jueves, noviembre 27, 2025

 

Corrientes soñadora

 



Hasta comienzos de la década del 70 cuando viajábamos en invierno o días de lluvia en la balsa la del suave ronroneo y del pesado andar, como canta tan bien Juancito Leyes, nos íbamos a la sala de espera que estaba debajo de la línea de flotación, y  allí nos instalábamos durante la hora que duraba el viaje.

Para nosotros no era solo un medio de transporte; era una pequeña ceremonia.  Allí abajo, si el Paraná estaba manso, uno podía olvidar que se movía. Nada vibraba, nada temblaba, nada sugería desplazamiento. Sólo al final del trayecto, cuando la balsa golpeaba inevitablemente contra el muelle, nos despertábamos del sopor del movimiento invisible. Era un pequeño recordatorio de que habíamos viajado sin darnos cuenta.

¨Corrientes soñadora¨ , es para mí  cantada por Juancito Leyes el himno musical de Corrientes ,la canción nos da un pantallazo muy lindo del Corrientes del ayer que muchos disfrutamos.

A Hippathia estoy seguro le hubiese encantado conocer la balsa, pero se tuvo que contentar con navegar a vela en compañía de Orestes, y dejarlo con la mirada atónita cuando le ordeno a su esclavo de confianza que subiera al palo mayor con un saco de arena y lo arrojara desde allí.

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Su pretensión era comprobar si la tierra se movía o no. Yo había leído un hecho parecido pero referido a la teoría de la relatividad según Galileo, al cual se le atribuyen los primeros experimentos con clara fundamentación científica, tanto que muchos lo rebautizaron como el Experimentador.

Sin embargo, también son muchos los que dudan que realmente haya realizado los experimentos que dice haber hecho. Si fue o no un denken experiment,  a la luz de los resultados pasa a ser un dato menor. Pero veamos como vio Galileo lo que Hippatia en la ficción ideo y trato de ¨ver¨ con una bolsa de arena.

Encerraos con un amigo en la cabina principal debajo de la cubierta de un barco grande y llevad con vosotros moscas, mariposas ,y otros animales pequeños voladores… colgad una botella que vacié gota a gota en un amplio recipiente colocado por debajo d la misma…haced que el barco vaya con la velocidad que querrías ,siempre que el movimiento sea uniforme y no haya fluctuaciones en un sentido u otro… las gotas caerán en el recipiente inferior sin desviarse a la popa ,aunque el barco vaya avanzando mientras las gotas están en el aire .Las mariposa y las moscas seguirán su vuelo por igual hacia cada lado y no sucederá que se concentren en la popa como si se cansaran de seguir el curso del barco.

No creo que importe o no que ambos hayan o no navegado, la intención era hacernos entrar a empujones la idea de que si un móvil se desplaza a una velocidad uniforme y en línea recta los experimentos serian similares a si se estuviera en reposo.

Galileo Galilei nos puso los anteojos con la graduación para superar nuestra  miopía de especie y ver lo muy grande y lejano,Anton van Leeuwenhoek  se hizo  encargó de lo muy cercano y pequeño. Era solo el comienzo

Los  que usamos anteojos sabemos que cuando cambiamos de dioptrías al principio no solo nos sentimos raros, y que a pesar de ver mejor muchas veces nos mareamos. Tal vez esto justifique para muchos la resistencia al cambio.

En definitiva, de acuerdo con el principio  de relatividad de Galileo, las leyes de la física son  las mismas en cualquier sistema de referencia inercial sea un barco a vela, la balsa, un avión, o cualquier otro móvil que cumpla los requisitos previos.

Conclusión  

La enseñanza es muy importante en su sencillez: si un móvil se desplaza en línea recta y a velocidad constante, nada dentro de él delata el movimiento. Ni arena desde un mástil,ni gotas desde una botella, ni mariposas, ni moscas. Ni nosotros, en una sala bajo la línea de flotación.

Galileo nos obligó —casi a empujones— a ponernos lentes nuevos, con una graduación que nos permitiera superar nuestra miopía de especie.  De algún modo, el principio de relatividad de Galileo —ese que más tarde Einstein convertiría en columna vertebral de la física moderna— no es solo una ley física. Es un principio epistemológico: un modo de recordarnos que lo que creemos “quieto” depende del marco desde el cual miramos. Y que la realidad es, a veces, ese movimiento imperceptible que solo descubrimos cuando chocamos con el muelle.

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