¿Para qué sirve la escuela?
“La
educación no es preparación para la vida; la educación es la vida misma.”
John Dewey
El 12 de agosto de 2016,
Miguel nos sorprendió con una pregunta tan simple como demoledora: ¿Para qué
sirve la escuela? Una pregunta incómoda, aparentemente obvia, pero que abre
un abismo si se la toma en serio. Mariano Sigman, en La vida secreta de la
mente, sugiere que la escuela es el experimento colectivo más vasto de la
historia. Y, sin embargo, pocos experimentos han sido tan resistentes al cambio
como este.
La escuela
ya no es el único lugar de saber. Pero es el lugar donde ese saber se vuelve
consciente, compartido, reflexionado.
¿De qué modelo partimos?
Para entender qué puede ser
la escuela, hay que entender qué fue y qué sigue siendo. El llamado modelo
prusiano, surgido en el siglo XIX, fue diseñado no para liberar, sino para formar
*súbditos* obedientes. Johann Fichte lo decía sin rodeos: se trataba de
lograr que los jóvenes “hicieran lo que queremos que hagan”. Uniformidad,
repetición, jerarquía. La escuela como fábrica de obediencia. ¿No te resulta
familiar?
A muchos nos educaron para responder más que para preguntar.
Eso se mantuvo durante
siglos, el aula fue un espacio cerrado, donde el docente controlaba el
contenido, era la única voz autorizada. La red rompe esa lógica: abre el aula a
las bibliotecas .Y eso, para muchos docentes, podría implicar una pérdida de control. Si un
alumno puede buscar la respuesta en línea, el docente debe reconfigurar su rol
, básicamente, cómo debe mantener la
atención, la autoridad, el orden.
Negar su uso es negar la
realidad misma en la que viven no solo los estudiantes. La escuela no puede
seguir funcionando como si Internet no existiera. No se puede educar para el
siglo XXI con herramientas del siglo XIX e ideas del siglo XX. Como dato
curioso en la VI catedra en la década del 90 pedimos a los aprendices que
tuvieran correo ,eso fue muy mal visto por el grupo salvo honrosas excepciones
La red no es solo una
tecnología: es un entorno cultural, cognitivo y social muy importante y el
rol de los docentes implica, además ayudar
a los estudiantes a navegarla críticamente, enseñar a distinguir
fuentes confiables de información para usarla como herramienta de
indagación, debate, creatividad y expresión.
Ciertos criterios deben ser respetados
en primer lugar la educación del docente en el sistema y que la red es un
sinfín de bibliotecas y que todo depende de cómo se la habita y con qué
criterio se la usa. Y para eso, la escuela es el mejor lugar para
aprenderlo. Creo el problema radica en gran parte en la falta de formación
docente si bien es un punto clave, otro no menor a la negativa a usar la red
en la escuela proviene del temor de los docentes, y ese temor no es
infundado ni debe ser despreciado. Es, en realidad, una señal de algo más
profundo: una crisis paradigmática. Con lo amigos hacemos siempre el
esfuerzo de superar esta crisis en nuestras reuniones de café.
La realidad es que mayoría de los docentes no fueron formados en
entornos digitales y ,muchos probablemente se sienten desbordados por la
velocidad de los cambios tecnológicos. La red a no pocos les aparece, entonces,
como un terreno ajeno, inestable, incluso amenazante. La prohibición
parece más segura que el aprendizaje compartido.
¿No te es conocido?
Aprender
con otros: Vygotski y la Zona de Desarrollo Próximo
Frente al modelo vertical y
jerárquico de enseñanza, Lev Vygotski propone una escuela horizontal,
relacional, cooperativa. Su concepto de Zona de Desarrollo Próximo (ZDP)
es, todavía hoy, profundamente transformador: no aprendemos solos, sino
cuando alguien nos ayuda a ir un poco más allá de lo que podríamos alcanzar
por cuenta propia.
La ZDP es ese espacio fértil
entre lo que una persona ya sabe hacer por sí misma y lo que aún no puede, pero
podría lograr con la mediación de otros: un docente, un compañero, una
familia, un entorno. El aprendizaje, entonces, no es un acto solitario, sino un
puente colectivo. O mejor aún: un viaje compartido.
Aquí, el rol del docente
cambia radicalmente. Ya no se trata de llenar una cabeza vacía de contenidos,
sino de acompañar una mente en movimiento, de ofrecer andamiajes, hacer
preguntas, generar contexto. Es una pedagogía del vínculo, más que de la
transmisión.
Y es aquí una observación
clave: no todo aprendizaje ocurre en lo formal. Muchas veces, los
mayores avances nacen de lo informal: una conversación, una duda, una
experiencia inesperada. La escuela no puede ni debe cerrarse sobre sí misma.
Debe abrirse al mundo, incorporar otras voces, reconocer que se aprende tanto
en el aula como en la calle, en casa, en redes, en el juego, en la vida. Porque,
al final, aprender con otros no es solo una técnica educativa, sino una
manera de estar en el mundo. De reconocernos incompletos, curiosos,
necesitados unos de otros para crecer.
Sugata
Mitra Aprender a preguntar: La lección
detrás del agujero en la pared. Educación mínimamente invasiva
En su famoso experimento Hole
in the Wall, Sugata Mitra instaló una computadora en una pared de un barrio
pobre de Nueva Delhi, sin instrucciones, sin docentes, sin manuales. Los niños
de la zona, que no hablaban inglés ni tenían conocimientos informáticos
previos, comenzaron a acercarse por curiosidad. Semanas después, navegaban con
soltura, jugaban, buscaban información y compartían lo aprendido entre ellos.
