Tarde de
café en lo de Marta: ondas, conciencia y realidad
Como nuestro laboratorio de café intenta trabajar
coherentemente nuestra
decoherencia trate de ver si
podía acercar algo para entender de lo que
se trata sin colapsar del todo. Un
laboratorista sugiere principios de
integración social, otro problemas de estacionamiento ,otro problema de gustos,
a mí me gusta el mbeyu con roquefort , otro
propone los recursos fisicomatemáticos y
otros no sé muy bien qué.
Este no sé muy bien que, me llevo a otro no sé muy bien qué, pero que tiene la virtud de que lo
podamos pensar entre los laboratoristas con la idea de dialogar sin necesidad
de acordar
Cacho había pedido su café casi media lagrima y empezó a hablar
de una canción que escuchábamos con
dificultad pero que le gustaba. Le dije no conozco la canción, pero me pareció muy
agradable y me disparo decir que, aunque
hoy se grabe música digitalmente, cuando
la escuchamos ya no es digital se hace analógica y, qué eso pasa no solo con la
música. Todo lo que percibimos es un proceso complejo que sintéticamente,
funciona así: primero hay un colapso, algo discreto, y luego la decoherencia cuántica
la vuelve analógica, actuando como el puente cuántico-clásico.
Carlos frunció algo el ceño y pregunto: ¿Colapso?
¿Como en física cuántica?
Haciendo caso omiso aquello que decía N, Bohr; el que cree que sabe cuántica es que no entendió
nada; que tendría que ser el titulo le respondí, tenes
razón , frase que le encanta y, trate de explicitar dentro de mis posibilidades
;imaginá la música como una superposición de ondas posibles, flotando en el
aire. Cuando la digitalizamos, cada muestra es como un colapso: la onda se
reduce a un valor concreto. Luego, al llegar al parlante y al oído, ocurre la
decoherencia: lo digital se mezcla con el entorno y se vuelve analógico, la
música que realmente escuchamos.
Lo digital es la cuna, lo
analógico la realidad que vivimos. La luz que vemos, el sonido que escuchamos,
incluso nuestros latidos, nuestros pensamientos, las sensaciones internas: todo
sigue este flujo. Hice una pausa y cerré los ojos un instante, escuchando mi
respiración para comprobar lo que decía: Y esto no es solo percepción externa.
La interocepción, lo que sentimos dentro del cuerpo; la introspección,
cómo sentimos los latidos de la mente y del pensamiento, la observación de
nosotros mismos, la propiocepcion que incluye conciencia de la postura el equilibrio
y movimiento… Todo sigue el mismo patrón: primero discreto, luego continuo. Lo
digital se transforma en analógico así es nuestra experiencia cotidiana.
—¿Y el colapso y la decoherencia donde se
producen?
Ahí es donde entran los microtúbulos y la
tubulina su proteína segun la teoría de Penrose y Hameroff, que sostiene que el
puente entre lo cuántico y lo analogico está en estas estructuras diminutas
dentro de las neuronas, y más específicamente en la proteína tubulina que las
forma. Allí se produce un ¨colapso objetivo, un momento cuántico que luego se expande por el cerebro mediante
decoherencia, y así surge la experiencia analógica , consciente, la sensación,
la percepción de uno mismo y del mundo. Esta teoría se sostiene diciendo que está a disposición de
la refutalidad según Popper o sino
aceptarla provisoriamente, Todo fenómeno, externo o interno, sigue este flujo:
digital → colapso → decoherencia → analógico. La música, la luz, los latidos,
la respiración, los pensamientos, la introspección, la interocepción, la introspección…
todo se vive como un flujo continuo.
Carlos parecía convencido y
dijo: ¨Entonces somos el resultado de ondas que colapsan y se hacen analógicas¨.
Asentí con reservas y mirando a la calle recordé a Bohr y Einstein. Sí, y sin
ese puente de decoherencia entre el mundo digital y el mundo analógico, no seríamos lo
que somos, la realidad que vivimos sería ininteligible, incompleta, un acorde flotando sin resonar. Entre sorbos
de café y risas, seguimos conversando sobre cómo cada instante de nuestra
conciencia—externa e interna—es una melodía que surge de lo discreto hacia lo
continuo, de lo digital hacia lo analógico, en perfecta sincronía con el
universo y con nosotros mismos. Carlos te repito la frase que te gusta ¡Tenes razón!
Epílogo
Tal vez lo que llamamos “realidad” no sea más que la versión colapsada y
filtrada de un trasfondo infinitamente más vasto. La física nos habla de colapso
y de decoherencia; la primera como el instante de decisión de la
naturaleza, la segunda como un puente que
transforma lo cuántico en apariencia clásica. La biología nos recuerda que el cerebro
selecciona y filtra, convirtiendo esa turbulencia invisible en patrones
estables que podemos reconocer.
Lo sólido, entonces, no sería más que un
interfaz digital–analógico donde lo discreto y lo continuo se entrelazan para
que podamos vivir, elegir y recordar. El universo late en pulsos digitales,
pero se nos entrega como un flujo analógico de luces, sonidos, pensamientos y
emociones.
En ese cruce, la conciencia aparece
como habitante del mundo clásico. Propiocepción, interocepción, introspección:
modos distintos de habitar el cuerpo y de reconocer un yo que, a su vez, es
parte de esa danza entre lo posible y lo real.
Lo que percibimos como “el mundo sólido” es más bien la versión colapsada
y mezclada de algo mucho más rico Nuestra realidad cotidiana sería digital
y analógica al mismo tiempo, lo digital es la cuna, lo analógico la realidad
que vivimos. La luz que vemos, el sonido que escuchamos, incluso nuestros
latidos, nuestros pensamientos, las sensaciones… todo sigue ese flujo.
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