martes, junio 24, 2025

Cartografía de la ¨inteligencia humana




 



Cartografía de la ¨inteligencia humana¨:

                     más allá del CI más acá de la  lA , del gen a la comunidad


Leonardo da Vinci es el caso más emblemático de polímata. Tuve un gran amigo polímata, pero fumaba mucho. 

La inteligencia, o, mejor dicho, las inteligencias

Las inteligencias humanas son más ricas y diversas de lo que durante mucho tiempo se creyó. Durante décadas, el concepto de inteligencia se redujo a ciertos tipos de destrezas, como el pensamiento lógico-matemático o el dominio del lenguaje. Estas habilidades eran las más valoradas, especialmente en los contextos escolares y profesionales. Las demás —musicales, corporales, emocionales, espaciales— quedaban relegadas a los márgenes, según las prioridades de cada época.

La teoría de las inteligencias múltiples, propuesta por Howard Gardner, vino a cuestionar esa visión reduccionista. Este psicólogo, heredero de la tradición cognitiva de Piaget y Bruner, planteó que existen múltiples formas de inteligencia, que operan en conjunto y en distintas proporciones en cada individuo. Cuando una de ellas se manifiesta de manera aislada, sin el apoyo o la interacción de las demás, puede transformarse en una limitación más que en una virtud.

Gardner parte de una premisa realista, aunque incómoda: no todos tenemos las mismas capacidades ni los mismos modos de aprender. Y nadie puede aprenderlo todo. Por eso, su propuesta no busca uniformar, sino ayudar a identificar nuestras fortalezas cognitivas y a trabajar activamente en el desarrollo de aquellas menos cultivadas.

 Mapa de inteligencias: como múltiples caminos del saber

Inteligencia lingüística: Capacidad para usar las palabras con precisión, elegancia y poder expresivo. La ejercen escritores, poetas, periodistas y oradores. Involucra áreas específicas del cerebro como la zona de Broca, cuya lesión puede producir afasias, aun cuando otras facultades se conserven intactas.

Inteligencia lógico-matemática: Es la habilidad para razonar de manera abstracta, resolver problemas y manejar símbolos. Fue la gran protagonista de las pruebas de coeficiente intelectual. Piaget la estudió profundamente en los procesos de desarrollo infantil, pero Gardner advierte que su hegemonía es injustificada: la vida rara vez se resuelve solo con cálculos.

Inteligencia musical: Capacidad de percibir, reproducir y crear estructuras sonoras. Desde Pitágoras hasta los recitales actuales, la música ha sido una forma de vinculación social y cognitiva. Algunas personas tienen oído absoluto, como Charly García; otras desarrollan esta inteligencia sin instrucción formal, pero con gran sensibilidad. Algo personal, un día cuando Edgardo y Carolina estudiaban piano ,los encuentro que ella tocaba una nota y el sin mirar decía que nota era, le pregunto como sabia y me dice si Carolina toca do escucho do. No pregunte más.  

Inteligencia espacial Permite percibir y manipular objetos en el espacio, reconocer formas, orientarse y crear visualizaciones mentales. Es fundamental en la arquitectura, la cirugía, la navegación y el ajedrez. Las lesiones en el hemisferio derecho pueden afectar severamente esta capacidad.

Inteligencia corporal-cenestésica: Es la inteligencia del cuerpo que actúa y comunica. Se manifiesta en atletas, bailarines, cirujanos y artesanos. Maradona, por ejemplo, expresó una inteligencia cenestésica extraordinaria, capaz de unir técnica, intuición y expresión corporal.

Inteligencia interpersonal: Consiste en comprender al otro: leer gestos, emociones, intenciones. Es indispensable para docentes, líderes, terapeutas y políticos. Incluso en etapas avanzadas del Alzheimer, cuando otras facultades se deterioran, esta forma de inteligencia puede mantenerse.

Inteligencia intrapersonal: Es la conciencia de uno mismo: conocer nuestros estados internos, nuestras motivaciones, nuestras fortalezas y límites. Es menos visible que otras, pero resulta fundamental para tomar decisiones coherentes y sostener una vida con sentido.

Inteligencia naturalista: Capacidad para identificar, clasificar y comprender el mundo natural. Desde niños que distinguen frutas comible o no, hojas y aves  hasta científicos como Darwin, esta inteligencia se conecta con una sensibilidad hacia lo vivo, muchas veces olvidada en la era digital.

