La
felicidad está en la búsqueda: dopamina, deseo y el lenguaje molecular de las
emociones
¨Pues el futuro incierto está
por venir con todo tipo de futuros; solo aquel al que la divinidad ha
garantizado una felicidad continuada hasta el final puede ser llamado feliz¨
Solón ante Creso
H. Bergson propone que la
felicidad, debido a su complejidad justifica su vaguedad, una forma de aceptar
que cada uno la defina a su manera. Lo de
Solon es el error de creer que la
felicidad está al final del camino, Miguel me regalo el 27 01 2010 el libro de E. Punset * EL VIAJE A LA FELICIDAD
Las nuevas claves científicas* E. Punset. En su libro también sugirió
dejar la definición para más adelante, y aposto al estudio comparativo con la
vida emocional de los animales, porque allí abundan pistas para nuestro viaje a
la felicidad, abordando primero lo común y luego las diferencias.
La felicidad
es uno de los universales siempre presente en nuestro ¨laboratorio
de café¨ , Punset tiene una frase que nos lleva a una nueva visión , “la
felicidad está en la antesala de la felicidad”. Relata una anécdota que con su perra Pastora aprendió acerca de la felicidad , su perra cuando
sabía que iba a comer, tenía
movimientos que expresaban una emocion importante, al comenzar a comer la situación era totalmente distinta.
Eso que era evidente encerraba cambios invisibles pero muy importantes que nos
son exclusivos sino de grado en los distintos animales.
En el momento previo se activaban en el hipotálamo los resortes del
deseo, que solo se encienden en
la búsqueda , en este caso, el acto de comer activa los del placer. Esto estaba además evidenciado la
diferencia entre el deseo y el placer que se puede experimentar en todos los órdenes de la vida cuya
fundamentación intima se comenzó a conocer durante las últimas décadas, avalada
por experimentos científicos y que
tienen que ver con ¨los ligandos¨ entre los cuales es fundamental la
dopamina.
En los experimentos con
ratas, se observó que, al bloquear la dopamina, perdían completamente
el deseo de actuar, como diría Spinoza perdían el ¨conatus¨ , el esfuerzo inherente de
cada cosa a perseverar en su propio ser, la fuerza vital que impulsa a cada
individuo a mantener su existencia y aumentar su potencia de acción. Las ratas no comían ni bebían por voluntad propia y se morían. Sin
embargo, si se les ofrecía directamente agua o soluciones azucaradas, sí
experimentaban placer. El deseo estaba apagado, pero el placer
básico seguía allí, pasivo, sin impulso. Esta diferencia entre deseo
y placer es central para comprender la salud mental, la depresión y la
adicción.
Lo que nos mueve, lo que
realmente nos enciende, no es tanto la obtención del objeto deseado, sino la búsqueda
misma. Esta ¨intuición¨, hoy, cuenta con respaldo neurobiológico: la dopamina
no es la molécula del placer sino del deseo. Pastora la perra de Punset
ya lo sabía.
La dopamina:
actúa como el empuje vital, que se activa cuando
imaginamos, cuando queremos, cuando perseguimos. No se trata de lo que ya
tenemos, sino de lo que aún no conseguimos. Es por eso por lo que, al alcanzar
una meta, muchas veces sentimos una extraña mezcla de satisfacción y vacío. El
placer dura poco; el deseo, en cambio, se reinicia. Y con él, la vida sigue
girando. Por supuesto no es el único efecto de la dopamina.
Candace Pert y el lenguaje químico del cuerpo: La distinción
entre deseo y placer se entrelaza con los descubrimientos de Candace Pert,
neurocientífica pionera que identificó los receptores opioides en el cerebro.
Pert demostró que nuestras emociones no son meros o solo estados subjetivos,
sino procesos bioquímicos con soportes materiales: proteínas, péptidos,
neurotransmisores y sus receptores. Su visión de las “moléculas de la emoción” cambió la forma de
entender la mente. Emociones, pensamientos, estados de ánimo, todos tienen una
expresión corporal, una trama molecular que los hace tangibles. La mente no
está separada del cuerpo; es cuerpo en actividad compleja.
