El
Falso Dilema y la Coemergencia
¿Teoría antes de los hechos o hechos antes de la
teoría?
Una reflexión filosófica sobre percepción,
inteligibilidad y construcción del conocimiento.
La pregunta planteada por Miguel —si la teoría antecede a los hechos o
si los hechos preceden a la teoría— constituye uno de los problemas clásicos de
la epistemología. Su aparente sencillez oculta una compleja historia que
involucra a empiristas, racionalistas, constructivistas y, de manera decisiva,
a Kant y a los desarrollos epistemológicos contemporáneos.
Esta cuestión, lejos de resolverse mediante una oposición lineal, exige
una comprensión más profunda del modo en que los hechos emergen para un sujeto
y del tipo de operaciones conceptuales que permiten su inteligibilidad.
La epistemología contemporánea
sostiene que esta alternativa lineal es un falso dilema, ya que presupone
erróneamente la existencia de hechos independientes de toda conceptualización.
Para disolver esta dicotomía, es necesario analizar cómo los hechos emergen
para un sujeto y qué operaciones conceptuales posibilitan su inteligibilidad.
La crítica a la percepción
“pura”: G. Bateson y la mediación
epistemológica ofreció una advertencia crucial: tendemos a creer que vemos
el mundo de manera directa, sin filtros ni códigos, cuando en realidad toda
percepción está ya mediada por una ecología cognitiva que organiza, selecciona
y descarta. No existen “hechos desnudos”: lo que denominamos hecho es siempre
el resultado de una operación previa de distinción, recorte y categorización.
Este punto, sostenido también por la semiótica de Peirce, implica que toda
observación es ya una interpretación. No hay dato sin elección del sistema
de pertinencias que lo constituye como tal. Por tanto, preguntar por qué viene
primero —si el hecho o la teoría— supone, quizás inadvertidamente, la
existencia de hechos independientes de toda conceptualización, algo que la
epistemología contemporánea considera insostenible.
Conocimiento, dispersión y concentración: la
dialéctica de observar y comprender
La noción según la cual todo nuevo conocimiento
oscila entre “dispersión” y “concentración” permite describir el dinamismo de
la formación de sentido:
- Dispersión: el gesto de apertura hacia
la diversidad del mundo; observar, diferenciar, describir.
- Concentración: el gesto de cierre que
busca regularidades; comparar, abstraer, integrar.
Conocer implica transitar entre ambos polos. La experiencia se dispersa en
múltiples señales; la teoría concentra esas señales en estructuras
inteligibles. Es precisamente en este movimiento que aparece la comprensión.
Juan Samaja: inteligibilidad, modelo y tautología
El
Circuito de la Inteligibilidad La teoría no es un reflejo pasivo del hecho,
sino una reconstrucción activa que lo vuelve necesario para la razón.
Juan Samaja profundiza este análisis al afirmar que el primer
presupuesto de toda ciencia es que el objeto de estudio debe ser inteligible.
Ese requisito posee dos momentos:
1. Momento descriptivo: identificación, clasificación y
caracterización de los elementos observados.
2. Momento reconstructivo: elaboración de un modelo que
reorganice esos elementos según las formas operatorias que el sujeto aporta.
Para Samaja, comprender significa poder fundamentar que lo dicho en una
descripción puede reorganizarse como una tautología: es decir, que su verdad
deviene evidente una vez que se aceptan las premisas del modelo.
El ejemplo clásico del barco que desaparece bajo el horizonte al
alejarse muestra este proceso. La explicación geométrica —una tangente a una
esfera que oculta progresivamente lo que se desplaza sobre ella— es tautológica
dentro del sistema conceptual adoptado. Cuando ese modelo se traduce al mundo
físico (observador, Tierra curva, barco), el fenómeno se vuelve inteligible.
En este sentido, comprender es reformular lo que sucede en el mundo
según un modelo cuyos propios términos produzcan, por su funcionamiento
interno, el fenómeno descripto. La teoría no copia el hecho: lo reconstruye en
términos que lo vuelven necesariamente evidente.
Kant: la síntesis trascendental y la resolución del
falso dilema:
La discusión milenaria entre empiristas y
racionalistas —o, en terminología actual, entre realismo ingenuo y
constructivismo radical— encontró su punto de articulación en Immanuel Kant. En
La Crítica de la Razón Pura, Kant sostiene que:
- La
experiencia aporta el material sensible sin el cual no habría
contenido.
- El
sujeto aporta las formas a priori y las categorías del
entendimiento sin las cuales no habría orden ni articulación posible.
El sujeto cognoscente no fabrica la realidad, pero constituye el
fenómeno al organizar la multiplicidad sensible mediante categorías
universales. De ahí la célebre tesis de Kant:
“Los pensamientos sin contenido son vacíos;
las intuiciones sin conceptos, ciegas.”
Esto significa que ni la teoría puede preceder absolutamente a la
experiencia —pues sería formal pero vacía— ni los hechos pueden preceder
absolutamente a la teoría —porque sin categorías no serían reconocibles como
hechos.
Hacia una síntesis contemporánea: coemergencia de
hechos y teorías
El análisis de Bateson, Samaja y Kant converge en una conclusión
fundamental: los hechos y las teorías coemergen en un proceso circular —no
lineal— de inteligibilidad.
- Sin
una teoría previa (aunque sea tácita, implícita, encarnada), no hay
“hechos”: hay señales caóticas.
- Sin
hechos que desafíen, tensen o confirmen, no hay teoría viva: hay dogma.
La relación no es de prioridad, sino de
retroalimentación estructural. El sujeto organiza la experiencia a partir de
esquemas conceptuales previos, y la experiencia, a su vez, fuerza la
reelaboración de esos esquemas. Esta posición tiene resonancias
constructivistas, fenomenológicas y cibernéticas, y encuentra hoy
confirmaciones en la neurociencia predictiva (Hohwy, Friston), donde la
percepción se entiende como un ajuste continuo entre predicciones internas y
señales externas.
Conclusión: el conocimiento como sistema dinámico
La
pregunta inicial se disuelve en un marco más amplio: no se trata de determinar
qué viene primero, sino de comprender el circuito por el cual teoría y
experiencia se repliegan y despliegan mutuamente. El conocimiento aparece entonces
como un sistema dinámico de acoplamiento entre: un mundo que impone
restricciones y provee variabilidad, y un sujeto que aporta formas, modelos y
principios de organización. En ese entrelazamiento —ni en la experiencia sola
ni en la razón sola— surge la comprensión. Conocer es circular, recursivo,
dialéctico; nunca lineal.
Como
señalara Kant, el sujeto no descubre simplemente el mundo: lo constituye en
tanto fenómeno inteligible. Y como añadiría Samaja, comprender es llegar al
punto en que lo real se torna tan evidente como la tautología que lo modeliza. Basado en el análisis presentado, es que la relación es de coemergencia
y circularidad; no de precedencia lineal.
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