miércoles, julio 23, 2025

 

¿Para qué sirve la escuela? Escuelas de Miami-Dade abren nuevas opciones para programas Magnet - Doral  Voice

“La educación no es preparación para la vida; la educación es la vida misma.”
John Dewey

El 12 de agosto de 2016, Miguel nos sorprendió con una pregunta tan simple como demoledora: ¿Para qué sirve la escuela? Una pregunta incómoda, aparentemente obvia, pero que abre un abismo si se la toma en serio. Mariano Sigman, en La vida secreta de la mente, sugiere que la escuela es el experimento colectivo más vasto de la historia. Y, sin embargo, pocos experimentos han sido tan resistentes al cambio como este.

La escuela ya no es el único lugar de saber. Pero es el lugar donde ese saber se vuelve consciente, compartido, reflexionado.

¿De qué modelo partimos?

Para entender qué puede ser la escuela, hay que entender qué fue y qué sigue siendo. El llamado modelo prusiano, surgido en el siglo XIX, fue diseñado no para liberar, sino para formar *súbditos* obedientes. Johann Fichte lo decía sin rodeos: se trataba de lograr que los jóvenes “hicieran lo que queremos que hagan”. Uniformidad, repetición, jerarquía. La escuela como fábrica de obediencia. ¿No te resulta familiar?
A muchos nos educaron para responder más que para preguntar.

Eso se mantuvo durante siglos, el aula fue un espacio cerrado, donde el docente controlaba el contenido, era la única voz autorizada. La red rompe esa lógica: abre el aula a las bibliotecas .Y eso, para muchos docentes, podría  implicar una pérdida de control.  Si un alumno puede buscar la respuesta en línea, el docente debe reconfigurar su rol , básicamente, cómo  debe mantener la atención, la autoridad, el orden.

Negar su uso es negar la realidad misma en la que viven no solo los estudiantes. La escuela no puede seguir funcionando como si Internet no existiera. No se puede educar para el siglo XXI con herramientas del siglo XIX e ideas del siglo XX. Como dato curioso en la VI catedra en la década del 90 pedimos a los aprendices que tuvieran correo ,eso fue muy mal visto por el grupo salvo honrosas excepciones

La red no es solo una tecnología: es un entorno cultural, cognitivo y social muy importante y el rol de los docentes implica, además  ayudar a los estudiantes a navegarla críticamente, enseñar a distinguir fuentes confiables de información para usarla como herramienta de indagación, debate, creatividad y expresión.

Ciertos criterios deben ser respetados en primer lugar la educación del docente en el sistema y que la red es un sinfín de bibliotecas y que todo depende de cómo se la habita y con qué criterio se la usa. Y para eso, la escuela es el mejor lugar para aprenderlo. Creo el problema radica en gran parte en la falta de formación docente si bien es un punto clave, otro no menor a la negativa a usar la red en la escuela proviene del temor de los docentes, y ese temor no es infundado ni debe ser despreciado. Es, en realidad, una señal de algo más profundo: una crisis paradigmática. Con lo amigos hacemos siempre el esfuerzo de superar esta crisis en nuestras reuniones de café.

La realidad es que  mayoría de los docentes no fueron formados en entornos digitales y ,muchos probablemente se sienten desbordados por la velocidad de los cambios tecnológicos. La red a no pocos les aparece, entonces, como un terreno ajeno, inestable, incluso amenazante. La prohibición parece más segura que el aprendizaje compartido.

¿No te es conocido?

 

Aprender con otros: Vygotski y la Zona de Desarrollo Próximo

Frente al modelo vertical y jerárquico de enseñanza, Lev Vygotski propone una escuela horizontal, relacional, cooperativa. Su concepto de Zona de Desarrollo Próximo (ZDP) es, todavía hoy, profundamente transformador: no aprendemos solos, sino cuando alguien nos ayuda a ir un poco más allá de lo que podríamos alcanzar por cuenta propia.

La ZDP es ese espacio fértil entre lo que una persona ya sabe hacer por sí misma y lo que aún no puede, pero podría lograr con la mediación de otros: un docente, un compañero, una familia, un entorno. El aprendizaje, entonces, no es un acto solitario, sino un puente colectivo. O mejor aún: un viaje compartido.

Aquí, el rol del docente cambia radicalmente. Ya no se trata de llenar una cabeza vacía de contenidos, sino de acompañar una mente en movimiento, de ofrecer andamiajes, hacer preguntas, generar contexto. Es una pedagogía del vínculo, más que de la transmisión.

Y es aquí una observación clave: no todo aprendizaje ocurre en lo formal. Muchas veces, los mayores avances nacen de lo informal: una conversación, una duda, una experiencia inesperada. La escuela no puede ni debe cerrarse sobre sí misma. Debe abrirse al mundo, incorporar otras voces, reconocer que se aprende tanto en el aula como en la calle, en casa, en redes, en el juego, en la vida. Porque, al final, aprender con otros no es solo una técnica educativa, sino una manera de estar en el mundo. De reconocernos incompletos, curiosos, necesitados unos de otros para crecer.

