 

Formas, fractales y la rebelión de la incertidumbre

Descripción: DSC06159 - copia Blanca y Edgardo leyendo antes de entrar a la Sagrada Familia

Hace años visitamos ¨La Sagrada familia¨. Días atrás en un charla en el ¨laboratorio de café de Marta¨ , Miguel  menciono  por una circunstancia especial de la charla de los laboratoristas,  la importancia de forma y fondo. Me pareció apropiado releer La rebelión de las formas,  de Jorge Wagensberg, cuya tesis central gira en torno a un concepto potente: ¨La forma como frontera significativa, como superficie que separa, pero también como lugar donde emerge el sentido¨.

La forma no solo se expresa en lo singular, la naturaleza ¨habla en fractales¨: patrones que se repiten y Gaudí, como pocos, supo escuchar esa geometría. Su arquitectura es un fractal , una resonancia entre lo pequeño y lo grande, entre lo biológico y lo cultural.

La forma no solo dice algo del objeto dice algo del entorno, del pasado y del futuro probable de ese objeto. Es un acto de selección.

Y Wagensberg distingue tres niveles de selección: la fundamental, la natural y la cultural. En cada una de ellas, la forma emerge como respuesta a la incertidumbre, como dispositivo de adaptación y de sentido.

En la fundamental:  En el mundo inerte, la forma es el resultado de la simetría del entorno: de la isotropía del espacio-tiempo. Por eso la esfera es la forma más recurrente. No es casual que los planetas lo sean. La esfera es la forma mínima, cerrada, resistente, perfecta para soportar lo que no se puede cambiar.

En la natural: En el mundo vivo, la forma responde al movimiento y a la relación: la simetría bilateral permitió diferenciar un frente de avance, un dorso, unos laterales. Aparecen los ojos, las bocas, las direcciones. El ser vivo necesita forma para orientarse, para decidir. Nada representa mejor esta lógica que la membrana celular. Lejos de ser una mera frontera pasiva, la membrana es una arquitectura activa, una forma inteligente que permite la vida. Cuando comencé medicina , la membrana y ,el potencial de membrana en reposo muchas veces saco el sueño a muchos. La membrana selecciona, regula, comunica, adapta, repara, responde con plasticidad, pero también con memoria. Conserva la forma no por rigidez, sino por una estrategia dinámica de adaptación constante. De hecho, podríamos decir que la inteligencia empieza allí: donde una forma decide activamente;  qué dejar entrar, qué dejar salir, y cómo mantener su integridad sin aislarse. Es, en palabras de Wagensberg,  la rebelión contra la incertidumbre.

En la cultural: La cultura es el arte de anticipar la incertidumbre a través de la forma. La obra de Antonio Gaudí, especialmente la Sagrada Familia, parece una manifestación radical de esa rebelión de las formas.  Gaudí no imitó la naturaleza, la comprendió estructuralmente. Sus columnas se ramifican como troncos de árboles que sostienen la bóveda como un bosque. Las curvas no decoran: distribuyen tensiones. La arquitectura, en él, se convierte en una biología petrificada.

 

 

En esta obra se integran los tres niveles de selección:

  • La forma fundamental: las cúpulas y bóvedas recuerdan esferas, minimizan tensiones, optimizan materiales.
  • La forma natural: la mimesis de las formas vivas —huesos, hojas, raíces— dan lugar a estructuras resilientes, estables pero orgánicas.
  • La forma cultural: la estética de Gaudí es una visión del mundo desde el lenguaje profundo de la naturaleza.

En su obra la noción de fractal se vuelve evidente: las ramificaciones de las columnas reproducen el crecimiento arbóreo, la multiplicación de arcos parabólicos evoca las trayectorias naturales de fuerzas, y la repetición de patrones ornamentales revela la autosimilitud propia de la vida.

De la biología a la cultura: inteligencias de frontera

Según Wagensberg, la piedra tiene inteligencia grado 0: resiste. La célula tiene inteligencia grado 1: se anticipa a lo previsible. El animal superior tiene inteligencia grado 2: improvisa ante lo inesperado. El ser humano, con su cultura, alcanza la inteligencia grado 3: elabora estrategias conscientes, con lenguaje, memoria y forma.

La forma es, entonces, una inteligencia encarnada, por eso la arquitectura, la ciencia, el arte y la biología convergen en esta noción poderosa. Una forma no es solo algo que se ve, sino algo que funciona, que comunica en biología lo aprendimos desde los primeros años.

