Juicios por jurado y la importancia de la
probabilidad previa
En nuestro laboratorio de
café en lo de Marta , Miguel nos preguntó cuál era nuestra opinión sobre los
juicios por jurado, considerando la forma en que se eligen los miembros del mismo.
Al recordarlo, me vienen a la mente dos casos de la década de 1990 que causaron
gran impacto y que pueden ser un intento de respuesta o un nuevo interrogante:
el de O. Simpson y el de Sally Clark. Aunque sus resultados fueron distintos,
en ambos se aplicaron estrategias estadísticas, lo que nos permite reflexionar
sobre dos falacias fundamentales: la del fiscal y la narrativa.
La falacia del fiscal se comete al sobreestimar la importancia de una evidencia sin
considerar la probabilidad previa . Para evitar esta trampa, se recurre al Teorema
de Bayes, que combina evidencia y probabilidad previa para calcular
la probabilidad real de culpabilidad o inocencia.
En términos sencillos, la probabilidad
previa actúa como base: sin ella, cualquier
evidencia puede ser engañosa. Incluso la evidencia más impactante no puede
condenar a alguien si la probabilidad de que estuviera involucrado es
prácticamente nula. Bayes nos recuerda que la probabilidad de culpabilidad
depende tanto de la evidencia como de la base sobre la que se evalúa esa
evidencia.
La falacia
narrativa, consiste en construir historias coherentes a
partir de evidencia incompleta para hacer que los hechos “tengan sentido” de
manera convincente, aunque la interpretación sea errónea. Los jurados,
naturalmente, buscan explicaciones claras y coherentes; esta búsqueda puede
hacer que acepten como verdadero un relato atractivo, aunque la evidencia real
sea insuficiente o mal interpretada.
En el caso de Sally Clark,
la acusación cometió la falacia del fiscal. ¨Ignoraron la
probabilidad previa¨ de que una madre asesinara a sus hijos es extremadamente
baja. En su lugar, se centraron exclusivamente en la probabilidad
frecuencial de que dos muertes por SMSL ocurrieran por casualidad (1 en 73
millones), presentando ese número. Esto fue un error fundamental que ignoró
por completo el contexto y la probabilidad previa.
En el caso de O. J.
Simpson, la fiscalía presentó evidencia (ADN, sangre) con probabilidades
frecuenciales muy bajas de coincidencia por azar. Sin embargo, la defensa
utilizó una poderosa falacia narrativa para anular esa evidencia.
Aunque no lo mencionaron explícitamente, su argumento de la "duda
razonable" se basó en la supuesta probabilidad previa, pero de la
policía de Los Ángeles, la cual por corrupta haber manipulado la evidencia,
incluso el factor racial. Al construir una historia tan convincente sobre
una conspiración, lograron que el jurado ¨ignorara la probabilidad previa de Simpson*
En el caso de Clark, la
probabilidad previa fue ignorada por completo, mientras que en el de
Simpson, fue manipulada estratégicamente para crear una narrativa de
duda razonable. Esto
revela un problema estructural: cuando el razonamiento probabilístico no se
entiende o no se aplica, la narrativa domina… y la justicia se vuelve una
cuestión de persuasión, no de verdad. Simpson no
culpable . Sally culpable.
El teorema de Bayes nos
ofrece una guía, recordándonos que la evidencia solo adquiere verdadero valor
cuando se interpreta en relación con la probabilidad inicial y no por historias
atractivas pero engañosas.
En síntesis
La
justicia no puede descansar únicamente en la fuerza de un relato ni en la
impresión momentánea de un jurado. La verdadera garantía de equidad exige que
quienes juzgan —sean profesionales o
ciudadanos— comprendan y apliquen, aunque sea de forma básica, el principio de
la probabilidad previa y el razonamiento bayesiano. No se trata de convertir
cada juicio en una clase de estadística, sino de dotar a la ciudadanía de
herramientas para resistir la seducción de las narrativas convincentes y
evaluar la evidencia con rigor. Este modo de pensar no es ajeno a nuestra vida
diaria o nuestras disciplinas, lo usamos
de forma intuitiva cada vez que actualizamos creencias ante nueva información.
Reconocerlo y aplicarlo conscientemente en el ámbito judicial y disciplinario
es una obligación ética.
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