EL
ATLAS! Más allá de Platón y Orwell
La IA no es artificial ni inteligente, tiene forma
corpórea hecha de recursos naturales, combustibles, años de mano de obra,
infraestructura, logística... Los sistemas no son racionales ni autónomos, no
son capaces de discernir algo sin un entrenamiento extenso y computacionalmente
intensivo, con enormes conjuntos de datos o reglas, dependiendo de estructuras
políticas y sociales, diseñadas para servir a intereses existentes. Es en ese
sentido un ¨certificado de poder¨. Para entender que la IA es fundamentalmente
política, debemos ir más allá de las redes, ¿ver a qué responde, que está
ocurriendo, que está en juego? La viabilidad de la tecnología como la
democracia depende de la práctica de la justicia y la aplicación de límites al
poder. La minería que crea la IA es literal y metafórica, el nuevo
extractivismo engloba al viejo. La nube es la columna vertebral
de la industria de la IA y está hecha de rocas litio en salmuera y petróleo
crudo
K. Crawford
Esto
es del libro de Kate Crawford: ATLAS poder, política DE INTELIGENCIA y costos
planetarios ARTIFICIAL¨ de esa forma titulado, que nos ofrece una forma poco
pensada en superficie, creí necesario apropiarme de algunos conceptos que
merecen más, pero como se dice en el barrio; para muestra basta un botón y a mí
me remonta a dos pensadores, en extremos opuestos.
Platón soñaba con una utopía: una
sociedad gobernada por sabios, guiada por la justicia y el bien común. Su
anhelo era que su visión se hiciera realidad. Orwell, en cambio, temía una
distopía de control total, manipulación de la verdad, resignación final. Lo
suyo era una advertencia, no un deseo. Platón quería que su república ideal
ocurriera; Orwell, quería que su pesadilla no se realizara. La IA, sin
embargo, parece cruzar ambas visiones: promete orden racional, pero ejecuta
vigilancia sistemática.
Nos
menciona además K. Crawford dos mitos: 1ro.- Que sistemas no humanos sean computadoras
o caballos son análogos a la mente humana. 2do.- Que la inteligencia existe independiente
separada de las fuerzas sociales, culturales, históricas y políticas. En todo de acuerdo con estos R. Penrose (Nobel
de Física) teoriza que nuestro cerebro tiene algo no computable.
La IA no flota en la nube: nace de la tierra. El litio extraído del lago
negro de Mongolia —altamente contaminado y radioactivo— alimenta las baterías y
servidores que sostienen su funcionamiento. La llamada “nube” es, en realidad,
una mina global. Lo que antes era solo extractivismo energético o mineral,
hoy incluye también datos, atención, emociones y tiempo humano.
K. Crawford dice que al invocar un atlas, necesitamos entender las nuevas formas de la
IA ; que toma en cuenta los estados y las corporaciones que dominan y manejan ,la
minería de extracción que deja huellas en el planeta y la ¨captura masiva de datos¨ que la sustentan,
que se está tratando de capturar el planeta
de forma que sea legible por computadora, que no es una metáfora, que está
normalizando mapas a manera de visión cenital centralizada del movimiento, de
la comunicación, de la mano de obra humana, que no desea crear un atlas del mundo,
sino: Ser el ATLAS.
¿Será que
al final, como Winston Smith, terminamos amando al Gran Hermano? ¿Qué nos
rendimos, no ante una amenaza explícita, sino bajo la seducción del algoritmo? ¿Qué
como él, con lágrimas de ginebra, daremos por terminada la lucha? ¿Nos vencemos
a nosotros mismos? ¿Qué ya amamos al poder que nos observa?
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