La escafandra y las múltiples
mariposas
Memoria,
agencia, corporalidad y patronicidad en la fragilidad humana
“Mi cuerpo
está inmóvil como una escafandra, pero mi mente vuela como una mariposa.”
Jean-Dominique Bauby, La
escafandra y la mariposa (1997)
Jean-Dominique
Bauby quedó paralizado tras un ACV masivo en 1995.
Solo podía parpadear el ojo izquierdo. Con ese movimiento mínimo creó un
sistema Morse orgánico: una asistente recitaba el alfabeto y él parpadeaba en
la letra elegida. Así dictó La escafandra y la mariposa. Su
escafandra fue la parálisis absoluta. Su mariposa, la imaginación y
la escritura, convertidas en puente hacia los otros.
Cristina , Oliver Sacks relató la historia de esta paciente que tras una
neuropatía perdió la propiocepción. “Era como una muñeca que debía mirar
constantemente sus propios movimientos para no derrumbarse” . Así la describe en su libro El hombre que
confundió a su mujer con un sombrero). Oliver Sacks nos tiene acostumbrados
a este tipo de títulos y problemas , el
mismo padece ¨agnosia facial¨.
El diariero
del Italiano , cuando era residente del Italiano, el diariero tenía tabes dorsal: la sífilis tardía había
destruido sus cordones posteriores, borrando la señal propioceptiva. Al
caminar, dependía por completo de sus ojos: sus piernas ya no se sentían desde adentro...
Podíamos sin problemas de lo que vendia, pero cuando caminaba parecía un pato. Las
muletas eran sus ojos . Su escafandra, fue la pérdida de la naturalidad
corporal. La mariposa, la conciencia vigilante que suplió —con esfuerzo
inmenso— al sentido perdido.
El paciente
H.M., tras la extirpación de su hipocampo
(Scoville & Milner, 1957), quedó sin la capacidad de fijar nuevos recuerdos
episódicos. Su vida se convirtió en un presente eterno. Sin embargo, su cuerpo
aprendía sin recordar. Mejoraba cada día en tareas motoras, aunque asegurara no
haberlas hecho nunca. La escafandra era la amnesia anterógrada. La mariposa,
la memoria procedimental: un resto de patronicidad que sobrevivía en
silencio.
Fernando C.
un amigo, me relató que
junto a su esposa comenzaron a sentir
que las fuerzas se les iban. Lucidez intacta, pero sin poder mover un dedo. Un
tercero los llevó de urgencia al Hospital Italiano. Ya en asistencia mecánica
respiratoria, mi amigo estaba despierto, escuchando. Oyó a un médico decir: “No
tiene potasio”. Su primer gesto fue mover un dedo. Luego, pudo pedir: “más
potasio”. Le pregunté; ¿eso te contaron? No nunca perdí el conocimiento. Su
escafandra aguda fue metabólica y transitoria, pero no menos
aterradora: conciencia sin potencia, mente atrapada en un cuerpo apagado. La
mariposa apareció en el gesto mínimo, en el dedo que se movió como señal de
vida y en la palabra que volvió a abrir el mundo.
Agencia y patronicidad: brújulas invisibles
En todos estos casos está en juego una misma trama: La agencia el sentir que actuamos
y la patronicidad el reconocer patrones y
orientarnos.
- Bauby tenía intactas ambas, pero sin vías motrices.
- Christina y el diariero perdieron los patrones silenciosos del
cuerpo.
- H.M. perdió la narrativa, pero conservó patrones motores.
- Mi amigo perdió la fuerza, pero no la lucidez ni la capacidad de
dar sentido.
Como vemos la escafandra puede adoptar
muchas formas: parálisis, amnesia, pérdida sensorial, déficit metabólico. La
mariposa siempre encuentra un modo de volar: imaginación, cálculo, memoria
implícita, comunicación mínima.
Introspección,
interocepción y propiocepción: tres ventanas del yo
- Propiocepción: permite habitar el
cuerpo sin mirarlo; cuando falla, surge la escafandra de Christina y del
diariero.
- Interocepción: percibe el estado
interno; cuando se altera, el yo queda cautivo de señales distorsionadas.
- Introspección:
permite narrarnos; cuando sobrevive, aun en la escafandra, se convierte en
mariposa, como en Bauby o en el dedo de mi amigo que dijo “todavía estoy
aquí”.
Epílogo:
escafandras múltiples, mariposas irreductibles
Las historias de Bauby, Christina, el
diariero, H.M. y mi amigo muestran que la condición humana se teje en esta
tensión: cautiverio y vuelo, pérdida y resto, escafandra y mariposa. Cada
una de estas vidas ilumina la misma paradoja: aun cuando el cuerpo se apaga, la
mente busca formas de resistir, de comunicarse, de afirmar su presencia.
La
escafandra nos recuerda la fragilidad.
La mariposa, la fuerza irreductible del sentido.
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