¿Un líder nace o se hace?
Cacho me envió un correo con una pregunta que
parece sencilla, pero que abre un horizonte inmenso: ¿Un líder nace o se
hace? Su mensaje incluía comentarios sobre rasgos de personalidad asociados
al liderazgo —carisma, empatía, visión, capacidad de comunicación—. Al leerlo,
me descubrí atrapado en una red de interrogantes donde el aprendizaje,
inteligencia y el liderazgo aparecían
como núcleos centrales. Decidí entonces continuar esa búsqueda, hasta donde
pudiera.
Maestro,
líder, entrenador, mentor: En
nuestra vida cotidiana usamos términos como maestro, líder, entrenador,
tutor o mentor. Aunque las diferencias son reales, muchas veces
son más de grado que de esencia. Todas estas figuras ofrecen, desde distintos
ángulos, una visión particular de los problemas y de sus posibles soluciones,
brindando herramientas a quienes acompañan. Más allá del nombre, la clave
reside en generar la máxima sintonía humana que habilite cambios de estado y de
comportamientos en quienes son guiados.
“Un jefe hace las cosas correctamente; un
líder hace lo correcto”
Warren Bennis:
Tipologías de liderazgo:
El liderazgo rara vez se presenta en formas
“puras”. Existen distintos modelos, pero conviene recordar dos categorías
propuestas por Bernard Bass (1985) y James MacGregor Burns (1978):
- Liderazgo transaccional: Aclara
responsabilidades, expectativas y tareas. Su aporte es necesario, pero
limitado: se parece más a un supervisor que a un motor de cambio.
- Liderazgo transformacional: Va
más allá de la tarea inmediata. Inspira, motiva, estimula
intelectualmente, y desafía métodos tradicionales. Promueve el crecimiento
de las personas y construye una visión compartida.
Bass lo sintetizó en cuatro
componentes:
1.
Influencia idealizada: respeto
y confianza que movilizan esfuerzos extraordinarios.
2.
Consideración individualizada:
atención personal, delegación, entrenamiento y retroalimentación.
3.
Estimulación intelectual:
cuestionamiento creativo de lo establecido.
4.
Inspiración: visión optimista del
futuro, comunicada con claridad y seguridad.
¿Se nace
líder? : Hay personas que parecen tener, desde siempre, la capacidad de atraer
seguidores y motivarlos casi sin explicación racional. Se trata de líderes
“naturales”, con alta autoestima, habilidades comunicacionales (a veces más
gestuales que verbales) y una confianza notable en sí mismos. Lo esencial es
que logran provocar cambios en los demás, aun cuando sus contenidos no
siempre sean profundos.
Este poder de influencia conecta con lo que
algunos neurocientíficos, describen como la importancia del pensamiento
social y la inteligencia interpersonal: la capacidad de inferir lo que
otros sienten o desean, y de diseñar estrategias para influir en ellos.
Sin embargo, conviene recordar que liderazgo
no equivale a bondad. La historia nos ofrece ejemplos tanto luminosos como
siniestros. Basta recordar a Jim Jones, el carismático del Templo del Pueblo,
que en 1978 condujo a un suicidio colectivo en Jonestown. Un ejemplo extremo de
cómo el magnetismo sin ética puede convertirse en tragedia. Creo que ese tipo
de personas deberían ser llamados ¨Malignos¨.
¿O se hace líder ? Otros
líderes se forman a través de la experiencia. Cualidades iniciales
—inteligencia, creatividad, iniciativa, visión sistémica, madurez emocional—
pueden no bastar por sí solas, pero se consolidan con práctica, aprendizaje y
compromiso ético.
John Maxwell subraya atributos como hacer que las
cosas sucedan, ver oportunidades, compartir lo que saben e influir
positivamente. Goffe y Jones, por su parte, remarcan la importancia del contexto:
liderar exige sensibilidad para interpretar el entorno y autenticidad para
actuar en él.
Charles de Gaulle resumía
con crudeza: “El precio de ser líder es muy alto: autodisciplina constante,
riesgos permanentes y una lucha interna incesante”.
Peter Senge, a quien
tuvimos la oportunidad de escucharlo con mi amigo Piri Ginocchi y leer su libro
¨La quinta disciplina¨, fue más allá dice : el liderazgo auténtico surge
de nuestro estado interior. Actuar desde la conciencia, los valores y
los compromisos más profundos nos permite dejar de repetir patrones y abrir
futuros emergentes. Como decía W. O’Brien: “El principal determinante del
éxito de una intervención es el estado interior del interviniente”.
