domingo, agosto 03, 2025

La felicidad está en la búsqueda: dopamina, deseo y el lenguaje molecular de las emociones

 

La felicidad está en la búsqueda: dopamina, deseo y el lenguaje molecular de las emociones

¨Pues el futuro incierto está por venir con todo tipo de futuros; solo aquel al que la divinidad ha garantizado una felicidad continuada hasta el final puede ser llamado feliz¨

Solón ante Creso

DiarioTES - Javier G. Rendo on X: "El efecto de este receptor opioide es  muy marcado en las células nerviosas que transmiten el dolor, donde la  liberación de las sustancia transmisora del

 

H. Bergson propone que la felicidad, debido a su complejidad justifica su vaguedad, una forma de aceptar que cada uno la defina a  su manera. Lo de Solon es el error de creer que la felicidad está al final del camino, Miguel me regalo el 27 01 2010  el libro de E. Punset * EL VIAJE A LA FELICIDAD  Las nuevas claves científicas*  E. Punset.   En su libro también sugirió dejar la definición para más adelante, y aposto al estudio comparativo con la vida emocional de los animales, porque allí abundan pistas para nuestro viaje a la felicidad, abordando primero lo común y luego las diferencias.

La felicidad  es uno de  los universales siempre presente en nuestro ¨laboratorio de café¨ , Punset tiene una frase que nos lleva a una nueva visión , “la felicidad está en la antesala de la felicidad”.   Relata una anécdota que con su perra Pastora  aprendió acerca de la felicidad , su perra cuando sabía que iba a comer, tenía movimientos que expresaban una emocion importante, al comenzar  a comer la situación era totalmente distinta. Eso que era evidente encerraba cambios invisibles pero muy importantes que nos son exclusivos sino de grado en los distintos animales.

En el momento previo  se activaban en el hipotálamo los resortes del deseo, que  solo se encienden en la  búsqueda ,  en este caso, el acto de comer activa  los del placer. Esto estaba además  evidenciado la diferencia entre el deseo y el placer que se puede  experimentar en todos los órdenes de la vida cuya fundamentación intima se comenzó a conocer durante las últimas décadas, avalada por experimentos científicos  y que tienen que ver con ¨los ligandos¨ entre los cuales es fundamental la dopamina.

En los experimentos con ratas, se observó que, al bloquear la dopamina, perdían completamente el deseo de actuar, como diría Spinoza perdían el ¨conatus¨ , el esfuerzo inherente de cada cosa a perseverar en su propio ser, la fuerza vital que impulsa a cada individuo a mantener su existencia y aumentar su potencia de acción. Las ratas no comían ni bebían por voluntad propia y se morían. Sin embargo, si se les ofrecía directamente agua o soluciones azucaradas, sí experimentaban placer. El deseo estaba apagado, pero el placer básico seguía allí, pasivo, sin impulso. Esta diferencia entre deseo y placer es central para comprender la salud mental, la depresión y la adicción.

Lo que nos mueve, lo que realmente nos enciende, no es tanto la obtención del objeto deseado, sino la búsqueda misma. Esta ¨intuición¨, hoy, cuenta con respaldo neurobiológico: la dopamina no es la molécula del placer sino del deseo. Pastora la perra de Punset ya lo sabía.

La dopamina: actúa como el empuje vital, que se activa cuando imaginamos, cuando queremos, cuando perseguimos. No se trata de lo que ya tenemos, sino de lo que aún no conseguimos. Es por eso por lo que, al alcanzar una meta, muchas veces sentimos una extraña mezcla de satisfacción y vacío. El placer dura poco; el deseo, en cambio, se reinicia. Y con él, la vida sigue girando. Por supuesto no es el único efecto de la dopamina.

Candace Pert y el lenguaje químico del cuerpo: La  distinción entre deseo y placer se entrelaza con los descubrimientos de Candace Pert, neurocientífica pionera que identificó los receptores opioides en el cerebro. Pert demostró que nuestras emociones no son meros o solo estados subjetivos, sino procesos bioquímicos con soportes materiales: proteínas, péptidos, neurotransmisores y sus receptores. Su visión de las “moléculas de la emoción” cambió la forma de entender la mente. Emociones, pensamientos, estados de ánimo, todos tienen una expresión corporal, una trama molecular que los hace tangibles. La mente no está separada del cuerpo; es cuerpo en actividad compleja.

Su descubrimiento de los receptores opiáceos, la llevó a formular una perspectiva que se puede describir en términos de "tres mundos":

Mundo Físico: el descubrimiento de los receptores opiáceos mostró cómo las sustancias químicas en el cerebro, como las endorfinas, influyen directamente en  experiencias físicas, como el dolor y el placer.

El Mundo Emocional: las emociones están profundamente conectadas con la biología del cuerpo. Ella propuso que los neuropéptidos actúan como ¨moléculas de la emoción¨, moléculas circulan por todo el cuerpo, no solo en el cerebro, creando una conexión tangible entre lo emocional y lo físico.

El Mundo Espiritual:   espiritualidad , emociones y el cuerpo  interactúan ,  el bienestar está influenciado por la conexión cuerpo-mente-espíritu, y la ciencia debe considerar estas dimensiones para comprender plenamente la salud y la enfermedad. Sus "tres mundos" reflejan un enfoque integrador, que va más allá de las divisiones tradicionales entre cuerpo, mente y espíritu, y que ha influido en el campo emergente de la psiconeuroinmunología y en enfoques holísticos de la medicina.

¿Qué son los ligandos?

En este contexto, un ligando es cualquier molécula que se une a un receptor específico en una célula para activar o bloquear una señal. En el sistema nervioso, los ligandos incluyen:

  • Neurotransmisores (como la dopamina, serotonina, glutamato)
  • Neuropéptidos (como las endorfinas y encefalinas)
  • Hormonas (como el cortisol o la oxitocina)
  • Drogas exógenas (como la morfina, que imita a las endorfinas)

Candace Pert demostró cómo estos ligandos viajan por el cuerpo llevando información emocional. La dopamina, por ejemplo, no solo afecta el cerebro: modula incluso funciones inmunológicas y digestivas, reforzando su papel como puente entre emoción, cuerpo y conducta. Casi todos los ligandos, directa o indirectamente, modulan la actividad eléctrica celular. Algunos lo hacen abriendo canales iónicos de inmediato, otros lo logran más lentamente a través de cascadas químicas, pero el efecto final —especialmente en neuronas— suele ser una alteración en la excitabilidad eléctrica.

Creo que todos estarán de acuerdo que el sexo  es el escenario que ilustra mejor la danza entre deseo y placer .

El deseo sexual está fuertemente mediado por la dopamina: es lo que impulsa la búsqueda, la fantasía, el acercamiento. Pero durante el clímax, se produce una cascada de endorfinas y opioides naturales que generan placer intenso, más cerca de lo que identificamos como felicidad momentánea. Y, sin embargo, muchas personas reportan que la intensidad no está tanto en el acto como en la anticipación, en el juego previo, en la imaginación. Una vez más como dice Punset: la felicidad está en la antesala de la felicidad.

Epílogo :

La dopamina nos recuerda que buscar es vivir. Que lo que da sentido a la existencia no es el premio, sino el movimiento hacia él. Candace Pert nos enseñó que ese movimiento no es solo psicológico o espiritual, sino profundamente biológico: que cada emoción es una danza molecular entre ligandos y receptores.

Más que perseguir la felicidad como si fuera un punto fijo, deberíamos aprender a vivir en el deseo sin angustia, a saborear la búsqueda. No porque el placer no importe, sino porque sin deseo está demostrado, incluso el placer pierde validez. El deseo no es un lujo sino el conatus, la condición de estar vivos, la diferencia entre existir y simplemente durar. Más allá de la intimidad de moléculas de neurotransmisores, de cambios de potencial , de movimientos iónicos ,detrás del deseo y el placer, se encuentra una realidad más profunda y unificadora: la experiencia humana completa, donde mente, cuerpo y espíritu son una unidad inseparable.

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