sábado, septiembre 27, 2025

LOS ESPEJOS Y MÁS


 

LOS ESPEJOS Y MÁS

los espejos tienen algo monstruoso Bioy Casares recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres”…

                                                                                                                            J.L.Borges

El interés por los espejos es uno de esos universales , algunos espejos tienen antecedentes  conocidos como el de Narciso, Blancanieves o el de Alicia, pero no son los únicos espejos con historias.

                                                                                                  Alicia

Mirar y mirarnos en los espejos no es un acto tan sencillo como creemos, los espejos nos reflejan o reflejan  objetos, que como decía Alicia, parecen ¨ ir del otro lado¨.

A qué se debe esto de ¨ir del otro lado¨ como dice en sus aventuras Alicia; ¿por qué parecen invertir las cosas de derecha a izquierda  y no de arriba abajo?,  ¿invierten realmente en sentido horizontal? Los espejos no hacen una inversión horizontal como solemos creer; lo que realmente hacen es invertir punto a punto en el eje perpendicular a su superficie. Es una operación geométrica perfecta y desconocida.

Recuerdo, que, en Asunción, recorriendo con Ariel el Shopping del Sol, en una pantalla de televisión nos vimos  en directo. Allí estaba mi mitad derecha en la derecha de la pantalla, como en el espejo. Pero pronto con el movimiento apareció la incomodidad. Cuando movía los brazos o las manos, algo no ¨encajaba* con lo habitual. La imagen parecía obedecer a otra lógica, como si respondiera a un “otro yo” que imitaba mis movimientos con un leve desfase interno. No era exactamente similar a un espejo ni tampoco exactamente mi yo. Comprendí entonces lo habituado que estaba a ese “error óptico” del espejo, al punto de que cuando la televisión me mostraba en ¨directo¨ sentía que algo falla, que la realidad misma se ha vuelto rara. Así y allí  comprendí lo difícil que sería vivir con esa visión y , cómo nuestras rutinas dependen de esa “inversión” que hemos incorporado sin saberlo.

Como no me cerraba recordé a J- Cocteau:     ¨Los espejos, antes de darnos la imagen que reproducen, deberían reflexionar un poco¨.

Un intento de explicación

El espejo “cruza” las posiciones cuando nos  miramos en un espejo, la mano derecha aparece a la izquierda de la imagen reflejada. Esto ocurre porque el espejo invierte el espacio en el eje perpendicular a su superficie. El espejo no nos muestra cómo somos en la realidad, sino una versión invertida que, con el tiempo, hemos adoptado como nuestra imagen verdadera.

Esto crea un modelo mental, una ilusión de coherencia que el cerebro utiliza para reconocer la propia imagen. La televisión, al mostrarme la imagen no invertida, rompió esta ilusión. Fue como si mi cerebro, de repente, se encontrara con un "yo" que, aunque era objetivamente más real, no se sentía como el "yo" que estaba acostumbrado a ver.

Este fenómeno demuestra que nuestras rutinas y la familiaridad con ciertos estímulos visuales (como el reflejo en el espejo) construyen una realidad subjetiva. El "yo" del espejo es una ilusión, pero una tan potente que su ausencia se siente como un fallo, una falla en la matriz de nuestra propia identidad visual. Es una prueba de que lo que experimentamos como "real" está profundamente moldeado por el hábito y la familiaridad.

Experimento casero

Cuando regrese a casa apele a la paciencia de Blanca para hacer el experimento casero, le pedí que nos pusiéramos frente a frente como si fuera yo y,  moviendo mi mano derecha y  ella ¨mi otro¨ yo moviera la mano derecha,  el resultado me daba la misma impresión que lo que había visto en Asunción en la televisión en directo, mi mano derecha estaba a la derecha de la de Blanca.  Lo que ocurre es que, en un espejo,  te ves “de frente” pero invertido. Frente a Blanca o en la televisión en directo, que filma sin invertir, lo que veo es lo real.

¿Por qué me  resulto raro?

