domingo, octubre 26, 2025

Funes y otros: memoria, pensamiento y poda

 

Funes y otros: memoria, pensamiento y poda

Funes el “Memorioso” era uruguayo / Memorable personaje de Borges provenía  de una familia de ganaderos - Literalgia

Desde la infancia, la lectura de cuentos nos introduce en el arte de pensar a través de imágenes, tuve la suerte de que mi madre me leyera cuentos y que durante mis años de primaria en el Salesiano nos estimularan a leer autores como Andersen ,Salgari , Verne... De adulto  Jorge Luis Borges es un desafío, empezar con Funes el memorioso me parece recomendable, se destaca por presentar una paradoja esencial: un hombre que recuerda absolutamente todo, pero que, precisamente por eso, es incapaz de pensar.

Este cuento  anticipa conceptos que la neurociencia recién empezaría a comprender a mediados del siglo XX: ¨La necesidad del olvido para la formación del pensamiento abstracto y la organización de la experiencia¨ (Edelman, 1987; Damasio, 1994).

Tras un accidente, Ireneo Funes hasta ese momento era el cronométrico , queda paralizado físicamente, pero desarrolla una memoria total. En lugar de representar un don, su nueva capacidad se convierte en condena , es un doble prisionero. Borges escribe: Había aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, el portugués, el latín. Sospechaba que, a diferencia de los demás, él sabía pensar.”

Sin embargo, lo que Funes llamaba “pensar” no es pensamiento, sino pura acumulación de imágenes. Su intento de crear un sistema numérico propio —donde “ferrocarril”, “azufre” o “Napoleón” equivalen a números— revela su incapacidad para abstraer, es decir, para separar lo esencial de lo accidental.
Funes no comprende que el número es una idea, no un objeto, que 365 son tres centenas, seis decenas y cinco unidades.  Su mente concreta confunde el signo con la cosa, como si cada experiencia fuera irrepetible e inconmensurable.

Las investigaciones neurocientíficas actuales confirman la intuición borgiana: el olvido es una función cognitiva esencial. Según Antonio Damasio (1994), el cerebro humano no es un dispositivo de registro, sino un sistema activo que selecciona reorganiza y desecha información para construir mapas mentales dinámicos. Recordar implica olvidar, y olvidar permite recordar lo relevante.

Del mismo modo, Gerald Edelman (1987) propone en su Teoría de la selección de grupos neuronales que el cerebro funciona como un sistema darwiniano: las conexiones sinápticas compiten y se seleccionan en función de la experiencia. Olvidar es, en este sentido, un proceso adaptativo que elimina lo redundante para conservar lo significativo.

Roger Penrose (1994), desde la física teórica, lleva esta idea más lejos al sostener que la conciencia requiere un “colapso de posibilidades”: una reducción del caos informativo que da lugar a una estructura significativa. Pensar es elegir, y elegir implica olvidar.

Los Funes reales: Shereshevsky y Tammet

S.Shereshevsky:  Su cerebro podría haber retenido todas las conexiones sensoriales sin podarlas. Como resultado, cada estímulo activaba un mosaico completo de percepciones, sin filtros, imposibilitando la abstracción. Las conexiones cruzadas entre áreas sensoriales (colores, sonidos, sabores, formas) son más numerosas y menos reguladas.  La sinestesia “normal” es selectiva; en su  caso, las vías sensoriales están hiperconectadas, generando una experiencia total e inabarcable del mundo. Desde la perspectiva de la neurociencia, esto equivale a un “ruido de fondo constante”, que dificulta cualquier operación cognitiva de alto nivel.

El problema no es la memoria per se, sino la falta de filtrado, su cerebro retiene demasiado, conectando todo  incapaz de jerarquizar o sintetizar. En términos simples: olvidar es una función cognitiva, y su ausencia convierte la memoria en un laberinto sin salida.

D. Tammet:  Desarrolló mecanismos cognitivos que permiten filtrar estímulos irrelevantes, algo que Funes en la ficción y Shereshevsky no pudieron hacer. La poda sináptica funcional y la atención selectiva le permiten navegar el mundo sin colapsar por exceso de información porque su cerebro aprendió a filtrar y organizar la información, En términos neurocientíficos, Tammet tiene: Memoria eidética funcional y selectiva, sinestesia regulada.

 Es reconocido por su extraordinaria habilidad para realizar cálculos matemáticos complejos y aprender idiomas, ha destacado por su capacidad para transformar su experiencia sensorial única en una herramienta cognitiva poderosa. Su sinestesia, le permite visualizar números y palabras con colores, formas y texturas, le ha proporcionado una forma distintiva de interactuar con el mundo.

Tammet ha desarrollado estrategias personales para canalizar su percepción sensorial hacia actividades constructivas. Por ejemplo, ha utilizado su habilidad para memorizar secuencias numéricas extensas y para aprender nuevos idiomas con rapidez. Esta capacidad de adaptación sugiere que ha encontrado formas de integrar su experiencia sensorial en su vida diaria de manera funcional. Es importante señalar que, aunque Tammet ha compartido públicamente su experiencia y ha escrito sobre su vida con el síndrome de Asperger y la sinestesia, no hay evidencia  de que haya recibido una terapia formal para tratar su sinestesia.

En cambio, ha aprendido a vivir con ella y a utilizarla en su beneficio. Su enfoque autodidacta y su capacidad para encontrar significado y utilidad en su percepción sensorial única lo han convertido en un ejemplo notable de adaptación y  encaja perfectamente con el concepto de antifragilidad de Nassim Taleb, no solo resiste, sino que se beneficia del estrés, la volatilidad y la complejidad. Es como un organismo que se fortalece al enfrentarse a desafíos.

Adenda:

Poda sináptica: Durante la infancia, el cerebro forma más conexiones sinápticas de las necesarias, la poda sináptica elimina las conexiones redundantes o menos útiles, fortaleciendo las redes más relevantes. Este proceso permite que la información se organice, generalice y abstraiga, evitando la saturación.

Conclusión

Borges imaginó en Funes el destino trágico de una mente sin olvido. Luria lo encontró en Shereshevsky; la neurociencia lo explica hoy como saturación de memoria sin abstracción.  Daniel Tammet no ha recibido una terapia convencional para su sinestesia, pero ha desarrollado métodos propios para integrar y aprovechar su experiencia sensorial, demostrando cómo la comprensión y adaptación personal pueden ser herramientas poderosas para vivir con condiciones neurológicas atípicas. En todos los casos, el mensaje es el mismo: pensar no es recordar, sino olvidar bien. El olvido no es la falla de la memoria, sino su forma más elevada. Gracias a él podemos generalizar, simbolizar y crear.

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