miércoles, diciembre 17, 2025

 

Rascando en superficie:

                      del gen como archivo a la vida como interpretación

Durante décadas se nos dijo —y lo repetimos — que los genes son las instrucciones de la vida. La metáfora es poderosa: algo así como un manual técnico, preciso, objetivo, que explicaría por qué somos como somos. Los genes, formados por ADN, contendrían la información necesaria para que las células fabriquen proteínas, esas verdaderas obreras de la fisiología que sostienen las funciones vitales. Determinismo.

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En esta narrativa, los genes almacenan información, la mayor parte aparece duplicada, y cada uno codifica una o más proteínas. Sabemos hoy que tenemos alrededor de veinte mil trescientos genes; curiosamente, no tantos más que un gusano —con unos catorce mil— y bastante menos que un sapo, que ronda los cuarenta mil. El colapso de la "Mística del Gen" Durante el siglo XX, el gen fue tratado como el "Santo Grial" o el "Plano Maestro". La "herida narcisista" que nos generó el Proyecto Genoma Humano: fue ese descubrir que tenemos menos genes que un sapo o poco más que un gusano. Fue el fin del excepcionalísimo humano basado en el "archivo". la diferencia no es el hardware (los genes), sino el software y su ejecución…

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Aparece una primera grieta: la vida no parece jugarse en la cantidad de instrucciones, sino en otra parte.

Dentro del gen: lo que dice y lo que calla

Genes están formados por ADN, cada gen lleva la información para que las células de nuestro cuerpo fabriquen una o más proteínas diferentes que son las que realizan las funciones vitales. los genes Solo almacenan información, la mayoría están por duplicado. Son las instrucciones de la vida. Los exones son segmentos del gen que contienen información, es el 2,9% de todo el ADN. Los Intrones son segmentos del gen que no tienen ¨información¨. Tenemos veinte mil trescientos genes diferentes, los gusanos catorce mil y los sapos cuarenta mil, las distintas variables de un mismo gen se denominan alelos. Según qué variante tenemos, poseemos el grupo sanguíneo. Algunos genes son determinantes otros predisponentes. Los intrones, que fueron durante años considerados segmentos sin información relevante, silencios moleculares, relleno inútil.

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Hoy sabemos que esa distinción fue ingenua. Incluso dentro del gen, lo que parecía no decir nada cumple funciones reguladoras, estructurales o temporales. El gen ya no es un libro cerrado, sino un texto con notas al margen, pausas, acentos y silencios.

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Las distintas versiones de un mismo gen —los alelos— explican variaciones como el grupo sanguíneo. Algunos genes son determinantes, otros apenas predisponentes. Esta distinción introduce algo fundamental: no todo lo genético es destino. ¿Y el determinismo?

Cromosomas: el orden empaquetado

Los genes no flotan en el vacío. Están organizados en cromosomas, estructuras formadas por una larga fibra de ADN asociada a proteínas llamadas histonas. Cada cromosoma contiene muchos genes; el más grande, el cromosoma X, alberga cerca de dos mil genes, mientras que el cromosoma Y apenas supera los setenta, algunos compartidos con el X.  El ADN humano está formado por unos tres mil doscientos millones de nucleótidos, combinaciones de cuatro bases químicas: adenina (A), timina (T), citosina (C) y guanina (G). Siempre emparejadas —A con T, C con G— en la famosa doble hélice. Para recordarlas, a veces basta una mnemotecnia cultural  tanguera: Aníbal Troilo, Carlos Gardel. Pero detrás del juego, la cifra abruma: millones de combinaciones posibles, un océano de variación potencial.

Las histonas no son simples soportes. Permiten que el ADN se empaquete, se reordene, se abra o se cierre. Son parte activa del control genético. ¨El orden no está solo en la secuencia, sino en cómo esa secuencia se presenta¨.

Genoma: el archivo completo

El genoma al conjunto total del ADN distribuido en veintitrés pares de cromosomas, uno heredado del padre y otro de la madre. Cada persona posee un genoma único, salvo los gemelos idénticos. Como se cita arriba durante años se afirmó que el 97% del genoma no contenía información. Se lo llamó, ADN basura. Esa expresión sobre nuestra ignorancia que sobre el ADN. Las regiones intergénicas son cruciales: allí se encuentran promotores, silenciadores e intensificadores, zonas donde se une la maquinaria molecular que inicia la transcripción del ADN a ARN, paso imprescindible para que exista proteína, y por lo tanto, vida. Sin estas regiones reguladoras, el genoma sería un archivo ilegible.

Recordemos las similitudes incómodas

Compartimos alrededor del 95% del genoma con monos, ratas y ratones. La cifra desconcierta. ¿Dónde está entonces la diferencia? La respuesta es cada vez más clara: no en los genes en sí, sino en cómo, cuándo y dónde se expresan. La diferencia no está tanto en el texto como en su lectura. Aquí la biología empieza a rozar la hermenéutica.

El código genético: un diccionario compartido

El código genético funciona, así como un diccionario universal: permite que todas las formas de vida decodifiquen el ADN de la misma manera. Tres bases forman un codón, cada codón corresponde a un aminoácido. Este código es notablemente conservado a lo largo de la evolución. Cambian los textos, no el alfabeto ni las reglas básicas de lectura. Pero, otra vez, tener diccionario no garantiza sentido.

La epigenética: cuando el archivo se vuelve historia y puente de libertad

Al introducir la epigenética, pasamos de ser "víctimas de nuestra herencia" a ser "coautores de nuestra biología”. El determinismo nos decía: "Eres esto y no puedes cambiarlo". Nos da una visión que dice: "Tienes estos recursos, pero tu historia (metilaciones, entorno, vínculos) decidirá cómo se usan". Esto traslada la biología desde el laboratorio de ingeniería hacia la hermenéutica ,la ciencia de la interpretación.

Interfaz de usuario gráfica, Texto, Aplicación

El contenido generado por IA puede ser incorrecto.Texto, Pizarra

El contenido generado por IA puede ser incorrecto.La epigenética estudia el epigenoma: cómo se forma, cómo se transmite cuando una célula se divide y cómo actúa sobre el genoma. Algunas marcas epigenéticas se heredan de nuestros progenitores; esto se conoce como impronta genómica.

Imagen que contiene Escala de tiempo

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Es, en un sentido profundo, la intersección entre genes y ambiente —ambiente entendido en sentido amplio: nutrición, estrés, vínculos, historia celular. Dos gemelos idénticos pueden compartir el mismo genoma y, sin embargo, desarrollar epigenomas distintos. No porque uno tenga “otros genes”, sino porque vivieron otras historias

 

 

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Las modificaciones epigenéticas son principalmente de dos tipos:

  • Metilaciones del ADN, generalmente la adición de un grupo metilo (CH) sobre una citosina.
  • Modificaciones de las histonas, que alteran la accesibilidad del ADN.

Estas marcas no cambian el texto genético, pero cambian radicalmente su lectura.

Células, diferencias y destino

El cuerpo humano posee más de doscientos tipos celulares. Todas contienen el mismo genoma, pero no hacen lo mismo. Una neurona no expresa los mismos genes que una célula hepática, aunque compartan el ADN. La diferencia está en qué genes se activan y cuáles se silencian. La identidad celular no es genética en sentido estricto; es regulatoria. Incluso los gametos —espermatozoides y óvulos— presentan modificaciones epigenéticas que pueden influir en los descendientes. La herencia no es solo genética: también es regulatoria, contextual, histórica.

Del determinismo al sentido

Todo este recorrido obliga a revisar una idea profundamente arraigada: el determinismo genético. El genoma no es un guion cerrado.  Los genes existen como archivo; la vida ocurre como ejecución. El sentido emerge en la interacción entre texto, contexto y tiempo. La biología contemporánea nos muestra que vivir no es obedecer instrucciones, sino interpretar posibilidades.

Diagrama, Texto

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Rascar en superficie trata  desmontar mitos, pero no para comprender del todo. Bajo la aparente simplicidad del gen como unidad de información se despliega una red compleja de regulación, historia y contexto. Entender la vida hoy exige abandonar la comodidad del gen como causa única y aceptar algo más inquietante: somos procesos, no programas; historias reguladas, no códigos ejecutados. Quizás ahí resida la lección más profunda de la genética contemporánea: que incluso en el nivel más molecular, la vida no se limita a contener información, sino que necesita —siempre— alguien que la lea.Desde esta perspectiva, la biología se comprende mejor como un sistema complejo adaptativo…”

Conclusión  

El análisis es una crítica al determinismo genético y la noción de que los genes actúan como instrucciones fijas y objetivas para la vida, señalando que la complejidad biológica no se relaciona directamente con la cantidad de genes, y subraya la importancia de los segmentos no codificantes como los intrones y las regiones intergénicas, antes llamadas "ADN basura", en la regulación esencial de la vida. La vida como sistema complejo no solo es interpretación, es emergencia. El sentido no está ni en el gen ni en el intérprete, sino en la interacción constante entre ambos. No somos un programa que se ejecuta, sino un proceso que se está inventando a sí mismo a cada segundo.

La organización del material genético en cromosomas y su empaquetamiento con histonas, estructuras que controlan cómo se lee la información, no solo la secuencia en sí. El concepto de epigenética explica que las marcas químicas sobre el ADN y las histonas (moduladas por el ambiente y la historia) son las que realmente determinan cuándo y dónde se expresan los genes. El argumento central es que el genoma es una "partitura" y no un guion cerrado, concluyendo que la vida es una "interpretación" de posibilidades, no la mera obediencia a un código.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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