POCOS ARBOLES, PERO UN FRONDOJO FOLLAJE
¨Si tuviera que echar un árbol en 8 horas me pasaría 6 hs. afilando el
hacha¨
A Lincoln
Han
pasado muchos años, desde que A. Lincoln expresara la metáfora, pero ella sigue
siendo útil y hoy la vemos sustentada fuertemente en las neurociencias, la psicología cognitiva, la informática, ciencias
que se han unido después de años de preparatoria y que nos están brindando la
oportunidad de saber cómo pensamos y cómo podemos hacer para ponernos
¨filosos¨.
En realidad,
no sé específicamente a que se refería
la metáfora del don Abrahán, pero como estas pueden ser multiusos, yo le asigno
como significado el de considerar que, para aprender,
es necesario aprender a aprender.
Creo
que no deben quedar dudas de que los contenidos que están a nuestra disposición
son prácticamente ilimitados y que conforman un follaje muy tupido, fruto del
entramado de las ramas de unos pocos árboles. En contraposición ante esta
situación de los contenidos, las herramientas intelectuales que conforman
nuestra capacidad de abstracción, tales como la mecánica inferencial, las
distintas estrategias representacionales, el modelado, los metamodelos, la
metacognicion, el metaaprendizaje, la metodología, no son tantas. Esta síntesis no cierra otras
posibilidades.
Las
herramientas intelectuales son
nuestras ¨piedras de afilar¨, y por lo tanto absolutamente necesarias si
pretendemos ponernos ¨filosos¨, y ver si podemos con esos pocos árboles que los
físicos hacen esfuerzos para que sean
solo uno.
El
árbol de lo cotidiano fue plantado y regado por Don Isaac Newton, el árbol de
lo muy veloz y lejano le pertenece a Don Albert Einstein, y el de lo muy
pequeño y veloz fue sembrado por Don Max Planck allá por los comienzos del
siglo XX y todavía sigue dando ramas,
muchas de las cuales son difíciles de ver hacia donde se dirigen y que parece
querer salir de lo pequeño y hay pruebas de que ya lo han hecho.
Los
esfuerzos de unificación comenzaron con
Paul Dirac, quien se atrevió a ¨injertar¨ relatividad especial y
mecánica cuántica, pero por ahora la ¨teoria del todo¨ les saca el sueño a los
físicos teóricos.
En esto
de ponernos ¨filosos, término que todos los estudiantes conocemos, Rita Levi
Montalcini nos conmovió al decirnos que nuestras hachas gozan de
neuroplasticidad, que pueden ser afiladas, concepto que dio por tierra un dogma
de la neurología que parecía inamovible,
comprobando que utilizando las ¨piedras de afilar¨ apropiadas ya mencionadas
podemos modificar nuestro sistema nervioso.
Concretamente,
la neuroplasticidad se refiere a que podemos producir de forma temporal o
permanente en nuestro sistema nervioso ¨nuevas conexiones sinápticas¨
mediante el papel principal y posiblemente no único, de una molécula proteica
denominada NFG, factor de crecimiento nervioso la cual fue
descubierta 1951 por Rita Levi Montalcini (Nobel de Medicina) .
No
olvidemos sin embargo de que somos una unidad, mucho más que una proteína o que
un sistema nervioso, y como tal unidad
actuamos y aprendemos.
La
industria farmacéutica de parabienes. En pocos años nos harán recordar más,
olvidar selectivamente o no, o tal vez crearnos como en la ficción de Arnold
recuerdos que no teníamos, y hacernos la vida mejor o porque no imposible.
De
vuelta al hilo. Nacemos sabiendo, pero nuestra experiencia comienza realmente
al recibir las primeras señales que computamos desde afuera y desde adentro a
través de las puertas de nuestros sentidos, es decir de nuestros receptores
externos y de aquellos receptores que tenemos en nuestra intimidad más
profunda.
Todas
las experiencias sufren modificaciones acordes con nuestras creencias, actitudes, afectividad, motivación
y valores, en un complejo proceso ecológico que nos hará percibir subjetiva y
significativamente las sensaciones que recibimos y procesamos, las cuales finalmente
se traducirán en conocimientos, conductas, competencias y desempeños.
Este
complejo proceso, incluye determinadas características y filtros algunos de los
cuales los podemos modificar voluntariamente, pero que en definitiva nos quitan
y nos dan atributos que nos diferencian y que nos asemejan a nuestros
semejantes y con el resto de las especies.
Desde
el punto de vista neurológico nuestro cerebro triuno ( Mc. Lean) nos posiciona
como especie en una situación de privilegio, y nuestra cultura nos permitirá
marcar diferencias acordes con la sociedad en la que nos desempeñamos, siendo
nuestra impronta personal la que actúa de nexo obligado entre especie y
cultura para la generación de nuestros múltiples modelos mentales, mapas
o programas.
En todo
esto el ¨lenguaje¨, entendido como
nuclear al procesamiento de las señales tiene un papel determinante que merece
un análisis más detallado.
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