VERDOR TERRIBLE
Historia
natural del progreso tóxico
Me llama mi amigo, el Dr. Leguizamón, para
recomendarme un libro inquietante de Benjamín Labatut: Un verdor terrible.
El autor despliega una constelación de datos históricos novelados, entre ellos
la importancia económica de la búsqueda de los colores, sus riesgos y esa vieja
ambición humana de “sacar pan del aire”. Esto me recuerda un dicho antiguo: “este
cree que se vive del aire”. Algo que, al parecer, terminó siendo cierto. Entre
los muchos relatos del libro tomo solo algunos.
Johann Jacob Diesbach creó uno de los pigmentos más
preciados de su tiempo, el Azul de Prusia, a partir de un error en la búsqueda
del carmín. Una serendipia más entre tantas: lo obtuvo vertiendo potasio sobre
restos de animales. Johann Leonhard Frisch, un financista sagaz, convirtió ese
azul en un negocio de oro macizo por su enorme rentabilidad. El color como
error, el error como fortuna.
Carl W Scheele fabricó el célebre Verde de
Scheele a partir de arsénico, sin conocer su toxicidad. Ese desconocimiento
le costó la vida y causó graves problemas de salud a miles de niños, expuestos
a juguetes y dulces teñidos con ese color.
El arsénico es un asesino paciente. Scheele
descubrió además numerosos elementos químicos fundamentales, entre ellos el
oxígeno .
El verde fue
tono preferido de Napoleón; se cree que su uso prolongado en las pinturas
durante el cautiverio pudo haber contribuido a su muerte. La casa
de Napoleón en Santa Elena estaba pintada con ¨Verde de Scheele¨ , pero
el arsénico, el asesino silencioso, se evaporaba y lo enveneno. En sus cabellos se encontró una cantidad
mortal de arsénico, tenía 52 años.
E. Astolfi
nos habló de ¨Taco Pozo¨ donde el
agua tenía arsénico, no es el único lugar. Taco pozo; ¨pozo del algarrobo¨, los quechuas decidieron que el
algarrobo sería nominado genéricamente
¨el árbol¨ . Algarrobo palabra de origen
árabe, al-kharroub", que significa "cuerno pequeño", por
la forma de las vainas. Recuerdo
de pequeño, cuando vivía en Saenz Peña comer vainas , es un alimento muy
importante con poca prensa.
Scheele descubrió
el cianuro casi por casualidad, revolviendo con una cuchara una mezcla
que incluía ácido sulfúrico y Azul de Prusia. Sobrevivió de milagro: tenía la
costumbre de probar lo que producía, pero esa vez —vaya uno a saber por qué— no
lo hizo.
Con ¨amigas¨ rusas a orillas del rio Nevá. Con
Cacho en San Petersburgo recordábamos a G. Rasputín, su influencia y
su final.
A Gregori Rasputín le dieron ¨petits
fours¨ con cianuro y no murió ¿?, le dispararon tres balas en el tórax y una en
la cabeza, amarrado lo tiraron al Nevá, el ¨influencer¨ incidía en las
decisiones de Alejandra Romanova, rescatado por ella y sus hijas, le hicieron
un altar en el bosque, sus enemigos lo cremaron para hacerlo desaparecer.
En
la clase de Toxicología, durante quinto de Medicina, el profesor E. Astolfi nos
mostró un frasco que contenía una muestra con el característico olor del
cianuro, parecido al de las almendras amargas. Nos sugirió olerlo, pero nadie
quiso. Nos explicó que consumir demasiadas semillas de manzana o pepas de
durazno puede ser peligroso por el contenido de cianuro. Esta sustancia,
compuesta de carbono, nitrógeno y potasio, actúa bloqueando la fuente de
energía celular de forma rápida y letal.
Se dice que Alan Turing se
suicidó con una manzana con cianuro, la imagen representativa de Apple, otra
versión dice que fue asesinado por el servicio secreto. Carl W, Scheele fue él que más elementos naturales
descubrió, nueve, incluido el oxígeno al
que llamó, ¨aire-fuego¨. Sabiduría con mala estrella, un mal final murió a
los 43 años. Nunca supo el problema de su legado y
que su verde produjo envenenamiento porque se usaba no solo para pintar
paredes, sino juguetes... Sabiduría con mala estrella, un mal final murió a
los 43 años.
En 1914, Fritz Haber logró lo que el dicho se
hiciera realidad: extrajo pan del aire.
Pero además fue el padre de la guerra química, el
22 de abril de 1915, en Ypres, desarrolló y utilizó por primera vez gas dicloro
como arma. En los pulmones se transformaba en ácido clorhídrico; no dejaba nada
con vida a su paso. Mil quinientos soldados murieron. “La guerra es la guerra”,
era su lema. Su esposa no pudo tolerarlo. Al comprender la magnitud de lo
hecho, se suicidó. Haber fue declarado criminal de guerra, aunque sus enemigos
también utilizaban gases químicos. Paradójicamente, en 1918 recibió el Premio
Nobel de Química por haber logrado, por primera vez, fijar nitrógeno del
aire en el laboratorio.
Ese descubrimiento permitió producir fertilizantes
sintéticos y resolver la escasez que amenazaba a la agricultura. Carl Bosch,
desde la BASF, lo industrializó, posibilitando la explosión demográfica
mundial. Gracias a ello, los ingleses dejaron de saquear tumbas en Egipto y los
norteamericanos de masacrar bisontes —de cuyos restos obtenían nitrógeno—, como
lo muestran las montañas de cráneos acumulados en las llanuras de Estados
Unidos.
Haber decía sentir culpa, no por las muertes por el gas, ni por suicidio de
su esposa, sino por haber alterado el
equilibrio al extraer nitrógeno del aire. Temía que, en el futuro, el mundo ya
no perteneciera a las plantas. Bastaría
—pensaba— con que la población humana descendiera a cierto nivel para que, las
plantas crecieran sin freno, ahogando las formas de vida en un verdor
terrible.
EPÍLOGO
El verdor
terrible es una advertencia epistemológica.
Cuando una solución funciona demasiado bien, a veces deja de ser
solución y se vuelve condición de posibilidad del desastre. La fijación del
nitrógeno permitió alimentar a millones, pero también alteró el equilibrio que había mantenido al planeta
habitable.
El verdor terrible no es el castigo de la
naturaleza, sino su indiferencia: cuando el humano desaparece, la vida no se
venga; simplemente continúa. La supervivencia cognitiva no consiste en producir
más ideas, sino en saber cuáles dejar crecer y cuáles no. Porque incluso el
pensamiento, cuando se vuelve imparable, puede volverse inhabitable.
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