Poner orden en el
monedero plagiando a J.J.Pozo
La
primera moneda es la información,
entendida en términos matemáticos como el número de opciones generadas a partir
de una serie de variables binarias de naturaleza puramente estadística, carente
de contenido y significado .Debemos tener en cuenta sin embargo que en la
práctica la información y el conocimiento son considerados como sinónimos. Que
la semántica no nos haga una mala pasada.
La
segunda moneda es la representación, es
decir la codificación en un sistema de
memoria de la información y el uso de la misma como sustituto del suceso que se
nos ha presentado. Nuestros sentidos son los canales de ingreso y de
elaboración, pero en nuestra
intimidad algunas sensaciones son
priorizadas sirviendo de puerta de entrada a las otras, para luego tomar una
ruta compartida y transformarse en
percepciones en nuestra intimidad más profunda.
Las señales independientemente
de la priorización que podemos darles, llegan en distintos tiempos a los
centros, allí nuestro cerebro espera y
construye, dándonos la idea de que nuestra percepción es en tiempo real cuando en
realidad nuestra conciencia es
posdictora. Posdiccion un
término acuñado por D.M. Eagleman y T.J.Sejnowoski expresa la acción del
cerebro que implica recoger las señales de los
sucesos para luego decidirse por una percepción en una ventana temporal
y ofertarnos sin que nos percatemos, una interpretación retrospectiva de lo que
ha ocurrido. ¿Vivimos en el pasado?
Este como se comprenderá
fácilmente es un proceso siempre complejo, pero debemos aceptar que es por medio del mismo que “modelamos
nuestra realidad”, realidad que está sujeta a los límites que nos impone
nuestra especie, nuestra cultura y nuestras individualidades. El proceso tiene además distintos filtros
lingüísticos tales como la generalización, la distorsión y la eliminación, los
cuales pueden empobrecer o enriquecer los modelos de realidad que
desarrollemos.
El lenguaje asume así, desde
esta perspectiva, una funcionalidad instrumental del pensamiento o tal
vez el pensamiento sea el instrumento del lenguaje, o lo que sería mejor aún,
que ambos compartan la responsabilidad por igual. Un temita abierto a la
discusión, pero teniendo en cuenta que el lenguaje, el pensamiento, y la
comunicación son de arranque, un menaje a
trois indisoluble.
Todas nuestras
representaciones tienen formato y contenido, este último es la idea básica, la
semántica del mensaje, y el formato puede y debe adquirir diferentes ropajes o
tal vez varios a la vez. Una cosa es segura, cuando más lindo o llamativo sea
el ropaje, mejor recordaremos el modelo. ¿No experimentamos acaso esto
cotidianamente?
La
tercera moneda es el conocimiento, integración de las monedas anteriores en una
dinámica que nos permitirá afirmar positiva o negativamente las propuestas que
podamos hacer. En síntesis, esto implica una actitud proposicional respecto a
las representaciones.
Los conocimientos, así en
plural, son los que nos permiten decir que somos ¨capaces¨ en una determinada
área o disciplina, evidenciando que disponemos de los recursos, de las
habilidades y de las cualidades personales que pueden ser reconocidas mediante su
comparación con determinados estándares preestablecidos. Poder bajar a la práctica nuestras capacidades hará
que se nos reconozca como seres competentes.
Desde este posicionamiento es
fácil comprender que para poder desempeñarnos competentemente será necesario poner
orden en el monedero, lo cual implica saber que podemos tener
información, sin representación y representación sin conocimiento y que este
último, es el resultado de un proceso integrador previo a la acción.
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