Nando Parrado estuvo
también en esa conferencia y deja un ejemplo conmovedor de liderazgo forjado en
la adversidad , sobreviviente de la tragedia de los Andes. Sin proponérselo,
asumió a los 20 años la responsabilidad de salvar a su grupo. En condiciones
extremas, priorizó la confianza, la amistad y la familia. Cuando le preguntaron
por el coraje que demostró, respondió que lo que siempre sintió fue miedo,
y que precisamente ese miedo lo ayudó a sobrevivir. Su testimonio nos
recuerda que liderar no es ausencia de temor, sino decidir y actuar pese
al miedo, comprometiendo al grupo entero en una visión de supervivencia
compartida.
El liderazgo y la inteligencia
Para
Howard Gardner los líderes tienen una
inteligencia intra e interpersonal muy desarrollada, son buenos relatores y
esto es lo que les permite cambiar mentalidades haciendo que los demás entre en
resonancia con sus propuestas.
Por
supuesto que los relatos siempre se encuentran con algún relato anterior, razón
por lo que los nuevos relatos deberán ser muy poderosos para poder modificar el
paisaje mental de los demás. Desde esta posición, las mentes no son un lugar de
paz y tranquilidad sino casi siempre son
un verdadero campo de batalla entre nuestros presupuestos y los nuevos
supuestos que se ponen a nuestra disposición.
Todo
bien pero cómo hacer para poder apropiarnos de los cambios que nos proponen y
que son parte de la tarea específica de todo líder que se precie de tal. En
este sentido me parece oportuno citar la propuesta de flexibilización mental
que nos propone H. Gardner y que se sintetizan en las siguientes palancas para
el cambio de mentalidad cuyo punto de apoyo variara de acuerdo con el ámbito
donde se las utilice: a) la razón, a) la investigación c) la resonancia, c)
re-descripciones representacionales d) recursos y recompensas, e) los sucesos
del mundo real, f) las resistencias.
Los
ámbitos donde se producen los cambios
pueden ser: a) una población heterogénea, ej.: líderes políticos b) un
grupo homogéneo, ej.: lideres de un grupo de trabajo c) las obras científicas o
artísticas d) cambios en los contextos de enseñanza formal e) formas intimas de
cambio, en ambientes muy reducidos f) la propia mente la cual es la que más se
resiste.
La
tarea es encontrar la palanca apropiada para el ámbito apropiado, tengamos
presente que realmente no somos resistentes a los cambios sino a cambiar
nuestro mapa mental, y que los líderes son
en síntesis quienes contribuyen al cierre de la brecha entre lo que hacemos y
podemos llegar a hacer. Recordar una vez más, que necesario no es igual a
suficiente, y acordemos con mi nieto Evaristo cuando dice; abuelo, siempre hay algo más.
Diez lecciones breves
La historiadora Doris Kearns Goodwin sintetizó en diez lecciones el
aprendizaje del liderazgo:
1. El
sentido de la oportunidad lo es casi todo.
2. Todo es
posible si compartes la gloria.
3. La
confianza perdida rara vez se recupera.
4. Liderar
es establecer conexiones.
5. Se
aprende de los errores.
6. La
confianza —en uno mismo y en otros— es crucial.
7. La
lealtad con los asociados es indispensable.
8. La
renovación surge de diversas fuentes.
9. Los
líderes descubren talentos.
10. El
lenguaje es la herramienta esencial: comunicar es liderar. La esencia
del liderazgo es la comunicación y debemos empezar por inocular disciplina en
el territorio donde pasamos más tiempo ,es decir en el terreno de las palabras.
CONCLUSION
Entonces, ¿Al final los líderes nacen o se
hacen? Quizás la respuesta más honesta sea: ambas cosas. Algunos poseen
un carisma natural, otros se forjan en la experiencia. Pero en todos los casos,
el verdadero liderazgo exige ética, visión compartida, inteligencia intra e interpersonal
y un estado interior capaz de sostener decisiones difíciles. El liderazgo
es, en última instancia, menos un título que un proceso: la capacidad de
convocar a otros a un proyecto común y de mantener viva la energía que impulsa
a cruzar juntos la incertidumbre.
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