Epilogo

Años atrás, con Blanca y mi hijo Edgardo, nos detuvimos frente a la Sagrada Familia. Mirábamos hacia arriba y teníamos la misma sensación que uno tiene al entrar en un bosque. Lo recordé días atrás, en el “laboratorio de café de Marta”, cuando Miguel mencionó la importancia de fondo y forma. Y entendí algo más: en las conversaciones con amigos también hay una dimensión fractal. Un gesto, una sonrisa, un guiño pueden repetirse y amplificarse como ramas que sostienen el diálogo. La forma no es solo lo que decimos, sino cómo lo decimos; no solo la arquitectura de Gaudí, sino también la arquitectura invisible de una charla que nos sostiene y nos transforma.

miércoles, agosto 27, 2025

Vaso medio lleno, vaso medio vacío: percepción, referencia y sensación

 

Vaso medio lleno, vaso medio vacío: percepción, referencia y sensación

El 31 de julio de 2016, Cacho nos lanzó una pregunta sencilla pero profunda: ¿Qué piensan de la metáfora del vaso medio lleno o medio vacío?

A primera vista, puede parecer solo un juego de optimismo o pesimismo. Sin embargo, esta metáfora revela procesos complejos de percepción, emoción y juicio. Las metáforas trasladan ideas de un dominio a otro, eluden la literalidad y, al mismo tiempo, nos permiten explicar, enseñar y reflexionar sobre fenómenos abstractos.

La satisfacción que sentimos al mirar un vaso depende de nuestro punto de referencia. No es lo mismo ganar 100 ml de agua si el vaso estaba vacío que perder 100 ml si estaba lleno. Esta idea central se encuentra en la teoría de las perspectivas, desarrollada por Kahneman y Tversky. Según esta teoría:

1.      Evaluación relativa al punto de referencia: Percibimos ganancias y pérdidas en comparación con un nivel neutro o esperado. Perder 10 pesos duele mucho más si nuestro punto de referencia es tener solo 50 que si es tener 1.000.

2.      Disminución de la sensibilidad: A medida que los valores aumentan, los cambios absolutos importan menos. La diferencia entre 100 y 200 parece más significativa que entre 900 y 1.000, aunque la variación sea la misma.

3.      Aversión a la pérdida: Evolutivamente, responder con urgencia ante una pérdida ofrecía ventajas de supervivencia. Por eso perder 100 dólares duele más que la alegría de ganarlos; nuestra curva emocional es más inclinada frente a las pérdidas que frente a las ganancias.

                                                 

Estos principios se complementan con los descubrimientos de Weber y Fechner en psicofísica. Weber observó que nuestra percepción de un cambio depende de su proporción respecto al estímulo inicial, no de su valor absoluto. Fechner formalizó esta relación en una ecuación logarítmica, mostrando cómo la sensación crece más lentamente a medida que aumenta el estímulo.

Es importante aclarar que nuestras percepciones no siempre son estrictamente logarítmicas. La relación logarítmica funciona bien para muchos estímulos sensoriales, pero la experiencia emocional y cognitiva puede modificar esta relación. Por ejemplo, la aversión a la pérdida genera una percepción asimétrica: un evento negativo se siente mucho más intenso que uno positivo equivalente. Así, la percepción combina la sensación física proporcional con la evaluación subjetiva, y el punto de referencia y el contexto alteran radicalmente cómo vivimos un mismo estímulo.

Para ilustrarlo con una experiencia cotidiana: me regalaron una botella de champagne, y al recibirla sentí alegría; era un “ganar” que aumentó mi bienestar. Pero en un descuido, se me cayó y se rompió. La pérdida me dolió mucho más que la alegría inicial: un ejemplo perfecto de aversión a la pérdida y de cómo la percepción emocional no es lineal. La sensación de pérdida fue desproporcionada respecto al tamaño del regalo, porque mi punto de referencia ya estaba elevado por la anticipación y la alegría inicial.

De manera similar, la psicofísica explica que la intensidad de nuestra sensación depende de la proporción del cambio. Si la botella se hubiese roto mientras apenas esperaba un simple brindis, la percepción del daño habría sido menor; al estar en un estado de alta expectativa, el impacto subjetivo fue mucho mayor.

Al final, la metáfora del vaso nos recuerda algo simple y profundo: nuestra interpretación de la realidad depende de perspectiva, contexto y experiencia previa. La solución, como dice Cacho con humor y sabiduría, no siempre es llenar el vaso; a veces basta con un vaso más grande y aprender a apreciar su contenido… y a cuidar las botellas de champagne.

 

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