Escritura y Simetría:
Leonardo, Franquita y la abeja
Leonardo el zurdo genio que escribía al revés y al derecho
Tiempo
atrás, Edgardo nos mandó al grupo de la familia un WhatsApp donde Franquita, mi
nieta, resolvía una multiplicación y ponía 32 como resultado, pero escribió el
3 al revés y rápidamente se dio cuenta corrigiéndolo. Me comento Edgardo, que a veces también confunde d con b. Esto suele ser habitual en los primeros años,
lo mismo puede ocurrir con p y q. Me llamaron la atención varias cosas, en primer lugar, que pudiera
multiplicar 8 x 4, en segundo lugar, que
se diera rápidamente cuenta del el error en espejo, y en tercer lugar la
prolijidad con la que escribe. En ese momento estaba en preescolar.
En los primeros años de vida,
casi todos cometemos errores en espejo al leer o escribir, y esto ocurre en
todas las culturas, luego el ¨error¨ desparece. En su libro `` El Cerebro
Lector`` de S. Dehaene, sostiene que la
habilidad para generalizar perspectivas simétricas facilita el reconocimiento
invariante de los objetos cuando se los ve, competencia esencial del sistema
visual. Pero cuando los niños deben aprender a leer *necesitan desprender la
generalización especular* . En algunos niños este proceso de ¨desaprendizaje¨, no se da, lo cual puede llegar a ser un problema,
No importa la simetría esta cara lo dice
todo.
El tema de la simetría es muy
complejo, Miguel me regalo el libro de Marcus Du Suatoy ¨Simetría Un viaje
por los patrones de la naturaleza ¨
Entre muchas cosas interesantes una nos habla que la simetría constituye una forma de
comunicación entre las flores y las abejas, Para la flor el hexágono es como un
letrero luminoso que dice ¨Visítame¨ .Para la abeja ,en la forma simétrica esta
codificado el mensaje ¨Aquí hay comida¨ por lo tanto, aquellas que no codifican simetría no comen y
, la flor no poliniza. Existe una íntima
relación entre la evolución y la simetría.
Lo concreto es que en la
evolución los ejes que tuvieron una
fuerte influencia fueron el vertical y
el anteroposterior, era importante discriminar lo que venía de arriba o abajo,
lo lejano y lo cercano, lo de adelante y lo de atrás. Estas fueron y son
operaciones esenciales para poder sobrevivir, pero al eje izquierda derecha se
le presto menos atención, aunque es de igual
importancia.
- La evolución
parece haber calculado que había más para ganar que para perder si no se
le daba importancia a la izquierda o a la derecha, siempre que eso nos
permitiese reaccionar con mayor velocidad en situaciones críticas. Un
depredador era una cosa seria, tanto si aparecía de izquierda o de
derecha, de su cara nos interesaba lo que representara, no su simetría. Y aunque la lateralidad no
haya importado tanto a la evolución, siglos después, algunos harían de
‘izquierda’ y ‘derecha’ una cuestión existencial…”
Las cosas cambiaron y más
cuando se inventó la escritura. La
escritura en espejo supone un argumento
sólido a favor de la hipótesis del reciclaje neuronal, pues nuestro cerebro no
estaba previsto que leyera, pero se adaptó para hacerlo, utilizando los medios
que tenía a su disposición.
El lenguaje de la naturaleza es la simetría cuando uno
empieza a buscarla, se la ve en todas partes, desde lo más pequeño hasta las
galaxias más grandes. Es un testimonio del orden que subyace en el mundo
natural manifestándose de diversas formas que son cruciales para la
supervivencia, la función y la estética de los organismos.
Pero en esta oportunidad me dispare a un cuento, Planilandia,
escrito por Edwin A. Abbott, que nos invita a reflexionar sobre la percepción
de las dimensiones y cómo la nuestra, como seres tridimensionales, nos permite
entender el mundo bidimensional y unidimensional de una manera que aquellos que
habitan esas dimensiones inferiores no pueden. El cuento se adelantó décadas a
Don Albert y nos invita a tratar de entender aquello de otras dimensiones. Pero yo lo voy a aplicar la infancia y al abeja.
Imaginemos a un niño, en este caso particular mi nieta y, en el escenario que relate. Para nuestra
condición de niños , el mundo es fundamentalmente tridimensional.
Cuando aprendemos a leer y escribir, se
nos introduce a la "Planilandia
de las letras". En ese ¨mundo¨ bidimensional de la hoja de papel, la simetría
especular como la de la ¨d¨ y ¨b¨ o
"p" y la "q" toma
importancia. El cerebro infantil , acostumbrado a ignorar la orientación para
reconocer objetos en 3D una silla sigue siendo una silla, la mire como la mire,
debe reconfigurarse para entender que en esta nueva "Planilandia
simbólica", la orientación lo es todo. Es un esfuerzo cognitivo
temporal, una adaptación para dominar las reglas artificiales de la escritura.
No es que su capacidad tridimensional desaparezca, sino que aprende a aplicar
una nueva regla específica para esos símbolos bidimensionales.
Ahora, pensemos en la abeja ,también es un ser tridimensional,
capaz de volar y navegar en un espacio complejo. Sin embargo, a diferencia de
nosotros niños, la abeja no necesita "viajar a Planilandia"
para entender la simetría plana de una flor. La evolución, a lo largo de
millones de años, ha cableado su sistema visual para detectar la simetría
bidimensional de las flores de forma innata. Para la abeja, la
simetría de los pétalos o las guías de néctar no es una convención a aprender,
sino una señal visual directa que indica la presencia y calidad del
alimento. Es una característica inherente del objetivo que busca, y su cerebro
ya está optimizado para procesarla eficientemente para su supervivencia.
En esencia, mientras que mi nieta o cualquier niño debe hacer un ajuste
consciente para adaptarse a las reglas de la "Planilandia" cultural
de la escritura, la abeja ya tiene una "función Planilandia"
integrada en su percepción, desarrollada por la evolución para las necesidades de
su entorno natural. Ambos ejemplos ilustran la relación entre nuestra
existencia en una dimensión superior y cómo percibimos y procesamos la
información en las dimensiones inferiores.
Epílogo: Ver lo invisible
La historia de Franquita, la abeja y Leonardo se entrelazan en un asunto
profundo: cómo vemos el mundo, qué reglas lo organizan y qué dimensiones
debemos cruzar para comprenderlo. Un niño aprende a leer domesticando su
percepción para operar en un mundo plano de letras. Una abeja sobrevive gracias
a un instinto que la guía por patrones simétricos. Y un genio como Leonardo
juega con la inversión especular como quien mira desde fuera del plano. Einstein,
por su parte, nos recuerda que la realidad tiene más dimensiones de las que
podemos percibir directamente. La cuarta dimensión del espacio-tiempo, como la
simetría de una flor o el reflejo en un espejo, nos desafía a ir más allá de lo
visible.
Quizás Planilandia sea una
metáfora literaria, una clave para entender que cada nueva dimensión —la de la
cultura, la conciencia, el lenguaje o la ciencia— exige no solo aprender, sino
también desaprender. Y que ese proceso, a veces tan silencioso como corregir un
3 escrito al revés, es una de las formas de la inteligencia humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario