Somos el diálogo
Nosotros somos el dialogo, es el modo en que aprendemos las cosas, es la esencia misma del ser humano. El ¨ser¨ que puede ser comprendido es el lenguaje, sin él no podemos comprender, es el lugar donde el ¨ser¨ se expresa. El procesode comprensión es lingüístico.
Hans-Georg Gadamer
En agosto de 2023, una tarde de café, Golo me
acercó un papel. No decía nada más que un nombre: Gadamer. Ese gesto
mínimo fue suficiente para despertar la curiosidad y llevarme de nuevo a la
hermenéutica según la visión de este filósofo.
Desde la Ilustración, el término prejuicio
fue cargado de un sentido peyorativo: algo que debía eliminarse para alcanzar
el conocimiento objetivo. Gadamer hace un movimiento decisivo: rescata el
prejuicio en su sentido más profundo y originario, no como obstáculo, sino como
condición de posibilidad de la comprensión.
Toda comprensión parte de
prejuicios, de preconcepciones. No llegamos nunca “en blanco” a un texto, a una
obra, a una persona o al mundo. Nuestros prejuicios se forman en la historia
personal: allí se sedimentan ideas, valoraciones, modos de convivir, prácticas,
saberes tácitos. Son el suelo sobre el que nos movemos, muchas veces sin
advertirlo. Pretender eliminar los prejuicios equivaldría a suprimir la
posibilidad misma de comprender. Sin un punto de partida, no hay interpretación
posible. Comprender siempre ocurre desde algo y en medio de algo.
La comprensión se despliega
entonces en lo que Gadamer llama el círculo hermenéutico: un movimiento
continuo en el que los prejuicios se ponen en juego se confronta, se confirman
o se transforman. Preguntamos, interpretamos, volvemos a preguntar. El proceso
no concluye por agotamiento lógico, sino por separación práctica: cuando
dejamos el libro, la obra, la conversación, la situación. Es una circularidad
abierta, finita solo en lo biográfico, siempre inacabada.
Aquí aparece con fuerza
Charles Sanders Peirce. La abducción —la inferencia que propone una
hipótesis ante lo inesperado— puede pensarse como la chispa creativa que pone
en marcha ese círculo. No comprendemos solo mirando, sino releyendo,
remirando, repensando, reinterpretando. Las cosas —en el sentido más
amplio— no son las mismas para distintas generaciones, contextos o
circunstancias, porque tampoco lo son los marcos desde los cuales las
interrogamos.
La base histórica de la
comprensión no es estática: se transforma a medida que comprendemos. Cada
interpretación modifica el horizonte desde el cual volvemos a interpretar.
Nuevas preguntas generan nuevas respuestas, y esas respuestas reconfiguran el
punto de partida. Esa dinámica —dialéctica y viva— es la esencia misma del
círculo hermenéutico.
Para Gadamer, comprender no
es trasladarse al pasado, sino avanzar hacia adelante. Comprender es una fusión
de horizontes: el horizonte del intérprete y el de aquello que se
interpreta se encuentran y generan un horizonte nuevo, más amplio, que se mueve
con nosotros. Aprender a comprender es aprender a ver más allá de lo inmediato,
integrando lo propio y lo ajeno, lo heredado y lo nuevo.
Si aceptamos esta historia
de prejuicios, resulta inevitable advertir su profunda afinidad con lo que en
estadística y ciencia de datos llamamos priors o probabilidades previas.
El teorema de Bayes formaliza matemáticamente esta intuición: todo proceso de
inferencia parte de una creencia previa que se actualiza ante nueva evidencia.
Sin priors, no hay punto de partida; sería como intentar leer un libro sin
saber qué es un idioma.
Gadamer se distancia así de la idea hobbesiana
—y luego empirista— de la mente como tabula rasa, y converge, aunque
desde otro lenguaje, con Bayes, Peirce, Ausubel, Popper y Taleb. Todos
coinciden, de distintas maneras, en que se necesita una estructura previa
para encontrarse con el mundo y permitir que el mundo nos “hable”. La
mayoría de las veces, este proceso ocurre de forma intuitiva, encarnada, no
explícita.
Conclusión
Podemos pensar la
comprensión es un verdadero ecosistema epistemológico donde convergen una serie
de pensadores . Ellos han marcado un
hito en la formación universitaria , me refiero específicamente a la
oportunidad que tuvimos en la Facultad de Medicina durante el decanato de Mili
Bluvstein con los cursos de formación docente
que se realizaron durante toda su gestión y la apertura a la comunidad. En relación a esta narrativa creo necesario destacar a :
- Gadamer, con el prejuicio rehabilitado, describe
la estructura de sentido previa.
- Peirce, con la abducción, explica el
surgimiento creativo de hipótesis ante la sorpresa.
- Bayes ofrece el mecanismo de actualización:
cuánto cambia una creencia frente a la evidencia.
- Ausubel muestra que el aprendizaje solo es
significativo cuando el nuevo contenido se ancla en lo ya existente.
- Popper introduce el control crítico: la
disposición a poner en riesgo nuestras hipótesis.
- Taleb recuerda que un sistema sano no solo
resiste la incertidumbre, sino que puede fortalecerse con ella.
Creo que la dinámica es
clara: operamos con un modelo previo del mundo; algo irrumpe y resiste nuestra
interpretación; formulamos una hipótesis; la integramos o la revisamos; y
sometemos el resultado a prueba. Acá Bayes es el pensador intruso menos tenido
en cuenta pese a ser vital El riesgo aparece cuando el círculo se vuelve
vicioso: priors demasiado rígidos derivan en dogmatismo; priors inexistentes
conducen al escepticismo estéril. La clave está en la permeabilidad de los
priors: el ser suficientemente firmes para comprender y , suficientemente
abiertos para ser corregidos. La idea central puede formularse así: somos
máquinas de generar hipótesis que se autocorrigen mediante el diálogo y la
prueba del error.
Dialogamos con los textos,
con los otros, con el mundo y con nuestras propias creencias. En ese diálogo
—lingüístico, cognitivo, histórico— no solo aprendemos: nos constituimos.
Comprender no es poseer una verdad final, sino permanecer en movimiento,
en conversación, en apertura. Y tal vez allí resida el núcleo de toda
supervivencia cognitiva.
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