LOS ESPEJOS Y MÁS
… los espejos tienen algo monstruoso Bioy Casares recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había
declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el
número de los hombres”…
J.L.Borges
El
interés por los espejos es uno de esos universales , algunos espejos tienen antecedentes conocidos como el de Narciso, Blancanieves o
el de Alicia, pero no son los únicos
espejos con historias.
Alicia
Mirar
y mirarnos en los espejos no es un acto tan sencillo como creemos, los espejos
nos reflejan o reflejan objetos, que
como decía Alicia, parecen ¨ ir del otro lado¨.
A qué
se debe esto de ¨ir del otro lado¨ como dice en sus aventuras Alicia; ¿por qué parecen invertir las cosas de derecha a
izquierda y no de arriba abajo?, ¿invierten realmente en sentido horizontal? Los espejos no hacen una inversión horizontal como solemos creer; lo que
realmente hacen es invertir punto a punto en el eje perpendicular a su
superficie. Es una operación geométrica perfecta y desconocida.
Recuerdo, que, en Asunción,
recorriendo con Ariel el Shopping del Sol, en una pantalla de televisión nos
vimos en directo. Allí estaba mi mitad
derecha en la derecha de la pantalla, como en el espejo. Pero pronto con el
movimiento apareció la incomodidad. Cuando movía los brazos o las manos, algo
no ¨encajaba* con lo habitual. La imagen parecía obedecer a otra lógica, como
si respondiera a un “otro yo” que imitaba mis movimientos con un leve desfase
interno. No era exactamente similar a un espejo ni tampoco exactamente mi yo.
Comprendí entonces lo habituado que estaba a ese “error óptico” del espejo, al
punto de que cuando la televisión me mostraba en ¨directo¨ sentía que algo
falla, que la realidad misma se ha vuelto rara. Así y allí comprendí lo difícil que sería vivir con esa
visión y , cómo nuestras rutinas dependen de esa “inversión” que hemos
incorporado sin saberlo.
Como no me cerraba recordé a J- Cocteau: ¨Los
espejos, antes de darnos la imagen que reproducen, deberían reflexionar un
poco¨.
Un intento de explicación
El espejo “cruza” las posiciones cuando nos miramos en un espejo, la mano derecha aparece
a la izquierda de la imagen reflejada. Esto ocurre porque el espejo
invierte el espacio en el eje perpendicular a su superficie. El espejo no nos muestra
cómo somos en la realidad, sino una versión invertida que, con el tiempo, hemos
adoptado como nuestra imagen verdadera.
Esto crea un modelo
mental, una ilusión de coherencia que el cerebro utiliza para reconocer la
propia imagen. La televisión, al mostrarme la imagen no invertida, rompió esta
ilusión. Fue como si mi cerebro, de repente, se encontrara con un
"yo" que, aunque era objetivamente más real, no se sentía como el
"yo" que estaba acostumbrado a ver.
Este
fenómeno demuestra que nuestras rutinas y la familiaridad con ciertos estímulos
visuales (como el reflejo en el espejo) construyen una realidad subjetiva.
El "yo" del espejo es una ilusión, pero una tan potente que su
ausencia se siente como un fallo, una falla en la matriz de nuestra propia
identidad visual. Es una prueba de que lo que experimentamos como
"real" está profundamente moldeado por el hábito y la familiaridad.
Experimento casero
Cuando regrese a casa apele
a la paciencia de Blanca para hacer el experimento casero, le pedí que nos
pusiéramos frente a frente como si fuera yo y, moviendo mi mano derecha y ella ¨mi otro¨ yo moviera la mano derecha, el resultado me daba la misma impresión que lo
que había visto en Asunción en la televisión en directo, mi mano derecha estaba
a la derecha de la de Blanca. Lo que
ocurre es que, en un espejo, te ves “de
frente” pero invertido. Frente a Blanca o en la televisión en directo, que
filma sin invertir, lo que veo es lo real.
¿Por qué
me resulto raro?