Su descubrimiento de los receptores
opiáceos, la llevó a formular una perspectiva que se puede describir en
términos de "tres mundos":
Mundo Físico: el descubrimiento
de los receptores opiáceos mostró cómo las sustancias químicas en el cerebro,
como las endorfinas, influyen directamente en
experiencias físicas, como el dolor y el placer.
El Mundo Emocional: las emociones están profundamente conectadas con la biología del
cuerpo. Ella propuso que los neuropéptidos actúan como ¨moléculas de la emoción¨,
moléculas circulan por todo el cuerpo, no solo en el cerebro, creando una
conexión tangible entre lo emocional y lo físico.
El Mundo Espiritual: espiritualidad , emociones
y el cuerpo interactúan , el bienestar está influenciado por la conexión
cuerpo-mente-espíritu, y la ciencia debe considerar estas dimensiones
para comprender plenamente la salud y la enfermedad. Sus "tres
mundos" reflejan un enfoque integrador, que va más allá de las divisiones
tradicionales entre cuerpo, mente y espíritu, y que ha influido en el campo
emergente de la psiconeuroinmunología y en enfoques holísticos de la medicina.
¿Qué son
los ligandos?
En este contexto, un ligando es
cualquier molécula que se une a un receptor específico en una célula para
activar o bloquear una señal. En el sistema nervioso, los ligandos
incluyen:
- Neurotransmisores (como
la dopamina, serotonina, glutamato)
- Neuropéptidos (como las endorfinas y
encefalinas)
- Hormonas (como el cortisol o la oxitocina)
- Drogas exógenas (como la morfina, que
imita a las endorfinas)
Candace Pert demostró cómo
estos ligandos viajan por el cuerpo llevando información emocional. La
dopamina, por ejemplo, no solo afecta el cerebro: modula incluso funciones
inmunológicas y digestivas, reforzando su papel como puente entre emoción,
cuerpo y conducta. Casi
todos los ligandos, directa o indirectamente, modulan la actividad eléctrica
celular. Algunos lo hacen abriendo canales iónicos de inmediato, otros lo
logran más lentamente a través de cascadas químicas, pero el efecto final
—especialmente en neuronas— suele ser una alteración en la excitabilidad
eléctrica.
Creo que
todos estarán de acuerdo que el sexo es el escenario que ilustra mejor la danza entre deseo y placer
.
El deseo sexual está
fuertemente mediado por la dopamina: es lo que impulsa la búsqueda, la
fantasía, el acercamiento. Pero durante el clímax, se produce una cascada de
endorfinas y opioides naturales que generan placer intenso, más cerca de
lo que identificamos como felicidad momentánea. Y, sin embargo, muchas personas
reportan que la intensidad no está tanto en el acto como en la anticipación,
en el juego previo, en la imaginación. Una vez más como dice Punset: la
felicidad está en la antesala de la felicidad.
Epílogo :
La dopamina
nos recuerda que buscar es vivir. Que lo que da sentido a la existencia
no es el premio, sino el movimiento hacia él. Candace Pert nos enseñó que ese
movimiento no es solo psicológico o espiritual, sino profundamente biológico:
que cada emoción es una danza molecular entre ligandos y receptores.
Más que perseguir la felicidad como si fuera un punto fijo, deberíamos
aprender a vivir en el deseo sin angustia, a saborear la búsqueda. No
porque el placer no importe, sino porque sin deseo está demostrado, incluso el
placer pierde validez. El deseo no es un lujo sino el conatus, la
condición de estar vivos, la diferencia entre existir y simplemente durar. Más
allá de la intimidad de moléculas de neurotransmisores, de cambios de potencial
, de movimientos iónicos ,detrás del deseo y el placer, se encuentra una
realidad más profunda y unificadora: la experiencia humana completa, donde mente,
cuerpo y espíritu son una unidad inseparable.
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