martes, septiembre 30, 2025

Guardar la forma importa, pero con transición de fase

 

Guardar la forma importa, pero con transición de fase

Stardust, El misterio de la estrella STARDUST

¨Al posar el pulgar en la muñeca, sentimos la tibieza del tacto; pero a escala microscópica, lo que palpamos es la trama flexible de átomos de carbono, oxígeno, nitrógeno e hidrógeno. Esos átomos fueron forjados en el corazón de estrellas moribundas que, con cataclismos y explosiones, fecundaron el cosmos con nueva materia. Nuestros cuerpos están hechos con cenizas de astros difuntos. Somos, literalmente, polvo de estrellas¨.

                                                                                                                                                  H. Reeves

En nuestras reuniones en el laboratorio de café de Marta una de las cosas que debemos cuidar es la forma, pero sin profundizar de que realmente se trata , me intereso ir más allá y ver una de las  sorpresas que nos tiene reservado el término. Apele al universo como laboratorio cósmico porque su historia puede leerse como una sucesión de umbrales, cada uno marcado por la unión de dos procesos inseparables: emergencia y transición de fase:

Emergencia es aparición de una forma nueva, dotada de propiedades inéditas, que no estaban presentes en los componentes aislados.

Transición de fase es transformación de esa forma cuando la energía la impulsa hacia otro estado.

Así, hace 13.800 millones de años, la gran iniciación cuántica abrió el espacio y el tiempo: una primera transición de fase que liberó las fuerzas fundamentales. La gravedad, el electromagnetismo y las interacciones nucleares, distintas entre sí, dieron lugar a la emergencia de las primeras estructuras estables: átomos, nubes de hidrógeno, semillas de lo que luego serían estrellas.

Con la formación y agonía de las primeras estrellas apareció otro umbral: la emergencia de los elementos químicos. El hidrógeno y el helio, al fusionarse en el corazón estelar, transitaron fases de presión y temperatura que generaron oxígeno, carbono, hierro: la materia que haría posible la vida.

De allí nacería el sistema solar, un nuevo orden de organización: planetas, lunas y mares. En la Tierra, la química se reorganizó hasta que, en un punto aún misterioso, emergió la vida. Otra transición de fase: moléculas simples, bajo ciertas condiciones energéticas, dieron lugar a sistemas capaces de replicarse.

El relato se acelera: tras la extinción de los dinosaurios, los mamíferos y luego los homínidos ocuparon el escenario. Y hace apenas 200.000 años, emergió el Homo sapiens. Aquí la forma y transición de fase ya no fue solo biológica, sino cultural: la energía del lenguaje, de los símbolos y de la cooperación transformó cerebros individuales en sociedades.

Con el fin de la última glaciación, llegaron la agricultura, las ciudades y la escritura: nuevas formas que reorganizaron el mundo humano. Hace apenas unos siglos, la revolución industrial —con la fuerza contenida en los combustibles fósiles— impulsó la transición hacia un planeta interconectado, capaz incluso de extender su mirada al espacio.

Hoy nos encontramos en el umbral más incierto: ¿será posible una transición de fase hacia un orden mundial sostenible? Lo que está en juego es si la humanidad logrará reorganizar sus energíasmateriales, sociales y espirituales— en una nueva forma que asegure la continuidad de la vida.

La lección de la gran historia parece clara: cada umbral no fue mera acumulación, sino creación de formas nuevas y transición de fase . El agua emerge respetando que los hidrógenos y oxígeno tengan una forma angular de 104,5°  y la transición de fase puede originar vapor o hielo. El universo no cesa de inventar configuraciones inesperadas. La pregunta es si, en este laboratorio de complejidad, la especie humana sabrá emerger mejorar en la próxima transición de fase.

Pero hay algo en esto de formas y fases que son decisivas  e ¨invisible¨ :

 

La Materia oscura cuya gravedad organiza galaxias. En términos de emergencia: es una estructura oculta que sostiene la forma visible. Podría pensarse como el esqueleto secreto del cosmos.

La Energía oscura Representa una transición de fase a escala cósmica: el universo pasó de una expansión ralentizada por la gravedad a una aceleración creciente, es la energía del “vacío” que, paradójicamente, no deja al cosmos vaciarse, sino expandirse sin fin.

Materia oscura = emergencia de la forma oculta que da cohesión.

Energía oscura = transición de fase hacia un cosmos en expansión acelerada.

 

Ambos fenómenos nos recuerdan que la mayor parte de la realidad no es evidente a los sentidos: lo que vemos es apenas una fracción de lo que sostiene y mueve el todo.

Hoy nos encontramos en el umbral más incierto: ¿será posible una transición de fase hacia un orden mundial sostenible? Lo que está en juego es si la humanidad logrará reorganizar sus energías —materiales, sociales y espirituales— en una nueva forma que asegure la continuidad de la vida.

La lección de la gran historia parece clara: cada umbral no fue mera acumulación, sino creación de formas nuevas. Como el agua que surge de hidrógeno y oxígeno, el universo no cesa de inventar configuraciones inesperadas. La pregunta es si, en este laboratorio de complejidad, la especie humana sabrá emerger a tiempo a su próxima fase.

En toda historia hay un  villano:  En la historia cósmica, ese rol lo cumple la entropía. Será la responsable de apagar el sol en unos 4000 millones de años y, después, de ir apagando progresivamente todo. Fin de la función cósmica a la cual asistimos como espectadores y protagonistas colados.

Pero este macrocosmos se acompaña de un microcosmos  fundamental. Lynn Margulis y Dorion Sagan lo explicaron con claridad: el mundo microbiano es más antiguo, más persistente y decisivo que el de las plantas, animales o incluso los humanos. Somos fenómenos recientes y pasajeros en comparación con la vida microbiana, de la que formamos parte y sin la cual no existiríamos.

Epilogo:

Somos polvo de estrellas ¿Miramos las estrellas porque somos humanos o somos humanos porque miramos las estrellas? El principio antrópico, del griego ánthropos (hombre), sostiene que el universo es necesariamente como es porque hay seres humanos que se preguntan por qué es así.

Stephen Hawking lo resumió con crudeza: “vemos el universo en la forma que es porque nosotros existimos; si no fuese así, nosotros no estaríamos aquí para observarlo”. Según su versión más dura, la vida es una aparición inevitable: consecuencia de los 15.000 millones de años que lleva el universo. Los quarks dieron protones, los protones átomos, los átomos moléculas, y de esa larga cadena surgió la vida. En esta mirada, todo parece haber ocurrido para que existiera alguien —nosotros— capaz de contemplarlo y darle sentido. Ciencia, filosofía y mística convergen en esta frontera.

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