lunes, septiembre 15, 2025

HISTORIA SISTEMA CAOTICO NIVEL DOS

 

HISTORIA SISTEMA CAOTICO NIVEL DOS

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Días después del domingo con café en lo de Marta, en que Miguel pusiera  sobre la mesa; ¿para qué sirve la historia? y ¿cuál es la importancia del cómo y el por qué?, un paciente me dijo; que interesante la conversación que tuvieron el domingo.  Me sorprendió,  hablamos muy alto en el café de Marta o tiene un oído muy sensible o,

Miguel me sugirió releyera el capítulo ¨El secreto del Éxito¨ del libro de N.Y. Harari quien en ese capítulo  nos dice: 

Nuestra capacidad de cooperar en grandes grupos es gracias a las ficciones compartidas: creencias, mitos, normas y conceptos abstractos que existen solo en nuestra mente, pero que todos aceptamos como reales. La situación de los sapiens en la globalidad fue el resultado de la dinámica de la historia, un único camino que nos condujo al presente, pero con ¨miríadas¨ de sendas al futuro¨.

El acento está en distinguir entre describir el cómo la secuencia de acontecimientos que nos trajo al presente y explicar el por qué las relaciones causales que conectan esos hechos. Según Harari, la historia no se puede predecir porque es un sistema caótico de nivel dos.

Veamos que significa esta aseveración:

En un sistema caótico de nivel uno —el clima, por ejemplopodemos ¨mejorar predicciones¨ con más datos y mejores modelos, pero siempre con un límite. Edward Lorenz lo demostró en los años sesenta al estudiar ecuaciones meteorológicas: un redondeo mínimo en los decimales de sus cálculos llevaba a resultados completamente distintos. Ese hallazgo se hizo famoso como el efecto mariposa: el aleteo de una mariposa en Brasil puede provocar un tornado en Texas. El clima es caótico, pero no “reacciona” a nuestras predicciones: lloverá o no lloverá, sin importar lo que pensemos.

En un sistema caótico de nivel dos —como la historia humanalos actores ¨modifican su comportamiento¨ al enterarse de las predicciones. Si alguien anuncia una crisis financiera, los mercados pueden desplomarse o dispararse solo por la expectativa. Si un gobierno predice estabilidad, puede provocar confianza o, por el contrario, sospecha. En otras palabras: la predicción altera el curso de lo que pretende describir. Esa es la razón por la cual la historia nunca puede predecirse con exactitud: las “pruebas” son evidentes.

Entonces; ¿para qué sirve entonces la historia? . Muchos creen que su función es impedir repetir errores. Harari matiza: su verdadero valor está en ampliar nuestros horizontes, mostrarnos que lo que vivimos no es natural ni inevitable, sino fruto de decisiones, azares y contingencias. Nos recuerda que el mundo pudo organizarse de otra manera y todavía puede hacerlo. Además, advierte: como Clío es ciega, no hay garantía de que las culturas que hacen historia lo hagan en beneficio de la humanidad. Son los vencedores quienes redactan —y creen— su propia versión.

Me pareció necesario mencionar que los porqués  tienen matices que solemos pasar por alto. Así como en la historia confundimos causas con explicaciones, en la lengua confundimos las formas de escribir porque.

1.      Porque (junto, sin tilde): conjunción causal. “Cacho no vino porque estaba con frio y lloviendo.”

2.      Porqué (junto, con tilde): sustantivo. “Desconocen el porqué de su enfermedad.”

3.      Por que (separado, sin tilde): preposición + pronombre relativo. “Esa es la razón por que no va a venir.”

4.      Por qué (separado, con tilde): interrogativo. “¿Por qué no vino Cacho?”

La lengua, como la historia, está llena de bifurcaciones que parecen mínimas, pero cambian el sentido entero. Y tal vez de eso se trate: aprender a distinguir los cómo de los por qué, para no confundir lo inevitable con lo posible.

El presente político como historia en curso

Si seguimos a Harari, la historia no es solo lo que ya pasó: también se está escribiendo en este mismo instante. Y ahí aparece lo interesante: las situaciones políticas de muchos países muestran en vivo y en directo lo que significa un sistema caótico de nivel dos.

Cada pronóstico electoral, cada encuesta publicada, cada rumor de alianza o de ruptura, no describe de manera neutra la realidad: la transforma. Un candidato que aparece arriba en las encuestas puede atraer más votos por el “efecto ganador”, o perderlos porque despierta temor. Una medida económica anunciada como “inevitable” puede generar confianza o protestas masivas.

¿Lo vemos hoy?:

  • Cuando un gobierno intenta controlar la narrativa, el simple hecho de anunciar estabilidad puede producir lo contrario, porque la ciudadanía y los mercados reaccionan a esa expectativa.
  • Cuando un opositor denuncia “fraude inminente”, aunque no existan pruebas, introduce en la dinámica política la duda y la sospecha, que a su vez reconfiguran el juego.

En otras palabras: la política no solo se estudia como historia futura, sino como historia en curso, moldeada por actores que conocen, leen y responden a las predicciones que se generan. Eso explica por qué los escenarios políticos son tan difíciles de anticipar: no basta con proyectar tendencias, porque cada proyección se convierte en parte del fenómeno mismo.

La historia, la lengua y la política comparten entonces una misma lección: lo que parece fijo o inevitable se vuelve frágil cuando se mira de cerca. Y comprender esa fragilidad es, quizás, el mejor GPS que podemos tener para orientarnos en el presente. En otras palabras, no es fuerza ni inteligencia individual, sino la imaginación colectiva y la confianza mutua en ideas compartidas lo que nos permite construir civilizaciones, economías y …

 

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