Sugata Mitra Aprender a preguntar: La lección detrás del agujero en la pared. Educación mínimamente invasiva

En su famoso experimento Hole in the Wall, Sugata Mitra instaló una computadora en una pared de un barrio pobre de Nueva Delhi, sin instrucciones, sin docentes, sin manuales. Los niños de la zona, que no hablaban inglés ni tenían conocimientos informáticos previos, comenzaron a acercarse por curiosidad. Semanas después, navegaban con soltura, jugaban, buscaban información y compartían lo aprendido entre ellos. Lo más sorprendente no fue sólo que aprendieran por sí solos, sino que lo hicieran juntos. La clave no fue la tecnología, sino la curiosidad colectiva.

Según Mitra, si un niño está interesado, el aprendizaje ocurre. A partir de este hallazgo, propuso un cambio de rol para el docente: ya no como transmisor de información, sino como diseñador de entornos ricos en estímulos y, sobre todo, formulador de grandes preguntas que inviten a explorar. Sin embargo, hay un paso más profundo: el aprendiz también debe aprender a generar sus propias preguntas. No basta con que el entorno provoque la curiosidad; el verdadero salto ocurre cuando el niño se convierte en sujeto activo de su aprendizaje, cuando aprende a interrogar el mundo.

Formular preguntas es el signo de que la mente está despierta, de que el conocimiento  es una búsqueda en curso. Los niños del experimento no sólo aprendieron a usar una computadora: aprendieron a mirar, conectar, dudar y preguntarse juntos. Esa es, quizás, la lección más profunda del agujero en la pared:  El aprendizaje se realiza cuando se convierte en exploración compartida, cuando cada aprendiz descubre que tiene derecho —y capacidad— de hacerse grandes preguntas.

Aprender al revés: Salman Khan y el aula invertida

Finlandia es mundialmente reconocida por su sistema educativo innovador, y aunque no tiene un modelo rígido de aula invertida, muchas escuelas y docentes finlandeses aplican principios clave del aula invertida para potenciar el aprendizaje:  Aprendizaje autónomo en casa: Los estudiantes preparan los contenidos teóricos, a menudo con recursos digitales, videos o lecturas asignadas para hacer fuera del aula. Esto les permite avanzar a su propio ritmo y repetir el material tantas veces como necesiten.

Clases para la práctica activa: El tiempo en el aula se dedica a discusión, trabajo colaborativo y resolución de problemas. Los docentes actúan más como facilitadores que como transmisores, apoyando a los estudiantes según sus necesidades específicas.

El aula invertida no es una moda pasajera en Finlandia, sino una estrategia coherente con su enfoque educativo: Esta manera de aprender contribuye a que Finlandia siga siendo un referente mundial en calidad educativa. la teoría se aprende en casa, con videos y recursos digitales, mientras que el aula se convierte en un espacio de práctica, colaboración y resolución de problemas. Así, el docente puede acompañar de cerca y cada estudiante avanza a su ritmo. La escuela se convierte en taller, en laboratorio, en comunidad viva.

Aprender remixando: María Acaso y la educación disruptiva

rEDUvolution - María Acaso

Dice María Acaso; el alumno en su preocupación por estudiar queda sin tiempo para aprender, se debe pasar de una educación basada en la evaluación a una educación basada en el aprendizaje. El aprendizaje debe ser una mezcla de ideas propias  con las ideas de otros, revalorizando la sospecha. Siempre partimos de ideas, re-conexionamos y en eso consiste lo original, lo genuino.

Lejos del aula tradicional donde el alumno repite y memoriza, M.Acaso sostiene que aprender es remixear: mezclar, reconfigurar, apropiarse críticamente del conocimiento. El docente no es un transmisor de contenidos sino un D.J.:    que selecciona, conecta y lanza ideas al aula como pistas abiertas al pensamiento.  Remixear es crear”. Aprender es un proceso vital colectivo, cada estudiante tiene que devenir autor. Ya no se trata de evaluar respuestas correctas, sino de acompañar procesos, de generar preguntas genuinas. En este nuevo paradigma, la evaluación deja de ser el fin para convertirse en retroalimentación: una conversación sobre lo que se aprende y cómo se aprende.

Los profesores: Al ¨primer profesor¨ lo conocemos, pero la nueva ecología del aprendizaje visualiza  al ¨alumno como segundo profesor¨, y al espacio educativo como el ¨tercer profesor¨. Todos agentes activos del aprendizaje.

Este enfoque nos lleva a mirar más allá del aula. La educación ya no sucede únicamente entre cuatro paredes, ni depende exclusivamente de un docente. Surge una nueva ecología del aprendizaje, en la que múltiples actores y espacios participan.  Repensar la escuela es repensar su arquitectura, su ritmo, su cultura. Ya no basta con modificar el contenido: hay que intervenir la forma, el cuerpo, el espacio y la experiencia.

¿Entonces… para qué sirve la escuela?

No tiene una única respuesta. Tal vez su valor no resida en brindar certezas, sino en crear condiciones de posibilidad: para pensar, sentir, crear, disentir. Sirve para habitar la pregunta más que para cerrarla con respuestas. Sirve para formar sujetos autónomos, críticos, sensibles y creativos, capaces de navegar un mundo incierto con un GPS interior, no solo con manuales externos.  La escuela, en su mejor versión, no enseña únicamente contenidos, sino modos de habitar el mundo. Enseña a convivir con la complejidad, a explorar, a trabajar el error, a trabajar con otros, no sirve tanto para memorizar la lista de personajes como para aprender a discernir  que queremos ser.

Como decía Nietzsche:

“Lo que más necesitamos aprender, no se enseña.”



No hay comentarios:

Archivo del blog