AL ENCUENTRO DE LOS PARADIGMAS
Hace años asistí a una charla sobre los
paradigmas que comenzó con un ejemplo de
paradigma de la mala interpretación.
Un hombre y
una mujer estaban en la misma situación, pero en contextos completamente
diferentes para su "conversación". El hombre, al ver una vaca en una
curva de la carretera, gritó "¡Vaca!" para advertirle del
peligro que se aproximaba. Su intención era ayudar. La mujer, al escuchar
"¡Vaca!", pensó que el hombre la estaba insultando. Por eso,
le respondió con otro insulto, llamándolo "Cerdo". Su contexto
era de conflicto. Al final, la mala interpretación de la mujer tuvo una
consecuencia seria: atropelló a la vaca porque estaba más concentrada en el
insulto percibido que en la advertencia real. Esto demuestra lo rápido que un
malentendido puede escalar y tener repercusiones en la vida real.
La misma señal, dos
interpretaciones. No fue un problema de información, sino de marco
interpretativo.
En ciencia y en la vida, a ese marco lo llamamos paradigma: que es
el conjunto de creencias, conceptos y reglas que usamos para interpretar el
mundo, actuar entender la realidad,
resolver problemas y generar conocimiento. Conceptualmente los paradigmas varían
según el campo de estudio, pero en esencia, representan la forma dominante de
ver y hacer las cosas en un momento dado. Su etimología del griego
para- (“junto a, al lado de”) y deiknumi (“mostrar”),
significa literalmente “modelo” o “ejemplo que se exhibe”.
Desde que aprendemos a
hablar, el lenguaje empieza a poblarse de palabras que se vuelven más nuestras
que de nadie. Toda comunidad profesional cultiva su propio léxico que funciona
como seña de identidad. Los médicos, por ejemplo, usamos siglas y abreviaturas
que para nosotros condensan mundos, pero que para los ajenos son pura opacidad.
La Estructura de las Revoluciones Científicas, es un libro de Thomas Kuhn, físico
convertido en historiador y filósofo de la ciencia, que le dio a paradigma
un alcance que trascendió lo académico. Su paso por la psicología de la
percepción, la teoría de la Gestalt y el estudio del lenguaje amplió su visión
más allá de la física. Propone
que debe llamarse ¨revolución¨ a un cambio de paradigma , porque frente a las
diferencias grandes y esenciales entre el desarrollo político y científico, el paralelismo puede justificar la metáfora que
encierra revoluciones en ambos casos.
Las revoluciones políticas se inician por medio de un sentimiento
cada vez mayor de que una fracción de la comunidad política de las
instituciones existentes han dejado de satisfacer adecuadamente a los problemas
planteados. De manera similar las
revoluciones científicas de que un
paradigma es que un modelo científico ha dejado de funcionar adecuadamente pese
a que durante cierto tiempo proporciono soluciones, a una determinada comunidad científica.
Los ejemplos de cambio de paradigma son muchos:
Un lugar destacado ocupa el heliocentrismo de Copérnico que reemplazó
al geocentrismo ptolomeico que se inició dos siglos antes de Cristo. Creo que
todos entendemos cuando escuchamos o decimos revolución copernicana para
referirnos a cambios paradigmáticos.
La teoría microbiana de Pasteur y Koch desterró explicaciones miasmáticas de la enfermedad.
La teoría
de la deriva continental de Wegener, ridiculizada en su momento, se
convirtió en la base de la tectónica de placas.
La secuenciación masiva de ADN cambió la biología y la medicina en una década.
Einstein construyó
teorías basadas más en intuiciones conceptuales que en un método, ignorando
buena parte de la literatura existente y fusionando ideas de diversas
disciplinas.
Bohr, con su
modelo atómico, introdujo postulados aparentemente contradictorios que
mezclaban física clásica y cuántica incipiente, transgrediendo la “pureza”
teórica demandada por sus contemporáneos.
Feyerabend: el hereje :
Para Paul
Feyerabend, En Contra el método, defendió que no existe un único método
científico válido y que “todo vale” en la búsqueda del conocimiento. La
historia demuestra que los grandes
avances nacen rompiendo reglas y combinando enfoques contradictorios. Precursor de la apertura Defendió el pluralismo metodológico:
permitir que convivan enfoques muy distintos, incluso contradictorios, porque
la diversidad de caminos aumenta la posibilidad de hallazgos. Advirtió que la
rigidez metodológica podía convertirse en un obstáculo tan grande como el
dogmatismo religioso en el pasado.
Mientras que Kuhn veía los paradigmas como marcos estables que guían la
ciencia, Feyerabend alertaba sobre el riesgo de que estos se conviertan en
ortodoxias rígidas que ahogan la creatividad y excluyen visiones disidentes. En la superposición actual de paradigmas, lo
que podríamos llamar confusión paradigmática, Feyerabend encontraría una
oportunidad, no un problema, para que ideas divergentes se crucen y den lugar a
innovaciones inesperadas, su posición es más que valida en el contexto de
descubrimiento Hoy, el avance de la inteligencia
artificial generativa es una forma feyerabendiniana de
de creatividad y propiedad intelectual opaca.
Creo que esta síntesis muy bien podría pertenecer
a Feyerabend
Conclusión
Kuhn reconoció que la palabra paradigma se le escapó de las manos:
terminó significando casi cualquier idea dominante. Sus críticos le reprocharon
dar demasiados significados (cerca de veinte) y propusieron reemplazarla por
“ejemplar”. Pero, más allá del término, su punto central sigue vigente: El progreso científico
implica cambiar no solo datos, sino formas de entenderlos, es lo que Kuhn llamó
cambio paradigmático. Hoy, la integración de la IA desafía los métodos
tradicionales y la autoridad del conocimiento. Feyerabend es clave aquí, pues
defendió la pluralidad metodológica y la apertura a rupturas creativas,
ayudándonos a aceptar la incertidumbre y aprovechar lo disruptivo. Así, el
método científico se convierte en un ecosistema flexible donde conviven rigor,
diversidad y colaboración humano-máquina opaca, señalando una nueva madurez
científica.
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