Corrientes soñadora
Hasta
comienzos de la década del 70 cuando viajábamos en invierno o días de lluvia en
la balsa la del suave ronroneo y del pesado andar, como canta tan bien Juancito
Leyes, nos íbamos a la sala de espera que estaba debajo de la línea de
flotación, y allí nos instalábamos
durante la hora que duraba el viaje.
Para nosotros no era solo un medio de transporte; era una pequeña
ceremonia. Allí abajo, si el Paraná
estaba manso, uno podía olvidar que se movía. Nada vibraba, nada temblaba, nada
sugería desplazamiento. Sólo al final del trayecto, cuando la balsa golpeaba
inevitablemente contra el muelle, nos despertábamos del sopor del movimiento
invisible. Era un pequeño recordatorio de que habíamos viajado sin darnos
cuenta.
¨Corrientes
soñadora¨ , es para mí cantada por
Juancito Leyes el himno musical de Corrientes ,la canción nos da un
pantallazo muy lindo del Corrientes del ayer que muchos disfrutamos.
A
Hippathia estoy seguro le hubiese encantado conocer la balsa, pero se tuvo que
contentar con navegar a vela en compañía de Orestes, y dejarlo con la mirada
atónita cuando le ordeno a su esclavo de confianza que subiera al palo mayor
con un saco de arena y lo arrojara desde allí.
Su
pretensión era comprobar si la tierra se movía o no. Yo había leído un hecho
parecido pero referido a la teoría de la
relatividad según Galileo, al cual se le atribuyen los primeros
experimentos con clara fundamentación científica, tanto que muchos lo rebautizaron
como el Experimentador.
Sin embargo,
también son muchos los que dudan que realmente haya realizado los experimentos
que dice haber hecho. Si fue o no un denken experiment, a la luz de los resultados pasa a ser un dato
menor. Pero veamos como vio Galileo lo que Hippatia en la ficción ideo y trato
de ¨ver¨ con una bolsa de arena.
Encerraos
con un amigo en la cabina principal debajo de la cubierta de un barco grande y
llevad con vosotros moscas, mariposas ,y otros animales pequeños voladores…
colgad una botella que vacié gota a gota en un amplio recipiente colocado por
debajo d la misma…haced que el barco vaya con la velocidad que querrías
,siempre que el movimiento sea uniforme y no haya fluctuaciones en un sentido u
otro… las gotas caerán en el recipiente inferior sin desviarse a la popa
,aunque el barco vaya avanzando mientras las gotas están en el aire .Las
mariposa y las moscas seguirán su vuelo por igual hacia cada lado y no sucederá
que se concentren en la popa como si se cansaran de seguir el curso del barco.
No creo
que importe o no que ambos hayan o no navegado, la intención era hacernos
entrar a empujones la idea de que si un móvil se desplaza a una velocidad
uniforme y en línea recta los experimentos serian similares a si se estuviera
en reposo.
Galileo
Galilei nos puso los anteojos con la graduación para superar nuestra miopía de especie y ver lo muy grande y
lejano,Anton van
Leeuwenhoek se
hizo encargó de lo muy cercano y pequeño.
Era solo el comienzo
Los que usamos anteojos sabemos que cuando cambiamos
de dioptrías al principio no solo nos sentimos raros, y que a pesar de ver
mejor muchas veces nos mareamos. Tal vez esto justifique para muchos la
resistencia al cambio.
En
definitiva, de acuerdo con el principio
de relatividad de Galileo, las leyes de la física son las mismas en cualquier sistema de referencia
inercial sea un barco a vela, la balsa, un avión, o cualquier otro móvil que
cumpla los requisitos previos.
Conclusión
La enseñanza es muy importante en su sencillez: si un móvil se
desplaza en línea recta y a velocidad constante, nada dentro de él delata el
movimiento. Ni arena desde un mástil,ni gotas desde una botella, ni
mariposas, ni moscas. Ni nosotros, en una sala bajo la línea de flotación.
Galileo nos obligó —casi a empujones— a ponernos lentes nuevos, con una
graduación que nos permitiera superar nuestra miopía de especie. De algún modo, el principio de relatividad de
Galileo —ese que más tarde Einstein convertiría en columna vertebral de la
física moderna— no es solo una ley física. Es un principio epistemológico: un
modo de recordarnos que lo que creemos “quieto” depende del marco desde el cual
miramos. Y que la realidad es, a veces, ese movimiento imperceptible que solo
descubrimos cuando chocamos con el muelle.