Porque estamos acostumbrados
a la inversión del espejo desde la infancia. El espejo nos entrenó a pensar
que nuestro “doble” mueve la mano contraria. Entonces, cuando la televisión nos
muestra sin esa inversión, sentimos algo “torcido”, aunque sea lo correcto
desde la física. El espejo nos devuelve una versión “cómoda” pero
engañosa de nosotros mismos. La televisión en directo nos devuelve una
versión “fiel” pero incómoda, porque contradice nuestra costumbre perceptiva. La
realidad parecía “fallar”, cuando en verdad lo que fallaba era mi expectativa
entrenada por el espejo.
Ahora con el
celular: En modo selfie, es imagen espejada se
ve como estamos acostumbrados en el espejo. En modo cámara en directo,
te devuelve la imagen “correcta” no espejada, como te ve otra persona. Al
alternar entre estos modos, se nota claramente la diferencia entre inversión y
no inversión.
Los espejos
no son solo imágenes son mucho más , una simple ( simplificada ) es el ojo de
gato, que en la noche funciona gracias a espejos en disposición de diedro:
pirámides minúsculas que ¨devuelven la luz siempre hacia el emisor, sin
importar el ángulo de incidencia¨. Los espejos, entonces, no solo multiplican
también orientan, abre un camino en la oscuridad.
Una misión de
los espejos , la más importante casi no
tenida en cuenta es como determinante de la identidad Desde los primeros meses de vida el cerebro se
enfrenta a un dilema: construir un mapa coherente del mundo a partir de
estímulos que no son tan claros ni evidentes. El espejo, al devolvernos
una versión invertida, nos obliga a entrenar ¨ilusión de coherencia¨. El bebé,
cuando comienza a reconocerse en el espejo, no está viendo “su cara real” sino
una versión invertida, pero aprende a darle sentido a esa ilusión. Esa
capacidad de naturalizar lo incoherente es parte de la
supervivencia cognitiva: el cerebro necesita estabilidad perceptiva para
orientarse, aunque sea sobre una base ilusoria.
Somos multimodales. Como lo
demuestran las personas ciegas, el cerebro humano es increíblemente adaptable y
puede construir el autoconcepto a través del tacto, la propiocepción y, sobre
todo, del "espejo social" . Pero para los animales que se
auto-reconocen, el yo visual es determinante. La principal evidencia de
su autoconciencia es precisamente la "prueba del espejo", que
es intrínsecamente visual. A diferencia de los humanos, no tenemos forma de
saber si podrían desarrollar el mismo nivel de auto reconocimiento sin una
referencia visual.
Epílogo:
El yo como estrategia de supervivencia cognitiva El espejo, al devolvernos una versión
invertida de nosotros mismos, no revela la realidad tal cual es, pero enseña a naturalizar
la incoherencia. Esta “coherencia ilusoria” se convierte en la base de la
identidad visual, un ancla que permite al yo orientarse y consolidarse, aun
sobre representaciones invertidas o parciales. Paradojalmente, el yo se funda
en esta ilusión, que revela nuestra subjetividad: nuestra percepción de ser y
existir depende de interpretaciones construidas, no de certezas
absolutas.
El yo humano es, sin
embargo, multimodal. La identidad no surge únicamente de lo visual:
también se construye a través del tacto, la propiocepción y, sobre todo, del espejo
social que los demás nos ofrecen. Mientras que en algunos animales la
visión determina el reconocimiento de sí mismos —como muestran los tests del
espejo en primates o delfines—, en nosotros la conciencia de sí mismo se
despliega con flexibilidad y adaptabilidad, integrando múltiples fuentes
de información sensorial y social.
Así, el autoconocimiento no
es un lujo, sino una estrategia de supervivencia cognitiva. Necesitamos
estabilidad perceptiva y coherencia, aunque sea sobre ilusiones, para
orientarnos, interactuar y existir en el mundo. Esta base ilusoria de
coherencia se complementa con mecanismos como las células espejo, que
nos permiten internalizar, imitar y anticipar acciones del otro, ampliando
nuestra capacidad de aprender y de comprender la conducta social —pero eso es
un capítulo aparte.
En suma, nuestro yo se
sostiene sobre la paradoja de la coherencia ilusoria: un constructo flexible,
multimodal y adaptativo, imprescindible para navegar el mundo y sobrevivir
cognitivamente.
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