sábado, septiembre 20, 2025

Tarde de café en lo de Marta: ondas, conciencia y realidad

 

Tarde de café en lo de Marta: ondas, conciencia y realidad

 

 

Como nuestro laboratorio de café intenta trabajar  coherentemente  nuestra  decoherencia  trate de ver si podía acercar algo para entender de lo que  se trata sin  colapsar del todo. Un laboratorista  sugiere principios de integración social, otro problemas de estacionamiento ,otro problema de gustos,  a mí me gusta el mbeyu con roquefort , otro propone los recursos fisicomatemáticos  y  otros no sé muy bien qué.  

Este no sé muy bien que, me llevo a otro no sé muy bien qué, pero que tiene la virtud de que lo podamos pensar entre los laboratoristas con la idea de dialogar sin necesidad de acordar

Cacho había pedido  su café casi media lagrima y empezó a hablar de  una canción que escuchábamos con dificultad pero que le gustaba. Le dije no conozco la canción, pero me pareció muy agradable y  me disparo decir que, aunque hoy  se grabe música digitalmente, cuando la escuchamos ya no es digital se hace analógica y, qué eso pasa no solo con la música. Todo lo que percibimos es un proceso complejo que sintéticamente, funciona así: primero hay un colapso, algo discreto, y luego la decoherencia cuántica la vuelve analógica, actuando como el puente cuántico-clásico.

Carlos frunció algo el ceño y pregunto: ¿Colapso? ¿Como en física cuántica?

 

Haciendo caso omiso  aquello  que decía N, Bohr; el  que cree que sabe cuántica es que no entendió nada; que tendría que ser el titulo le respondí, tenes razón , frase que le encanta y, trate de explicitar dentro de mis posibilidades ;imaginá la música como una superposición de ondas posibles, flotando en el aire. Cuando la digitalizamos, cada muestra es como un colapso: la onda se reduce a un valor concreto. Luego, al llegar al parlante y al oído, ocurre la decoherencia: lo digital se mezcla con el entorno y se vuelve analógico, la música que realmente escuchamos.

Lo digital es la cuna, lo analógico la realidad que vivimos. La luz que vemos, el sonido que escuchamos, incluso nuestros latidos, nuestros pensamientos, las sensaciones internas: todo sigue este flujo. Hice una pausa y cerré los ojos un instante, escuchando mi respiración para comprobar lo que decía: Y esto no es solo percepción externa. La interocepción, lo que sentimos dentro del cuerpo; la introspección, cómo sentimos los latidos de la mente y del pensamiento, la observación de nosotros mismos, la propiocepcion que incluye conciencia de la postura el equilibrio y movimiento… Todo sigue el mismo patrón: primero discreto, luego continuo. Lo digital se transforma en analógico así es  nuestra  experiencia cotidiana.

—¿Y el colapso y la decoherencia donde se producen?

Ahí es donde entran los microtúbulos y la tubulina su proteína segun  la teoría  de Penrose y Hameroff, que sostiene que el puente entre lo cuántico y lo analogico está en estas estructuras diminutas dentro de las neuronas, y más específicamente en la proteína tubulina que las forma. Allí se produce un ¨colapso objetivo, un momento cuántico  que luego se expande por el cerebro mediante decoherencia, y así surge la experiencia analógica , consciente, la sensación, la percepción de uno mismo y del mundo. Esta teoría se  sostiene diciendo que está a disposición de la refutalidad según  Popper o sino aceptarla provisoriamente, Todo fenómeno, externo o interno, sigue este flujo: digital → colapso → decoherencia → analógico. La música, la luz, los latidos, la respiración, los pensamientos, la introspección, la interocepción, la introspección… todo se vive como un flujo continuo.

Carlos parecía convencido y dijo: ¨Entonces somos el resultado de ondas que colapsan y se hacen analógicas¨. Asentí con reservas y mirando a la calle recordé a Bohr y Einstein. Sí, y sin ese puente de decoherencia entre el mundo  digital y el mundo analógico, no seríamos lo que somos, la realidad que vivimos sería ininteligible, incompleta,  un acorde flotando sin resonar. Entre sorbos de café y risas, seguimos conversando sobre cómo cada instante de nuestra conciencia—externa e interna—es una melodía que surge de lo discreto hacia lo continuo, de lo digital hacia lo analógico, en perfecta sincronía con el universo y con nosotros mismos. Carlos te repito la frase que te gusta ¡Tenes razón!

 

 

Epílogo

Tal vez lo que llamamos “realidad” no sea más que la versión colapsada y filtrada de un trasfondo infinitamente más vasto. La física nos habla de colapso y de decoherencia; la primera como el instante de decisión de la naturaleza, la segunda como un  puente que transforma lo cuántico en apariencia clásica. La biología nos recuerda que el cerebro selecciona y filtra, convirtiendo esa turbulencia invisible en patrones estables que podemos reconocer.

Lo sólido, entonces, no sería más que un interfaz digital–analógico donde lo discreto y lo continuo se entrelazan para que podamos vivir, elegir y recordar. El universo late en pulsos digitales, pero se nos entrega como un flujo analógico de luces, sonidos, pensamientos y emociones.

En ese cruce, la conciencia aparece como habitante del mundo clásico. Propiocepción, interocepción, introspección: modos distintos de habitar el cuerpo y de reconocer un yo que, a su vez, es parte de esa danza entre lo posible y lo real.

Lo que percibimos como “el mundo sólido” es más bien la versión colapsada y mezclada de algo mucho más rico Nuestra realidad cotidiana sería digital y analógica al mismo tiempo, lo digital es la cuna, lo analógico la realidad que vivimos. La luz que vemos, el sonido que escuchamos, incluso nuestros latidos, nuestros pensamientos, las sensaciones… todo sigue ese flujo.

 

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