La Tristeza: una desconexión
del Ser y cómo afrontarla: Como
siempre no hay una sola versión, podría pensarse que con otra emoción más
fuerte que incluye a una mayor tristeza. Pero yo recurrí a otra visión que leí
en el libro En Busca de Spinoza, de A Damasio y que me pareció interesante.
*Los
mapas de la tristeza están asociados con estados de desequilibrio funcional,
que reducen nuestra capacidad de
acción, reflejo del estado real de
nuestro organismo*.
Sabemos que tenemos una
infinidad de ¨mapas¨ que los fuimos
elaborando durante nuestra vida y que
están asociados o se asocian en determinadas situaciones para poder transitar
por distintos niveles en la búsqueda de una mejor capacidad para poder afrontar
los desafíos.
En opinión de B. Spinoza, la persona que esta triste queda desconectada de
su conatus, es decir de la tendencia a la auto conservación.
Algunas drogas dan una
``alegría`` temporaria, pero el efecto secundario es la mayoría de las veces es
caer en la tristeza. A la emoción negativa sigue en oportunidades el
sentimiento negativo, eso empeora aún más la situación, rara vez la tristeza
puede ser protectora como lo puede ser la ira o el miedo, pero lo cierto es que
su persistencia es siempre perjudicial.
Es una patología distinta a la depresión a la
que muchas veces preside y acompaña. Las emociones sentimientos actúan como los
sensores de nuestro fuero íntimo, son
nuestros centinelas, la alegría y
la tristeza junto a otras emociones y sentimientos deben actuar armónicamente
para lograr una supervivencia óptima. Las emociones y los
sentimientos son nuestros centinelas internos. Nos anuncian, nos guían, nos
alertan. Y en un sistema sano, deben actuar en armonía. Ni el entusiasmo
constante ni la melancolía crónica son signos de equilibrio.
Spinoza, hace más de 300 años, proponía un
camino tan difícil como valioso: combatir un sentimiento negativo con otro
sentimiento más fuerte, pero positivo, generado mediante el razonamiento y
el esfuerzo intelectual. No se trata de reprimir lo que sentimos, sino de transformarlo.
No es la razón sola la que salva —decía—, sino el sentimiento nacido de ella, que
nos devuelva la conexión con la vida, con el mundo, con los otros. Y aunque ese
camino no sea fácil, ¿hay acaso algún mérito en lo fácil?
Esta mirada filosófica ha sido confirmada por
la neurociencia . La tristeza se imprime en el cuerpo. Estudios mediante
tomografía por emisión de positrones (PET) han demostrado que se asocia con una
disminución en los niveles de serotonina y con una activación intensa en
regiones como la corteza prefrontal (área 9 de Brodmann), el tálamo
y las áreas temporales anteriores bilaterales.
Sin embargo, lejos de reducirla a un proceso
químico, estos hallazgos amplían su significado. Como sostuvo Candace
Pert, pionera en la investigación sobre neuropéptidos: “las emociones
son la unión de la mente y el cuerpo”. Descubrió que cada emoción se
traduce en moléculas —las llamadas moléculas del sentimiento— que
circulan por todo el organismo, conectando el cerebro con el sistema inmune, el
intestino, la piel. En sus palabras, el cuerpo es la mente subconsciente.
Desde esta perspectiva, la tristeza es
también una forma biológica, un lenguaje molecular con el que el cuerpo
dice lo que el yo a veces no puede formular: que algo se ha perdido, que se ha
desactivado la conexión con el deseo de vivir; el conatus está silenciado.
Epílogo: Cuerpo, mente y
espíritu
Spinoza pensó en una única sustancia. Damasio mostró que no hay
razón sin emoción. Pert enseñó que cada célula guarda memoria emocional. Todos,
desde distintas disciplinas, nos recuerdan lo mismo: que somos una unidad
viva, sensible, pulsante. La tristeza, cuando se instala, puede parecer y
es una amenaza. Pero también puede ser
un mensaje para leerla, escucharla, transformarla. No se
trata de eliminar el sentimiento, sino de volver a activar el conatus.
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