Imaginación,
chismes y ficciones: el poder oculto del Homo sapiens
"Imagina
que no hay paraíso, es sencillo si lo intentas..."
Miguel me recordó la canción de John Lennon que
así comienza y fue una de las
canciones más influyentes del siglo XX: "Imagine" .Su
propuesta es radical: imaginar un mundo sin cielo ni infierno, sin religiones,
sin países y sin propiedad privada. No como una utopía irreal, sino como un
ejercicio de liberación mental frente a estructuras que, según él, alimentan el
conflicto. La canción fue escuchada por millones de personas, pero pocos
parecen haber internalizado realmente su mensaje. Esa es la sutileza poderosa
de la buena música: puede sembrar ideas profundas sin necesidad de gritar , aunque
muchos no se dan cuenta del propósito.
Pero en la vida cotidiana,
decir que alguien es "muy imaginativo" suele tener un matiz
peyorativo, como si la imaginación fuese un rasgo infantil o poco útil. Sin
embargo, el historiador Yuval Noah Harari, en su libro Sapiens,
reivindica justamente lo contrario: que fue la capacidad de imaginar la
que permitió al Homo sapiens prosperar frente a especies físicamente
superiores. Lejos de ser un simple recurso artístico o recreativo, la
imaginación es una herramienta evolutiva.
Nuestros ancestros no solo
imaginaron, sino que actuaron en consecuencia: imaginaron dioses, leyes,
tribus, banderas, monedas. Así nació el mundo que hoy habitamos. Harari lo
resume de forma provocadora: “Somos el único animal que puede creer en cosas
que existen exclusivamente en nuestra imaginación: dioses, estados, dinero,
derechos humanos, corporaciones…”.
Este poder de imaginar y
compartir ficciones es inseparable del lenguaje. A diferencia de otros
animales, nuestro lenguaje no solo advierte o describe lo inmediato. Los
chimpancés pueden alertar sobre depredadores, o tal vez donde hay bananas ,pero
no "chismorrean" sobre lo que ocurrirá si alguien rompe una norma o
hace una promesa. Nosotros sí: Creamos realidades compartidas que se
sostienen en historias, y las difundimos mediante chismes, rituales o
leyes.
Aquí entra en juego un
elemento subestimado, pero profundamente humano: el chisme. Harari lo
destaca como una de las primeras funciones complejas del lenguaje. Chismear no
es solo hablar de otros; es compartir información social, construir confianza
grupal, establecer jerarquías y reforzar normas. En otras palabras: chismear es
gobernar el imaginario colectivo.
Y el psicólogo y Nobel de Economía Daniel Kahneman, en Pensar
rápido, pensar despacio, también pone el foco en estos momentos cotidianos.
Comienza su libro llevándonos al típico
dispensador de agua en la oficina, ese punto de encuentro donde circulan
opiniones y chismes.
Se pregunta:
¿Por qué nos interesan tanto los chismes?
Tal vez porque es más fácil identificar y etiquetar errores ajenos que
reconocer los propios. Kahneman sugiere que el deseo de participar en un
"chisme inteligente" puede motivarnos más hacia la autocrítica que
muchos buenos propósitos de Año Nuevo.
Ficciones que nos guían:
Desde pequeños, jugamos con la imaginación y sabemos, en general,
distinguir la fantasía de la realidad. Pero al crecer, muchas veces nos
embarcamos en ficciones que no logramos separar de lo real. No siempre está
mal. Al contrario: las ficciones compartidas son muchas veces lo que da
sentido a nuestras vidas. ¿Qué sería de nuestras acciones sin una visión de
futuro, sin ideales o sin propósitos?
Conclusión:
Es justo reconocer el legado de Lennon. Su
canción es una invitación a imaginar lo que creemos y lo que creamos se entrelazan y es nuestra verdadera arma
evolutiva. La capacidad humana de concebir y compartir ficciones, impulsada
por el lenguaje y articulada a través
del chismorreo, es el motor de nuestra
evolución social, política y económica. La propuesta radical de
"Imagine" nos desafía a examinar críticamente estas construcciones,
invitándonos a reconocer que nuestro
mundo es, en gran medida, un producto de nuestra imaginación colectiva, lo cual
abre la puerta a la posibilidad de reimaginarlo y, con ello, de construir un futuro más prometedor.
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