Inteligencia existencial: La forma más sutil, pero no por ello menos importante. Es la capacidad de pensar en las grandes preguntas: la muerte, el sentido, el cosmos. Presente en filósofos, místicos y buscadores de profundidad. Gardner reconoce su valor, aunque no sea fácil de medir. Muchas veces como padres o abuelos no sabemos que contestar a preguntas de hijos o nietos.

Extensiones contemporáneas: emoción e intuición

Inteligencia emocional: Popularizada por Daniel Goleman, incluye habilidades para identificar, gestionar y canalizar nuestras emociones y las ajenas. Plantea cinco competencias básicas: autoconocimiento, autorregulación, empatía, automotivación y manejo de relaciones. Gardner, no sin críticas, señaló que gran parte del mensaje de Goleman está ya contenido en su título.

Inteligencia intuitiva: La intuición es una forma de conocimiento veloz y no deliberado. Daniel Kahneman, en Pensar rápido, pensar despacio, la estudió como parte de las heurísticas cognitivas. Malcolm Gladwell relató el famoso caso de una estatua falsificada reconocida en segundos por el experto Thomas Hoving. Su “olfato” superó a un año de análisis científicos. Intuición no es adivinación: es una forma de inteligencia en acción.

Aprender a nivel colectivo: la quinta disciplina: En La quinta disciplina, Peter Senge redefine la inteligencia no como un rasgo individual, sino como una capacidad organizacional. Las organizaciones inteligentes son aquellas que aprenden: que generan conocimiento, gestionan capital intelectual y, sobre todo, crean contextos para el aprendizaje profundo y continuo. Tuve la oportunidad de asistir a sus conferencias y me autografiara el libro.

Senge propone cinco disciplinas que integran esta inteligencia colectiva:

1.      Dominio personal: el desarrollo continuo y la coherencia interna.

2.      Modelos mentales: creencias y supuestos que guían nuestra percepción.

3.      Visión compartida: alinear sin imponer, construir sentido común.

4.      Aprendizaje en equipo: dialogar, reflexionar, construir juntos.

5.      Pensamiento sistémico: la quintaesencia que vincula las demás, metáfora del éter unía los cuatro elementos en la cosmología antigua.

Este pensamiento sistémico cobra sentido pleno cuando se lo articula con el modelo SECI de Nonaka y Takeuchi, que describe cómo las organizaciones generan y transforman conocimiento:

  • Socialización (tácito a tácito): aprender por experiencia compartida.
  • Exteriorización (tácito a explícito): dar forma verbal o simbólica al saber implícito.
  • Combinación (explícito a explícito): reorganizar y sintetizar conocimientos ya formulados.
  • Interiorización (explícito a tácito): encarnar el conocimiento en la práctica.

En este marco, aprender no es acumular: es transformar. Esa transformación ocurre cuando lo individual y lo colectivo se entrelazan en una espiral dialéctica y viva de conocimiento.

Bases biológicas: la inteligencia a nivel molecular

Estudios recientes identificaron un gen, el DTNBP1, asociado a la capacidad cognitiva general. Investigadores como K. Burdick observaron que ciertas variantes de este gen se vinculan a menor rendimiento intelectual.

Por su parte, Eric Kandel, premio Nobel de Medicina, demostró en sus estudios sobre la Aplysia cómo el aprendizaje modifica físicamente las conexiones sinápticas. La proteína CREB, clave en estos procesos, está hoy en el centro de investigaciones neurocientíficas y farmacológicas. La inteligencia, entonces, también tiene raíces bioquímicas y epigenéticas, influenciadas tanto por nuestros genes como por nuestra experiencia.

 Epílogo: una tensión vital

La inteligencia no es un número fijo, IC,  ni una habilidad estática. Es una tensión vital entre lo que somos y lo que podemos llegar a ser. Por eso, más que medirla, debemos cultivarla. No solo en las aulas o los laboratorios, sino también en las decisiones cotidianas, en los vínculos, en las charlas de café, en el trabajo en equipo, en la comunidad. Estoy absolutamente de acuerdo que no se trata de responder rápido, sino de preguntar mejor, curiosidad, con empatía, con propósito, para construir incansablemente  mapas más ricos y significativos . Y, sobre todo, de hacerlo juntos. Y tener presente puede no ser una garantía, como lo confirma mi querido amigo  polímata y fumador.

 

 

 

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