Lo más sorprendente no fue sólo que aprendieran por sí solos, sino que lo
hicieran juntos. La clave no fue la tecnología, sino la curiosidad colectiva.
Según Mitra, si un niño está
interesado, el aprendizaje ocurre. A partir de este hallazgo, propuso un cambio
de rol para el docente: ya no como transmisor de información, sino como diseñador
de entornos ricos en estímulos y, sobre todo, formulador de grandes
preguntas que inviten a explorar. Sin embargo, hay un paso más profundo: el
aprendiz también debe aprender a generar sus propias preguntas. No basta
con que el entorno provoque la curiosidad; el verdadero salto ocurre cuando el
niño se convierte en sujeto activo de su aprendizaje, cuando aprende a
interrogar el mundo.
Formular preguntas es el
signo de que la mente está despierta, de que el conocimiento es una búsqueda en curso. Los niños del
experimento no sólo aprendieron a usar una computadora: aprendieron a mirar,
conectar, dudar y preguntarse juntos. Esa es, quizás, la lección más profunda
del agujero en la pared: El
aprendizaje se realiza cuando se convierte en exploración compartida, cuando
cada aprendiz descubre que tiene derecho —y capacidad— de hacerse grandes
preguntas.
Aprender al
revés: Salman Khan y el aula invertida
Finlandia es mundialmente reconocida por su sistema educativo innovador,
y aunque no tiene un modelo rígido de aula invertida, muchas escuelas y
docentes finlandeses aplican principios clave del aula invertida para potenciar
el aprendizaje: Aprendizaje autónomo en
casa: Los estudiantes preparan los contenidos teóricos, a menudo con recursos
digitales, videos o lecturas asignadas para hacer fuera del aula. Esto les
permite avanzar a su propio ritmo y repetir el material tantas veces como necesiten.
Clases para la práctica activa: El tiempo en el aula se dedica a
discusión, trabajo colaborativo y resolución de problemas. Los docentes actúan
más como facilitadores que como transmisores, apoyando a los estudiantes según
sus necesidades específicas.
El aula invertida no es una moda pasajera en Finlandia, sino una
estrategia coherente con su enfoque educativo: Esta manera de aprender
contribuye a que Finlandia siga siendo un referente mundial en calidad
educativa. la teoría se aprende en casa, con videos y recursos digitales,
mientras que el aula se convierte en un espacio de práctica, colaboración y
resolución de problemas. Así, el docente puede acompañar de cerca y cada
estudiante avanza a su ritmo. La escuela se convierte en taller, en
laboratorio, en comunidad viva.
Aprender
remixando: María Acaso y la educación disruptiva
Dice María
Acaso; el alumno en su preocupación por estudiar queda
sin tiempo para aprender, se debe pasar de una educación basada en la
evaluación a una educación basada en el aprendizaje. El aprendizaje debe ser
una mezcla de ideas propias con las
ideas de otros, revalorizando la sospecha.
Siempre partimos de ideas, re-conexionamos y en eso consiste lo original,
lo genuino.
Lejos del aula tradicional
donde el alumno repite y memoriza, M.Acaso sostiene que aprender es
remixear: mezclar, reconfigurar, apropiarse críticamente del conocimiento.
El docente no es un transmisor de contenidos sino un D.J.: que selecciona, conecta y lanza ideas al aula
como pistas abiertas al pensamiento. “Remixear
es crear”. Aprender es un proceso vital colectivo, cada estudiante tiene
que devenir autor. Ya no se trata de evaluar respuestas correctas, sino de
acompañar procesos, de generar preguntas genuinas. En este nuevo paradigma,
la evaluación deja de ser el fin para convertirse en retroalimentación: una
conversación sobre lo que se aprende y cómo se aprende.
Los profesores: Al ¨primer
profesor¨ lo conocemos, pero la nueva ecología del aprendizaje visualiza al ¨alumno como segundo profesor¨, y al
espacio educativo como el ¨tercer profesor¨. Todos agentes activos del
aprendizaje.
Este enfoque nos lleva a
mirar más allá del aula. La educación ya no sucede únicamente entre cuatro
paredes, ni depende exclusivamente de un docente. Surge una nueva ecología del
aprendizaje, en la que múltiples actores y espacios participan. Repensar la escuela es repensar su
arquitectura, su ritmo, su cultura. Ya no basta con modificar el contenido: hay
que intervenir la forma, el cuerpo, el espacio y la experiencia.
¿Entonces…
para qué sirve la escuela?
No tiene una única
respuesta. Tal vez su valor no resida en brindar certezas, sino en crear
condiciones de posibilidad: para pensar, sentir, crear, disentir. Sirve
para habitar la pregunta más que para cerrarla con respuestas.
Sirve para formar sujetos autónomos, críticos, sensibles y creativos, capaces
de navegar un mundo incierto con un GPS interior, no solo con manuales externos.
La escuela, en su mejor versión, no
enseña únicamente contenidos, sino modos de habitar el mundo. Enseña a convivir
con la complejidad, a explorar, a trabajar el error, a trabajar con otros, no
sirve tanto para memorizar la lista de personajes como para aprender a
discernir que queremos ser.
Como decía
Nietzsche:
“Lo que más
necesitamos aprender, no se enseña.”
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