Cacho
se define como un hombre de fe. No en el sentido religioso tradicional, sino en
una creencia en lo sobrenatural que él mismo no puede precisar. Le resulta
atractiva la teoría de Roger Penrose y Stuart Hameroff sobre una
protoconciencia universal, y aunque no la adopta completamente, le genera
cierta aceptación. En una conversación con el Dr. Leguizamón y Carlos, mientras
tomábamos café, se me ocurrió preguntar si alguno de nosotros tenía un símbolo
que representara su fe. La pregunta derivó en otras: ¿sabemos realmente qué es
la fe? ¿Y qué diferencia tiene con la confianza? Este tipo de cuestionamientos siempre
me atrae , sobre todo porque tendemos a dar por sentados conceptos
fundamentales. Qué es el dinero, por ejemplo. Todos creemos saberlo, pero
¿realmente comprendemos su naturaleza?
Yuval Noah
Harari, en su análisis de la evolución de las sociedades humanas, plantea que
el dinero es una de las formas de fe más universales y efectivas jamás creadas.
Su valor no radica en su materialidad, sino en la confianza colectiva que lo
sustenta. Es, en esencia, un sistema de cooperación a gran escala, que permite
a extraños interactuar comercialmente sin conocerse ni confiar personalmente
entre sí. La clave es la creencia compartida en su validez.
Durante la
charla, discutimos sobre si la fe y la confianza son lo mismo. Mientras la fe
implica una creencia sin necesidad de evidencia, la confianza se basa en la
experiencia y la prueba. Sin embargo, en la práctica, ambas operan en contextos
tanto religiosos como seculares y a menudo se usan de manera intercambiable en
el lenguaje cotidiano. A partir de ahí, abordamos otro tema relacionado: el
trueque. Este sistema de intercambio directo, que en tiempos de crisis ha
resurgido en diversas sociedades, enfrenta una limitación fundamental: requiere
la coincidencia de necesidades entre las partes, lo que restringe su
eficiencia.
Harari explica
que la escalabilidad del dinero es una de sus características más importantes.
Gracias a su universalidad, divisibilidad, portabilidad y aceptación
institucional, trasciende las limitaciones del trueque y se convierte en una
herramienta esencial para la expansión de la civilización. Su poder radica en
ser una ficción colectiva: una construcción social que, aunque no tenga una
base objetiva, genera efectos reales en el mundo. Como diría Sócrates,
"solo sé que no sé nada", pero lo que sí sabemos es que el dinero ha
moldeado nuestra historia.
Definiciones
clave:
· Fe: Creencia firme sin
necesidad de evidencia.
· Confianza: Seguridad basada en la
experiencia y la prueba.
· Ficción colectiva: Creencia compartida que
permite la cooperación de grandes grupos.
· Escalabilidad: Capacidad de un sistema
para crecer sin perder eficiencia.
Llevando
el concepto de escalabilidad a las profesiones, Nassim Nicholas Taleb menciona
que algunas ocupaciones tienen la capacidad de expandir su impacto sin un
aumento proporcional en el esfuerzo o los recursos. Un escritor, puede vender
un millón de copias de su libro con el esfuerzo que le llevó escribir una.
En
contraste, un médico o un abogado, cuya labor depende de su presencia y tiempo,
encuentran más dificultades para escalar su trabajo. Este planteo nos deja una
pregunta abierta: ¿nuestras profesiones son escalables? ¿Podemos generar
impacto sin estar físicamente involucrados en cada instancia de nuestro
trabajo? Reflexionar sobre esto nos ayuda a entender mejor nuestra economía
personal, y el papel que desempeñamos en el entramado de ficciones colectivas
que llamamos sociedad.
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