viernes, mayo 30, 2025

La Metáfora Aquiral: Cuando los Gestos Trascienden la Ideología


 

La Metáfora Aquiral: Cuando los Gestos Trascienden la Ideología

¡Hola, holita, vecinito!" Un mantra de cortesía y alegría

Ned Flanders y la Mano Aquiral

En el ¨laboratorio de reflexiones abiertas¨, salió el tema de los zurdos, pero no específicamente la cuestión del manejo de la mano izquierda que se debe al predominio del hemisferio derecho en un mundo donde la mayoría se maneja en lo pragmático con el hemisferio izquierdo. Un mundo  que parece hecho para los diestros el comando depende del izquierdo y la creatividad del derecho unidos como emblemático por el cuerpo calloso ,una biológica que nos muestra un modelo de cómo es nuestra intimidad y que debería ser un ejemplo en todos sentido.

Postula J. Wagensberg que un científico tiene siempre como  reto ante un pedazo de realidad, ¨revisar y sacar punta al lenguaje¨. En este sentido quiralidad y aquiralidad son términos que podemos analizar como ejemplos  de cosas que venimos ¨usando¨ cotidianamente. Veamos nuestras manos, la mano izquierda no puede superponerse a la mano derecha, son imágenes especulares no superponibles, al igual que zapatos , guantes,  violines, guitarras,  tijeras …que tienen versiones para diestros y zurdos. Mas en profundidad ,  muchas moléculas orgánicas son quirales. La talidomida tiene una versión "izquierda" y una "derecha", que se denominan enantiómeros, la izquierda produjo muchas malformaciones. La quiralidad es la propiedad de un objeto no ser superponible con su imagen especular. Le pregunte  a mi nieto Evaristo , zurdo, si tenía una tijera para zurdo y me dijo no, pero si , un abrelatas que al abrir gira en sentido antihorario.

En un mundo cada vez  complejo, la dicotomía tradicional de "izquierda vs. derecha"  resulta insuficiente. ¿Qué pasaría si, en cambio, observáramos las cosas a través de una lente aquiral? La imagen de una escena de Los Simpson en profundidad  ilustra mucho mejor que posiciones académicas. Ned Flanders, el eterno buen vecino, celebra el “Día del Zurdo” con una camiseta que proclama “Lord love a lefty”, sosteniendo con su mano izquierda un cartel de “Left Power”. Pero al mismo tiempo, levanta su puño derecho en un gesto clásico de protesta. Aquí, sin saberlo, sin saberlo creo yo,  Flanders encarna una metáfora poderosa: El gesto no está confinado a la mano  ambas cooperan para entregar un mensaje unificado. Cuando mostré en el ¨laboratorio¨ si  decir nada, uno de los ¨laboratoristas¨ , coincidió con  lo que yo creía ver . Esta escena, no creo que haya sido concebida como un simple dibujo, habría que preguntarle al autor,  pero nos ofrece una lección filosófica: Que no siempre importa si una acción viene de la izquierda o la derecha; lo importante es que encarna, lo que construye. El dibujo expresa una profunda metáfora aquiral.

Tradicionalmente, la mano derecha simboliza lo correcto, la autoridad y el statu quo, mientras que la izquierda a menudo se ha asociado con lo heterodoxo, lo subversivo o simplemente lo "otro". Sin embargo, la pose de Flanders subvierte esto. Su mano derecha, la mano de la convención, se convierte en el instrumento de una causa "izquierda". Su mano izquierda, el objeto de la celebración, sostiene el mensaje de empoderamiento. No hay contradicción aquí; en su lugar, vemos una simetría funcional. El gesto no está limitado por la mano que lo realiza; al contrario, ambas manos cooperan para entregar un mensaje unificado. Esta "performatividad aquiral" sugiere que la identidad y la acción pueden trascender los rígidos marcos de "izquierda" o "derecha", mezclándose para expresar un único propósito.

¿Como se visualizaría desde la dialéctica de Hegel? Tesis, antítesis, síntesis…

Del cuerpo a la política: hacia una síntesis aquiral

En el discurso público, seguimos atrapados en la dicotomía izquierda/derecha. Un modelo que nació con la Revolución Francesa y que, a pesar de sus mutaciones, continúa organizando el mapa mental del poder. Podemos reinterpretar esta tensión desde la dialéctica hegeliana:

  • Tesis: la derecha clásica —orden, jerarquía, propiedad, tradición.
  • Antítesis: la izquierda clásica —igualdad, redistribución, crítica, transformación.
  • Síntesis: una forma aquiral de Estado que no cancela las diferencias, sino que las hace cooperar en un sistema racional, reflexivo y evolutivo.

Hegel no pensaba el Estado como un Leviatán, un aparato represivo, sino como la encarnación histórica de la razón. En su Filosofía del Derecho, lo define como “la realidad de la libertad concreta”. Esa libertad no se alcanza con dogmas, sino con instituciones capaces de aprender, corregirse y representar al Espíritu que se desarrolla en la historia. En ese sentido, una política aquiral sería aquella donde las dos “manos” del sistema —tradición y cambio, estabilidad e innovación— actúan juntas, no por conveniencia, sino por una comprensión más profunda del bien común.

Características de un gobierno aquiral

1. Racionalidad institucional:
Un gobierno aquiral no se rige por dogmas ideológicos, sino por una racionalidad que aprende de la historia. Las instituciones no están al servicio de una bandera, sino de una ética pública que evoluciona. Es un Estado con capacidad de autocrítica, una democracia con autoconciencia.

2. Participación integradora:
La libertad, en Hegel, se realiza en comunidad. No se trata de plebiscitos instantáneos ni de tecnocracias alejadas del pueblo, sino de un civismo activo y filosófico, donde cada ciudadano piensa con y para el todo. Lo contrario a la lógica de facciones.

3. Legitimidad por finalidad, no por origen:
No importa si una política nació en la “izquierda” o en la “derecha”. Lo importante es su efecto sobre la libertad, la dignidad y la autonomía colectiva. Una reforma es buena no por su autoría, sino por su contribución al Espíritu del tiempo

 

¿Existen ejemplos reales?

Países como Finlandia, Noruega o Dinamarca, con sus estados de bienestar sostenibles, sus sistemas educativos descentralizados pero robustos, y su innovación social, han sabido integrar tensiones históricas sin aferrarse a ideologías cerradas. No son paraísos ambidiestros—ninguno lo es—, pero sí formas parciales de aquiralidad política encarnada. Gobiernos que, lejos de ignorar el conflicto, lo metabolizan en instituciones estables pero sensibles a la crítica.

Epílogo: la sabiduría del cuerpo

Volvamos a nuestras manos. Un cuerpo sano no decide entre usar la izquierda o la derecha: usa ambas según lo que exige la tarea. Un cerebro funcional coordina y distribuye las funciones sin prejuicio. Del mismo modo, un cuerpo político maduro no teme usar herramientas del “otro lado” si sirven al bien común. Ser aquiral no es ser neutral, es ser sinérgico, usar sabiamente los dos hemisferios. En un tiempo de polarizaciones estériles, recordar a Ned Flanders alzando su puño derecho por una causa zurda puede parecer banal. Pero quizá encierre un secreto mayor: que el sentido común, cuando se encarna en gestos coherentes, siempre trasciende los binarismos. Y que, como las manos, las ideas también pueden cooperar para construir un mundo mejor.

 

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