sábado, junio 14, 2025

TRISTEZA: EL SENTIMIENTO QUE NOS SEPARA DE NOSOTROS MISMOS


 


La Tristeza: una desconexión del Ser y cómo afrontarla: Como siempre no hay una sola versión, podría pensarse que con otra emoción más fuerte que incluye a una mayor tristeza. Pero yo recurrí a otra visión que leí en el libro En Busca de Spinoza, de A Damasio  y que me pareció interesante.


*Los mapas de la tristeza están asociados con estados de desequilibrio funcional, que  reducen nuestra capacidad de acción,  reflejo del estado real de nuestro organismo*.  

Sabemos que tenemos una infinidad de ¨mapas¨  que los fuimos elaborando durante  nuestra vida y que están asociados o se asocian en determinadas situaciones para poder transitar por distintos niveles en la búsqueda de una mejor capacidad para poder afrontar los desafíos.

En opinión de B. Spinoza, la persona que esta triste queda desconectada de su conatus, es decir de la tendencia a la auto conservación.

Algunas drogas dan una ``alegría`` temporaria, pero el efecto secundario es la mayoría de las veces es caer en la tristeza. A la emoción negativa sigue en oportunidades el sentimiento negativo, eso empeora aún más la situación, rara vez la tristeza puede ser protectora como lo puede ser la ira o el miedo, pero lo cierto es que su persistencia es siempre perjudicial.

Es una patología distinta a la depresión a la que muchas veces preside y acompaña. Las emociones sentimientos actúan como los sensores de nuestro fuero íntimo, son  nuestros centinelas,  la alegría y la tristeza junto a otras emociones y sentimientos deben actuar armónicamente para lograr una supervivencia óptima.  Las emociones y los sentimientos son nuestros centinelas internos. Nos anuncian, nos guían, nos alertan. Y en un sistema sano, deben actuar en armonía. Ni el entusiasmo constante ni la melancolía crónica son signos de equilibrio.

Spinoza, hace más de 300 años, proponía un camino tan difícil como valioso: combatir un sentimiento negativo con otro sentimiento más fuerte, pero positivo, generado mediante el razonamiento y el esfuerzo intelectual. No se trata de reprimir lo que sentimos, sino de transformarlo. No es la razón sola la que salva —decía—, sino el sentimiento nacido de ella, que nos devuelva la conexión con la vida, con el mundo, con los otros. Y aunque ese camino no sea fácil, ¿hay acaso algún mérito en lo fácil?

Esta mirada filosófica ha sido confirmada por la neurociencia . La tristeza se imprime en el cuerpo. Estudios mediante tomografía por emisión de positrones (PET) han demostrado que se asocia con una disminución en los niveles de serotonina y con una activación intensa en regiones como la corteza prefrontal (área 9 de Brodmann), el tálamo y las áreas temporales anteriores bilaterales.

Sin embargo, lejos de reducirla a un proceso químico, estos hallazgos amplían su significado. Como sostuvo Candace Pert, pionera en la investigación sobre neuropéptidos: “las emociones son la unión de la mente y el cuerpo”. Descubrió que cada emoción se traduce en moléculas —las llamadas moléculas del sentimiento— que circulan por todo el organismo, conectando el cerebro con el sistema inmune, el intestino, la piel. En sus palabras, el cuerpo es la mente subconsciente.

Desde esta perspectiva, la tristeza es también una forma biológica, un lenguaje molecular con el que el cuerpo dice lo que el yo a veces no puede formular: que algo se ha perdido, que se ha desactivado la conexión con el deseo de vivir; el conatus está silenciado.

Epílogo: Cuerpo, mente y espíritu

Spinoza pensó en  una única sustancia. Damasio mostró que no hay razón sin emoción. Pert enseñó que cada célula guarda memoria emocional. Todos, desde distintas disciplinas, nos recuerdan lo mismo: que somos una unidad viva, sensible, pulsante. La tristeza, cuando se instala, puede parecer y es  una amenaza. Pero también puede ser un mensaje para leerla, escucharla, transformarla. No se trata de eliminar el sentimiento, sino de volver a activar el conatus.

 

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