La Metáfora Aquiral: Cuando los Gestos Trascienden la Ideología
¡Hola, holita, vecinito!" Un
mantra de cortesía y alegría
Ned Flanders y la Mano Aquiral
En el ¨laboratorio de reflexiones abiertas¨, salió el
tema de los zurdos, pero no específicamente la cuestión del manejo de la mano
izquierda que se debe al predominio del hemisferio derecho en un mundo donde la
mayoría se maneja en lo pragmático con el hemisferio izquierdo. Un mundo que parece hecho para los diestros el comando depende
del izquierdo y la creatividad del derecho unidos como emblemático por el
cuerpo calloso ,una biológica que nos muestra un modelo de cómo es nuestra
intimidad y que debería ser un ejemplo en todos sentido.
Postula J. Wagensberg que un científico tiene
siempre como reto ante un pedazo de
realidad, ¨revisar y sacar punta al lenguaje¨. En este sentido quiralidad y
aquiralidad son términos que podemos analizar como ejemplos de cosas que venimos ¨usando¨ cotidianamente.
Veamos nuestras manos, la mano izquierda no puede superponerse a la mano
derecha, son imágenes especulares no superponibles, al igual que zapatos ,
guantes, violines, guitarras, tijeras …que tienen versiones para diestros y
zurdos. Mas en profundidad , muchas
moléculas orgánicas son quirales. La talidomida tiene una versión
"izquierda" y una "derecha", que se denominan enantiómeros,
la izquierda produjo muchas malformaciones. La quiralidad es la propiedad
de un objeto no ser superponible con su imagen especular. Le pregunte a mi nieto Evaristo , zurdo, si tenía una
tijera para zurdo y me dijo no, pero si , un abrelatas que al abrir gira en
sentido antihorario.
En un mundo cada vez complejo, la dicotomía tradicional de
"izquierda vs. derecha" resulta insuficiente. ¿Qué pasaría si, en
cambio, observáramos las cosas a través de una lente aquiral? La imagen de una
escena de Los Simpson en profundidad ilustra mucho mejor que posiciones académicas.
Ned Flanders, el eterno buen vecino, celebra el “Día del Zurdo” con una
camiseta que proclama “Lord love a lefty”, sosteniendo con su mano izquierda un
cartel de “Left Power”. Pero al mismo tiempo, levanta su puño derecho en un
gesto clásico de protesta. Aquí, sin saberlo, sin saberlo creo yo, Flanders encarna una metáfora poderosa: El
gesto no está confinado a la mano ambas
cooperan para entregar un mensaje unificado. Cuando mostré en el ¨laboratorio¨ si decir nada, uno de los ¨laboratoristas¨ , coincidió
con lo que yo creía ver . Esta escena, no
creo que haya sido concebida como un simple dibujo, habría que preguntarle al
autor, pero nos ofrece una lección
filosófica: Que no siempre importa si una acción viene de la izquierda o la
derecha; lo importante es que encarna, lo que construye. El dibujo expresa una
profunda metáfora aquiral.
Tradicionalmente, la mano derecha simboliza lo
correcto, la autoridad y el statu quo, mientras que la izquierda a
menudo se ha asociado con lo heterodoxo, lo subversivo o simplemente lo
"otro". Sin embargo, la pose de Flanders subvierte esto. Su mano
derecha, la mano de la convención, se convierte en el instrumento de una causa
"izquierda". Su mano izquierda, el objeto de la celebración, sostiene
el mensaje de empoderamiento. No hay contradicción aquí; en su lugar, vemos una
simetría funcional. El gesto no está limitado por la mano que lo
realiza; al contrario, ambas manos cooperan para entregar un mensaje unificado.
Esta "performatividad aquiral" sugiere que la identidad y la acción
pueden trascender los rígidos marcos de "izquierda" o
"derecha", mezclándose para expresar un único propósito.
¿Como se visualizaría desde la dialéctica de Hegel? Tesis, antítesis,
síntesis…
Del cuerpo
a la política: hacia una síntesis aquiral
En el discurso público, seguimos atrapados en
la dicotomía izquierda/derecha. Un modelo que nació con la Revolución Francesa
y que, a pesar de sus mutaciones, continúa organizando el mapa mental del poder.
Podemos reinterpretar esta tensión desde la dialéctica hegeliana:
- Tesis: la derecha clásica —orden, jerarquía,
propiedad, tradición.
- Antítesis: la izquierda clásica —igualdad,
redistribución, crítica, transformación.
- Síntesis: una forma aquiral de Estado que
no cancela las diferencias, sino que las hace cooperar en un sistema
racional, reflexivo y evolutivo.
Hegel no pensaba el Estado como un Leviatán,
un aparato represivo, sino como la encarnación histórica de la razón. En
su Filosofía del Derecho, lo define como “la realidad de la libertad
concreta”. Esa libertad no se alcanza con dogmas, sino con instituciones
capaces de aprender, corregirse y representar al Espíritu que se desarrolla en
la historia. En ese sentido, una política aquiral sería aquella donde
las dos “manos” del sistema —tradición y cambio, estabilidad e innovación—
actúan juntas, no por conveniencia, sino por una comprensión más profunda del
bien común.
Características de un gobierno aquiral
1. Racionalidad institucional:
Un gobierno aquiral no se rige por dogmas ideológicos, sino por una
racionalidad que aprende de la historia. Las instituciones no están al servicio
de una bandera, sino de una ética pública que evoluciona. Es un Estado con
capacidad de autocrítica, una democracia con autoconciencia.
2. Participación integradora:
La libertad, en Hegel, se realiza en comunidad. No se trata de plebiscitos
instantáneos ni de tecnocracias alejadas del pueblo, sino de un civismo
activo y filosófico, donde cada ciudadano piensa con y para el todo. Lo
contrario a la lógica de facciones.
3. Legitimidad por finalidad, no por origen:
No importa si una política nació en la “izquierda” o en la “derecha”. Lo
importante es su efecto sobre la libertad, la dignidad y la autonomía
colectiva. Una reforma es buena no por su autoría, sino por su contribución al
Espíritu del tiempo
¿Existen ejemplos reales?
Países como
Finlandia, Noruega o Dinamarca, con sus estados de bienestar sostenibles, sus
sistemas educativos descentralizados pero robustos, y su innovación social, han
sabido integrar tensiones históricas sin aferrarse a ideologías cerradas. No
son paraísos ambidiestros—ninguno lo es—, pero sí formas parciales de
aquiralidad política encarnada. Gobiernos que, lejos de ignorar el
conflicto, lo metabolizan en instituciones estables pero sensibles a la
crítica.
Epílogo: la sabiduría del cuerpo
Volvamos a nuestras manos. Un cuerpo sano no
decide entre usar la izquierda o la derecha: usa ambas según lo que exige la
tarea. Un cerebro funcional coordina y distribuye las funciones sin
prejuicio. Del mismo modo, un cuerpo político maduro no teme usar herramientas
del “otro lado” si sirven al bien común. Ser aquiral no es ser neutral, es ser sinérgico,
usar sabiamente los dos hemisferios. En un tiempo de polarizaciones estériles,
recordar a Ned Flanders alzando su puño derecho por una causa zurda puede
parecer banal. Pero quizá encierre un secreto mayor: que el sentido común,
cuando se encarna en gestos coherentes, siempre trasciende los binarismos. Y
que, como las manos, las ideas también pueden cooperar para construir un mundo
mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario