domingo, julio 20, 2025

Nacho, Newton-Lorentz: Entre el determinismo y el efecto mariposa

 

Nacho, Newton-Lorentz:

            Entre el determinismo y el efecto mariposa

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Nacho, Newton y el caos: entre el determinismo y el efecto mariposa

En nuestra adolescencia, aprender a jugar al billar era prácticamente una obligación. Lo hacíamos sin tener la más mínima idea de la profundidad de su teoría. En el barrio siempre había un billar, pero El Asahi era ¨el billar¨ , es el  que tan bien canta en Corrientes Soñadora, Juancito Leyes… ¨los famosos partidos Regional y Colegio, y aquellos estudiantes en el bar Asahi¨ un icono de Corrientes de esa época con varias mesas y,…

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Las anécdotas de billares llenarían libros. Por ejemplo, la prohibición del tiro massé a los no expertos, porque requiere gran técnica y control: se golpea con el taco casi vertical y, si no se hace correctamente, se rompe la tela. Nacho lo podía hacer. Y otra habilidad lateral suya, y de otros expertos, era jugar sin pagar nunca el valor de la mesa, porque pagaban solo los perdedores.

Nacho, el campeón de billar y el determinismo

Tiempo atrás nos dijo: “Yo fui campeón de billar en la Cultural de Goya siendo muy joven”. Y para serlo —y le creo— hay que ir más allá de golpear bolas.
Para Nacho, todo está escrito, todo es parte del destino. Cree que las jugadas, que su café, que la vida misma, siguen un camino inevitable. Es un determinista de los que sienten que el mundo es una cadena de causas y efectos que no se rompen.

Pese a que Nacho fue campeón de billar, como la mayoría aprendió la técnica y los trucos sin saber en profundidad que estaba aplicando física newtoniana y, que, en un punto, tomaba parte del partido Edward Lorenz.
Pero aquí está la paradoja: aunque Nacho confía en la inevitabilidad de su juego, cada tacada que hace está atravesada por el caos.

El  billar es un ejemplo perfecto de la física newtoniana:

  • Una bola quieta no se mueve sin una fuerza externa (Primera Ley).
  • La aceleración de la bola depende de la fuerza del golpe y su masa (Segunda Ley).
  • Cada acción tiene una reacción igual y opuesta (Tercera Ley).

Si pudiéramos conocer con precisión absoluta la posición, velocidad, fuerza y ángulo de cada golpe, podríamos predecir con certeza dónde terminará cada bola. Pero el mundo real es mucho más complejo.

No basta con que las leyes sean claras o que el sistema sea determinista. Lo decisivo es que muchos sistemas físicos —como el billar con varias bolas en juego— son extremadamente sensibles a pequeñas diferencias en las condiciones iniciales. Una variación microscópica —una fracción de milímetro en el golpe, una mínima imperfección en el paño, un leve giro de la bola— puede hacer que la trayectoria final cambie radicalmente.

Edward Lorenz y la mariposa que cambió no solo el billar, sino el mundo

Edward Lorenz, meteorólogo y pionero del estudio del caos, trabajaba con simulaciones climáticas. Un día quiso repetir un cálculo, ingresando manualmente los datos iniciales, pero redondeó un número: de 0.506127 pasó a 0.506. Un cambio minúsculo, insignificante. Sin embargo, el resultado de la simulación fue completamente distinto. La predicción del clima variaba mucho con el tiempo, hasta volverse irreconocible.

Lorenz entendió que el sistema era caótico: pequeñas diferencias en las condiciones iniciales crecen exponencialmente, haciendo imposible predecir a largo plazo. De ahí surgió la famosa metáfora: “El aleteo de una mariposa en Brasil puede provocar un tornado en Texas.” O...

Nacho–Newton–Lorenz en la mesa de billar (y en la vida)

Aunque las bolas obedezcan las leyes de Newton, las infinitas pequeñas variaciones hacen que cada jugada sea irrepetible y, en la práctica, impredecible. Nacho no desafía el determinismo: lo vive en su máxima complejidad. Todo está determinado… pero no podemos conocer con exactitud cómo. Y en esa tensión se juega no solo el billar, sino la vida misma.

Está más que claro que Nacho no necesitó saber de Newton ni de Lorenz para ser un maestro. Su intuición lo habilitó a navegar, sin inconveniente, el caos contenido en cada carambola. Cuando tira massé, no lo piensa: lo hace. Porque es experto. Todo esto nos recuerda que, en un mundo regido por leyes, la incertidumbre y la maravilla de las carambolas siguen vivas.

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