Porque estamos acostumbrados a la inversión del espejo desde la infancia. El espejo nos entrenó a pensar que nuestro “doble” mueve la mano contraria. Entonces, cuando la televisión nos muestra sin esa inversión, sentimos algo “torcido”, aunque sea lo correcto desde la física. El espejo nos devuelve una versión “cómoda” pero engañosa de nosotros mismos. La televisión en directo nos devuelve una versión “fiel” pero incómoda, porque contradice nuestra costumbre perceptiva. La realidad parecía “fallar”, cuando en verdad lo que fallaba era mi expectativa entrenada por el espejo.

Ahora con el celular: En modo selfie, es imagen espejada se ve como estamos acostumbrados en el espejo. En modo cámara en directo, te devuelve la imagen “correcta” no espejada, como te ve otra persona. Al alternar entre estos modos, se nota claramente la diferencia entre inversión y no inversión.

Descripción: http://mla-s1-p.mlstatic.com/antiguo-ojo-de-gato-original-para-bicicleta-aurorita-13627-MLA3348189223_112012-F.jpg Los espejos no son solo imágenes son mucho más , una simple ( simplificada ) es el ojo de gato, que en la noche funciona gracias a espejos en disposición de diedro: pirámides minúsculas que ¨devuelven la luz siempre hacia el emisor, sin importar el ángulo de incidencia¨. Los espejos, entonces, no solo multiplican también orientan, abre un camino en la oscuridad.

Una misión de los espejos , la más importante  casi no tenida en cuenta es como determinante de la identidad Desde los primeros meses de vida el cerebro se enfrenta a un dilema: construir un mapa coherente del mundo a partir de estímulos que no son tan claros ni evidentes. El espejo, al devolvernos una versión invertida, nos obliga a entrenar ¨ilusión de coherencia¨. El bebé, cuando comienza a reconocerse en el espejo, no está viendo “su cara real” sino una versión invertida, pero aprende a darle sentido a esa ilusión. Esa capacidad de naturalizar lo incoherente es parte de la supervivencia cognitiva: el cerebro necesita estabilidad perceptiva para orientarse, aunque sea sobre una base ilusoria.

Somos multimodales. Como lo demuestran las personas ciegas, el cerebro humano es increíblemente adaptable y puede construir el autoconcepto a través del tacto, la propiocepción y, sobre todo, del "espejo social" . Pero para los animales que se auto-reconocen, el yo visual es determinante. La principal evidencia de su autoconciencia es precisamente la "prueba del espejo", que es intrínsecamente visual. A diferencia de los humanos, no tenemos forma de saber si podrían desarrollar el mismo nivel de auto reconocimiento sin una referencia visual.

 

Epílogo:

El yo como estrategia de supervivencia cognitiva El espejo, al devolvernos una versión invertida de nosotros mismos, no revela la realidad tal cual es, pero enseña a naturalizar la incoherencia. Esta “coherencia ilusoria” se convierte en la base de la identidad visual, un ancla que permite al yo orientarse y consolidarse, aun sobre representaciones invertidas o parciales. Paradojalmente, el yo se funda en esta ilusión, que revela nuestra subjetividad: nuestra percepción de ser y existir depende de interpretaciones construidas, no de certezas absolutas.

El yo humano es, sin embargo, multimodal. La identidad no surge únicamente de lo visual: también se construye a través del tacto, la propiocepción y, sobre todo, del espejo social que los demás nos ofrecen. Mientras que en algunos animales la visión determina el reconocimiento de sí mismos —como muestran los tests del espejo en primates o delfines—, en nosotros la conciencia de sí mismo se despliega con flexibilidad y adaptabilidad, integrando múltiples fuentes de información sensorial y social.

Así, el autoconocimiento no es un lujo, sino una estrategia de supervivencia cognitiva. Necesitamos estabilidad perceptiva y coherencia, aunque sea sobre ilusiones, para orientarnos, interactuar y existir en el mundo. Esta base ilusoria de coherencia se complementa con mecanismos como las células espejo, que nos permiten internalizar, imitar y anticipar acciones del otro, ampliando nuestra capacidad de aprender y de comprender la conducta social —pero eso es un capítulo aparte.

En suma, nuestro yo se sostiene sobre la paradoja de la coherencia ilusoria: un constructo flexible, multimodal y adaptativo, imprescindible para navegar el mundo y sobrevivir cognitivamente.

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